Convertir a Nacho Cano en protagonista de un análisis político podría resultar incomprensible en otro momento político. En algo que se pareciera a la normalidad, Nacho Cano estaría a lo suyo y nosotros a los nuestro. Sin embargo, en la España sanchista todo está lejos de ser normal y lo de Nacho Cano se encuentra lejos de ser un caso anecdótico.
En el mundo del arte y la cultura resulta casi imposible encontrar a una persona que no abrace el ideario woke con entusiasmo. La izquierda, con carácter general, siempre ha entendido mucho mejor que la derecha la importancia de la cultura. También es que la derecha cree en la libertad y la izquierda no. O sea, el mundo de la cultura es como es también porque la derecha, más que no darle importancia, deja hacer mientras que la izquierda interviene sin contemplaciones. Si uno no interviene y otro sí, al final predomina por completo el que interviene. Por eso lo sociedad española es pese a todo plural pero el mundo del arte y de la cultura no. En la sociedad española hay una cierta libertad y en el mundo de la cultura no. Por eso el mundo de la cultura es monocolor.
El escándalo de lo sucedido a Nacho Cano, porque nos encontramos ante un escándalo político de primera magnitud, explica y evidencia la forma en que se determina que el mundo de la cultura sea monocolor. A estas alturas resulta bastante evidente que no sólo Nacho Cano no cometió ningún delito, sino que en todo caso fue la víctima de varios delitos. El gobierno, ciertos mandos de la policía y el aparataje mediático de la izquierda, se encargaron no obstante de construir un caso penal y mediático contra Nacho Cano que resultaría impensable contra cualquier persona del mundo de la cultura que fuera de izquierdas.
Por supuesto Nacho Cano podría haber cometido una irregularidad, que no parece que sea el caso, pero aunque asi hubiera sido salta a la vista la desigualdad de trato. Por un lado, frente a la discreta citación que hubiera merecido otro caso similar, aquí se decidió una detención policial bajo los focos. Por otro lado, de lo que se investigaba a Nacho Cano u otras incidencias fiscales o laborales seguramente se hubiera podido investigar a mucha otra gente del mundo de la cultura. Salvo Nacho Cano, nadie en este país puede resistir una inspección fiscal o laboral a fondo, y sin embargo se ha ido sólo y entre trompetas a por Nacho Cano. Se aprecia por tanto una desigualdad de trato, una desproporción y una politización del caso a cuyo remate sólo falta que todo sea falso, que el caso no tenga sustancia alguna y que todo sea un montaje injustificado.
En una democracia que merezca tal nombre, o no sucede algo parecido a lo de Nacho Cano o si sucede la consecuencia es una cascada de dimisiones o ceses al más alto nivel: en la Policía, en el Ministerio del Interior, en los medios de comunicación públicos, en la presidencia del gobierno si se pudieran establecer responsabilidades a ese nivel. ¿Cómo se llega a una dictadura? ¿De qué forma acaba fallando un estado de derecho democrático? No sucede de golpe. Poco a poco se van normalizando comportamientos del gobierno que bajo ningún concepto se pueden tolerar, o si se toleran se pierde la libertad. El problema es que ya estamos bajo un régimen en que es el propio gobierno el que determina lo que es tolerable que haga el gobierno o no.
Volviendo al principio y al título de este texto, el caso de Nacho Cano debería dar lugar al guión de una película, pero esa película que tuviera como objeto denunciar los excesos del gobierno nunca la rodará el cine español. El cine español nunca rodará esa película porque la víctima del autoritarismo del gobierno no es una persona de izquierdas y porque el protagonista de esa actuación totalitaria es un gobierno de izquierdas. Por otro lado de eso trata esa actuación autoritaria. Todo aquella persona del mundo del arte que ose salirse del redil ya sabe lo que le toca. Con la persecución a Nacho Cano se ha querido mandar un mensaje a todo el mundo del arte y de la cultura. El control del reparto del dinero ayuda pero no basta. La uniformidad ideológica española en el mundo de la cultura es fruto de lo único que puede conseguir tal uniformidad total: el terror.