Mientras una parte del mundo avanza en dirección contraria al aborto, como los EEUU, en España seguimos considerando como un elemento de progreso facilitar y ampliar el aborto. El problema con lo lejos que hemos ido normalizando, blanqueando y asimilando el aborto en nuestra sociedad es que ahora la trinchera en la que estamos peleando es el consentimiento, siquiera el conocimiento de los padres para que pueda abortar una chica de 16 años. Si esa chica firma una hipoteca sin el respaldo de sus padres, entra a un casino o decide meterse al Opus sería un escándalo. Otra cosa que considerar nulas las consecuencias de semejante decisión de la menor sería permitir que se abusara de ella. El estado no podría permitirlo. Es más, si los padres avalaran semejantes comportamientos de la menor habría que quitarles la patria potestad. No puede comprarse una cerveza o un puro, pero la chica puede abortar. Esa es la patética línea en la que ahora mismo nos toca pelear.
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Firmar autorización para la excursión, las fotos de la web del cole, etc… Pero lo de abortar, ya si eso…. Y si es discapacitada lo mismo. Que forma de denigrar a las niñas … pic.twitter.com/NzeUYDVbV0
— ن Ser (@sergiogomezsalv) May 17, 2022
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Que nos toque pelear en esa línea, porque lamentablemente no estamos en otra, no significa sin embargo que nosotros mismos quedemos obnubilados pensando que la victoria es conseguir el consentimiento de los padres para que una chica de 16 años pueda abortar. Lo que ahora nos parece un mínimo hace unos años era para los abortistas un máximo. El hecho sin embargo es que matar al nieto con el permiso de los abuelos también está mal. No nos equivoquemos con eso. No pensemos que el objetivo es conseguir ese consentimiento. De hecho no es inverosímil pensar en una chica que quisiera tener al niño y en unos padres que la empujaran a abortarlo. Los padres son fundamentales, por supuesto, pero para lo bueno y para lo malo. Lo son para que la chica pueda tener apoyo y dejar vivir al niño, pero también lo pueden ser para que lo elimine. Lo que pasa es que el gobierno que tenemos no quiere limitar la influencia de los padres para que no haya padres que puedan empujar a su hija a abortar, sino para impedir que haya padres que la puedan disuadir de abortar. Por otro lado el gobierno mantiene una lucha a muerte contra los padres y la familia en todos los órdenes, como también se aprecia claramente en los ataques contra la libertad educativa. Los hijos no son de los padres, son del Consejo de Ministros. Los padres también son del gobierno. A partir de la semana 22 se respetará la vida humana. Nuestra vida es un préstamo del gobierno.
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Las decisiones de los padres sólo son respetables mientras decidan cosas que le parezcan bien al gobierno. Los padres pueden ser peligrosos, no como los gobiernos. No hay más que ver cuántas guerras, desastres y tiranías en la historia han provocado los padres y cuántos los gobiernos. Imposible confiar más en los padres que en los gobiernos. El gobierno tiene que salvar a los hijos de sus padres, claro que esto no se aplica demasiado bien precisamente en el caso del aborto pero da igual. De lo que se trata es de que nadie pueda influir sobre una persona en mayor medida que el gobierno, por eso la familia le estorba tanto al gobierno como principio. Por supuesto que está en juego el derecho a la vida del niño, pero también el papel de los padres entre los hijos y el estado. El derecho a matar a un niño no existe, aunque se trate de un niño molesto, pero es lo que se reconoce. Y sin embargo se recortan derechos que sí existen como el derecho a la vida o el de los padres a tutelar a sus hijos. Sólo queda rezar, pero también lo prohíbe el gobierno. Hace tiempo que el gobierno ha dejado de ser nuestro empleado para ser nuestro amo. La buena noticia es que el ser humano tiende a la libertad y que un amo entre el ser humano y la libertad es un obstáculo y un obstáculo sólo es algo que se observa para encontrar la manera de superarlo.
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Un comentario
Nos están tomando el pelo con eso de la autorización. Poner al mismo nivel el carné de conducir o el ir al teatro que matar al hijo, también es desafortunado. Hay actos que son intrínsecamente malos y no se justifican nunca.
Desde el derecho canónico, el aborto de las y los menores -incumbe también al padre del no nacido- no supone excomunión latae sententiae a los menores y sí a los mayores, algo que le traerá al pairo a quienes lo perpetren y autoricen.
Mayores o menores, destroza la vida del hijo y la de los padres y todos los instigadores… el aumento de los suicidios debería investigarse también aquí.