Navarra está estancada. Así lo percibe la mayoría de los navarros y así lo reflejan infinidad de indicadores. No es ya que estemos apenas recuperando niveles de antes de la pandemia sino que estamos lejos de los niveles que teníamos en el año 2007-2008, hace por tanto más de 15 años. Llevamos 15 años por debajo del techo que marcamos, a nivel laboral por ejemplo. Frente al 9,29% de la tasa actual de paro en Navarra, en el tercer trimestre de 2007 la tasa de paro era de sólo el 4,38%. ¿Cómo va a ir bien todo lo demás si falla lo básico? ¿Cómo va a haber menos pobreza? ¿Cómo no van a hacer falta más rentas de inclusión y ayudas para la subsistencia? ¿Cómo no va a ser más insostenible todo el sistema?
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Si la actual tasa de paro duplica la de 2007 es por algo. Es decir, el elevado nivel de paro provoca consecuencias sobre muchos otros elementos de la vida económica y social, pero a su vez los elevados niveles de paro son consecuencia de algo.
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Si repasamos los datos publicados por el propio gobierno de Navarra en Nastat, nos encontramos con que el actual número de empresas en Navarra es de 38.941. Pues bien, en 2007 había en Navarra 46.158 empresas funcionando. Por eso había la mitad de tasa de paro.
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Toda esta destrucción del tejido empresarial de Navarra no es casual. De todo lo perdido en la crisis de 2008 no se ha recuperado casi nada. Casualmente, esta atonía del tejido empresarial viene acompañada de un cambio de modelo político en el Gobierno de Navarra. Desde 2015 se ha producido un golpe de timón en virtud del cual el Fuero ya no sirve para ofrecer una fiscalidad más atractiva a los inversores, sino todo lo contrario. El gobierno ya no crea un ambiente propicio a la actividad empresarial sino que por el contrario es hostil al mundo de la empresa. La filosofía del gobierno es que para que le vaya bien a la gente les debe ir mal a las empresas. Cuanto peor les vaya a las empresas, mejor le irá a la gente. Por si fuera poco, el marco fiscal y normativo no sólo hostil sino inseguro, cambia constantemente y por supuesto a peor. Un inversor ni siquiera puede contemplarlo como algo malo pero estable. El resultado es que Navarra ya no es atractiva para la inversión y que el número de empresas se encuentra estancado.
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Estamos ya en la tercera legislatura de “progreso” pero el número de empresas en Navarra no progresa. Apenas hemos avanzado respecto a 2015, cuando acabó la crisis anterior, y ni remotamente hemos vuelto a las cifras de 2007-2008. En cada nueva crisis perdemos un suelo y ese suelo, cuando nos recuperamos, se convierte en un techo. Lo único que lleva creciendo 8 años es el tamaño del gobierno y la recaudación fiscal, pero no a costa de crear riqueza. El gobierno cada vez se lleva un trozo mayor de tarta, pero no aumenta el tamaño de la tarta. Esto a su vez tampoco es una coincidencia casual. Si la economía no crece más, es también porque cada vez alimentar al gobierno exige más recursos. Todos esos recursos que detrae el gobierno es combustible que se le quita a la economía privada. Ciertamente el gobierno tiene que detraer recursos para ofrecer ceterminados servicios básicos, pero sabiendo que eso frena el crecimiento y que por tanto tiene que mantener un cuidadoso equilibrio. El tamaño del carro no puede crecer indefinidamente sin que aumente el tamaño del caballo. Estamos estancados porque el caballo ya no tiene fuerza para tirar del carro. En cuanto el terreno se incline hacia arriba, lo que sucederá es que el peso del carro arrastrará al caballo ladera abajo por un barranco. Sería bueno que el gobierno se preguntara ahora por qué estamos atascados, no esperar a que el carro con el caballo estén cayendo ya por el precipicio.
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