No pensarás nada y serás feliz

España se sigue manifestando masiva y reiteradamente contra el sanchismo. Efectivamente el sanchismo ha ganado en las urnas, aunque sea por los pelos y por el peso de dos comunidades autónomas, pero ha ganado engañando al electorado. Si te presentas a las elecciones diciendo no sólo que no habrá amnistía, sino que la amnistía sería reventar el estado de derecho, al día siguiente no puedes aprobar una amnistía diciendo que ha sido respaldada por las urnas y que el estado de derecho goza de buena salud. Por eso lo más escandaloso que está pasando, después del propio fraude electoral, la liquidación del poder judicial y el desbordamiento de la Constitución, es el seguidismo de las termitas a este cambio de timón.

¿Había alguien dentro del PSOE favorable a la amnistía antes del 23J? ¿Cuántos tertulianos defendían la amnistía en los medios de la izquierda cuando Pedro Sánchez decía que era inconcebible la amnistía? ¿Cuántos se enfrentaron a Pedro Sánchez antes del 23J por defender la amnistía?

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Y ahora, ¿cuántos de aquellos rechazan la amnistía? ¿Cuántos de los opinadores izquierdistas que suscribían que la amnistía era inconveniente e inconstitucional siguen manteniendo que la amnistía es inconveniente e inconstitucional?

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A lo que estamos asistiendo es a la evidencia de que en los medios no hay periodistas, analistas ni opinadores independientes. Solo hay termitas. Seres sin cerebro que simplemente mueven la boca, para les haga el playback el líder del partido. Si el líder dice que esto es blanco, todos repiten que es blanco; si al día siguiente el líder dice que es negro, todos juran y perjuran que nunca han visto nada más negro.

Si colocamos a Pedro Sánchez junto a 100 tertulianos de medios de izquierda, no tenemos 101 opiniones. No tenemos 101 personas libres. Tenemos 1 voz y 100 altavoces. Una reina y 100 termitas. 1 cerebro y 100 cabezas vacías. Si el 22J hubiéramos metido a un periodista de izquierdas en una cápsula, lo sacáramos ahora y lo llevarámos a una tertulia sin ponerlo al día, echaríamos unas risas.

Es muy grave esta carencia de criterio propio en los medios porque junto a la Justicia la prensa libre es el otro gran contrapeso para evitar un gobierno despótico y absolutista. Un presidente de gobierno puede presentarse a las elecciones diciendo blanco y apostar por el negro al día siguiente porque tiene detrás un ejército de cacatúas que le sigue desde los medios marcando el paso. En un país adulto un presidente del gobierno no podría presentarse a la opinión pública tras un cambiazo electoral como el que ha llevado a cabo Pedro Sánchez, tendría que refrendarlo mediante una nueva convocatoria electoral, no podría evadirse de una exigencia democrática tan elemental. Subrayemos una vez más que algo como la amnistía no es una mentira electoral más, es un asunto que el propio PSOE había marcado como una línea roja, algo que no cabía en la Constitución, algo que era ilegal, algo que si se hacía liquidaba la separación de poderes, el estado de derecho y el poder judicial. Pero si Sánchez es el primer escalón del problema y los medios el segundo, el propio electorado español es el tercer escalón de este podium de la mendacidad.

Aunque la orden recibida es la de “no tendrás nada y será feliz”, en realidad la base de todo es que “no pensarás en nada y serás feliz”. El tertuliano promedio de la izquierda woke es el modelo a seguir. ¿Para qué pensar pudiendo seguir a un líder o una directriz? No sólo es que bien o mal es lo que diga el líder, sino que el líder hoy puede decir que esto está mal y mañana que está bien. Evidentemente el presupuesto para que el líder pueda hacer tal cosa es que la gente no piense por sí misma. Pero es que la democracia se basa en el concepto de que la gente piensa por sí misma, que si el líder cambia el paso se queda solo. En una democracia es el líder el que tiene que seguir el paso de la gente. Que todo el mundo siga el paso del líder es dictadura. La pregunta entonces a la vista de lo que tenemos en España con Sánchez y sus medios es, ¿tenemos democracia? Más aún: ¿tenemos suficiente gente capaz de pensar por sí misma como para sostener la democracia? ¿O ya hemos dejado de pensar por nosotros mismos antes siquiera de que nos lo quiten todo? Desde luego no les resultará difícil hacerlo, si cuando llegue el momento estamos todos ya lobotomizados.

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