Matar a Elon Musk

¿Está en peligro la vida de Elon Musk? ¿Cuánto puede tardar un chalado en pensar que además de a Trump también merecería la pena matar a Musk? No cabe duda de que Elon Musk se ha convertido en un importantísimo pilar del Partido Republicano y de la candidatura de Trump de cara a las próximas elecciones. No son pocos de hecho quienes ven en Musk una amenaza mayor que Trump. Una cosa es caricaturizar a Trump y otra muy distinta caricaturizar a Musk. Elon Musk es quizá el mayor genio del siglo XXI, un tipo de los que aparecen una vez cada mucho tiempo como un Einstein o un Beetohoven, o un Tesla y un Edison. No es que Elon Musk sea don perfecto y no tenga sus cosillas, pero que el tipo más inteligente y visionario del momento apoye tu candidatura es un activo político de primer orden. Elon Musk se está implicando además de una manera muy activa a favor de Trump. No es tanto que Musk se encuentre fascinado por la figura de Trump como que vea con absoluta lucidez la amenaza liberticida a la que se está enfrentando todo el mundo libre si no gana Trump. Lo que hay enfrente de Trump, pensemos lo que pensemos de Trump, es un discurso liberticida que pone en riesgo la propia democracia y la libertad de expresión. Lo políticamente correcto, encarnado en los EEUU por Kamala Harris, es ya una auténtica tiranía que no tolera ninguna oposición.

La idea de un atentado contra Elon Musk no es una mera ocurrencia de este pseudomedio digital, sino una inquietud expresada por el propio Elon Musk. Por un lado ya los medios del discurso dominante empiezan a señalar a Musk como una pieza a batir, y por otra parte la implicación de Musk en la campaña y la propia relevancia de su figura lo colocan en la primera línea de fuego de cualquier actuación. Decantándose como lo hace a favor de Trump, o en contra del discurso LGTB o de la Agenda 2030, Elon Musk se arriesga a sufrir cualquier ataque tanto desde dentro como desde fuera del sistema. Desde dentro del sistema el ataque puede venir por la vía de la Fiscalía, Hacienda o cualquier otro mecanismo del gobierno. El famoso “¿de quién depende?” envenena ya casi todas las instancias en casi todas las democracias occidentales. Desde fuera del sistema, el ataque puede llegar por parte de cualquier chiflado inflamado por el discurso del odio (el de verdad, el que practica la izquierda woke) encaramado con un rifle en algún tejado. Eso si pensamos que este tipo de chalados van por libre y no que son también un ataque del sistema por un camino derivado en la zona gris del tablero.

A todo esto se puede sumar el hecho de que Trump podía haber sufrido un tercer intento de atentado en las últimas fechas, sólo que esta vez la seguridad ha funcionado y el ataque ha resultado frustrado. De todos modos se ha publicitado muy poco este nuevo ataque por dos motivos, que valen lo mismo para los EEUU que para el resto del mundo. La primera razón es que hay que evitar que este tipo de ataques puedan llevar a la gente a simpatizar con Trump. El segundo motivo es que tanto intento de asesinato contra Trump pone de relieve la naturaleza violenta y antidemocrática del bloque que se opone a Trump, y que constituye el caldo de cultivo de todos estos ataques contra Trump. Normal por tanto que Elon Musk empiece a tentarse la camisa, porque los ataques a Trump no son a Trump, sino a lo que representa Trump o al tipo de obstáculo para el discurso dominante en que se ha convertido Trump. En la medida en que también pueda ser un obstáculo para ese discurso y pase a ser por tanto un objetivo del mismo, normal que se empiece a sentir amenazado Elon Musk, nombrado ya nada menos que por Der Spiegel como enemigo público número dos.

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