Muerte a la clase media

Cuidado con la izquierda. Sus enemigos declarados son los ricos, pero cualquiera puede estar mucho más cerca de lo que piensa de ser declarado rico y por tanto enemigo de la izquierda. Una vez declarado rico y privilegiado, toda acción contra uno queda legitimada. Todo expolio es justicia. El rico no es un tipo extraño y lejano: eres tú al poco que gobierne la izquierda.

Todo lo anterior puede resultar un tanto contraintuitivo. O sea, ¿no decimos todo el rato que las políticas de la izquierda son empobrecedoras? ¿No decía el propio Pedro Sánchez, antes de aliarse con el iberochavismo, que la conclusión inevitable del populismo ultraizquierdista era la cartilla de racionamiento? ¿Cómo va a ser entonces que cada vez vamos a estar más cerca de ser considerados como ricos? Pues por eso, por eso.

En un país occidental capitalista, un rico es un tipo que tiene un yate que se vuelca en el Mediterráneo, pero en un país socialista un rico es un tipo que tiene media docena de huevos en el frigorífico. Es decir, que para ser rico en un país socialista hace falta poca cosa. Pero este es precisamente el quid del asunto. En España, por ejemplo, ganar 43.000 euros al año le sitúa a una persona en el 20% más privilegiado de la población. Hemos bajado el listón de ser rico hasta los 43.000 euros. En otros tiempos, o en otros países, esto es solamente ser una persona de clase media, acaso media-alta. Como ahora es ser rico, todo expolio o atropello contra las personas que ganan 43.000 euros está justificado.

La cuestión es que estamos inmersos en un proceso en el que el margen de la “riqueza” sigue bajando y bajando. Dentro de unos años, ser rico será ganar 30.000 euros al año. Un poco más adelante, si no se revierte el proceso, ser rico será ganar 20.000 euros al año. Sólo un 20% de la población ganará más de 20.000 euros al año, y bajando. Eso sin tener en cuenta que cada vez podemos comprar menos cosas con 100 euros.

Todo esto tiene a su vez mucho que ver con el hecho de que la izquierda no suele considerar pobre o rica a la gente por una realidad objetiva, sino por una relación comparativa. Rico es alguien que s e encuentra entre el 20% que más gana, aunque eso sea ganar 40.000 euros. Los tipos de gravamen que entonces se te aplican ya pueden ser los mismos que los de Amancio Ortega. Pobre, a su vez, es alguien que no gana más que dos tercios de la media. Todo esto lleva a una increíble distorsión del discurso. Si mi yate tiene 30 metros de eslora y el de mi vecino tiene 60, me encuentro en una situación de pobreza relativa según la izquierda. Si mi vecino gana 3 millones de euros al año y yo sólo uno, soy pobre respecto a él. Sin embargo, si los dos tenemos una renta estatal de 400 euros y una cartilla de racionamiento igual para los dos, que nos da derecho a comernos un pollo al mes, entonces ninguno es pobre y vivimos en un paraíso socialista.

Puede parecer inocente, pero todo este tipo de planteamientos son los que infestan los estudios que periódicamente se publican denunciando las crecientes desigualdades del mundo, aunque en el mundo al menos hasta la Agenda 2030 cada vez haya habido menos hambre y pobreza. Estos informes continuamente aseguran, utilizando la técnica denunciada, que tal o cual porcentaje de la población vive en la pobreza, y la misma técnica se utiliza en los países desarrollados para justificar una presión fiscal asfixiante. Pueden no tener fundamento, pero generan en la sociedad un estado de opinión y una impresión general colectiva. De este modo la izquierda puede ofrecer una falsa imagen de injusticia o de igualdad sobre la sociedad, sobre el mundo en general o sobre el país concreto que le convenga.

Que nadie se preocupe, nos dicen, porque este impuesto sólo afecta a las rentas de los ricos. Que nadie se preocupe porque esto sólo afecta a las herencias de los ricos. Este gobierno, nos aseguran, nunca va a subir los impuestos sobre los bienes fundamentales a la clase trabajadora. La realidad es que en los últimos tiempos, a la par que desciende el nivel de vida, se pervierten los criterios objetivos para que pobre o rico, y por tanto perseguible, pueda ser una categoría difusa, en la que el gobierno para expoliarla a voluntad pueda sacar o meter a la gente de manera arbitraria. Si alguien hoy todavía queda fuera del expolio gubernamental que no se sienta demasiado seguro por ello. El gobierno necesitará más dinero mañana, todo lo demás es incierto.

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Un comentario

  1. ¡Qué pena yo no soy rico según este articulo!¡Pero por los pelos!
    Estoy seguro que a la izquierda con toda su altura moral e intelectual le puede aun así joder ya que ya gano un 10% por mis rentas del ahorro (mal llamadas del capital por la izquierda con ese gran control que tienen sobre el valor de las palabras)

    Igual el año que viene ya soy rico si todo va bien

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