En su deriva nostálgica del 36 la izquierda ha tomado una nueva decisión llamativa: sacar de su tumba a José Antonio Primo de Rivera. Sacar a los muertos de sus tumbas, aparte de algo macabro, es una decisión delicada, o debería serlo para un gobierno medio normal.
🔴ÚLTIMA HORA
El Gobierno exhumará a Primo de Rivera el próximo lunes https://t.co/QkPPNJRFuW— ABC de Sevilla (@abcdesevilla) April 20, 2023
En el caso de José Antonio concurren varias circunstancias que hacen la decisión del gobierno particularmente cuestionable. En primer lugar que no hay ningún problema con la tumba de José Antonio. No hay nada que resolver moviendo sus restos. Para tomar decisiones excepcionales como sacar a los muertos de sus tumbas, hacen falta motivos excepcionales. No hay ninguna razón excepcional ni ningún problema excepcional que haya que resolver ni que se resuelva moviendo el cadáver de José Antonio.
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En segundo lugar, José Antonio Primo de Rivera es una víctima de la Guerra Civil y un personaje de la época asesinado por la izquierda. O sea, una cosa es que decidas mover tus muertos, otra que decidas mover los muertos de los demás, y otra todavía más escabrosa mover los muertos de los demás que mataste tú. Para eso debería hacer falta un poco de pudor. Cierto es que los descendientes de Primo de Rivera pidieron el traslado de los restos, pero sólo lo hicieron al imponer el gobierno la desacralización del Valle de los Caídos, lo que contravenía las últimas voluntades de José Antonio respecto a ser enterrado en sagrado.
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En tercer lugar, mientras en nombre de una especie de pureza democrática exquisita se saca a José Antonio de la tumba, por todo el País Vasco y Navarra se siguen celebrando manifestaciones en las que se exalta a terroristas, se niega su condición de delincuentes, se justifica el asesinato de sus víctimas y se pide su impunidad y su excarcelación. Todo eso va implícito en los actos que se están celebrando constantemente con la complicidad del gobierno y de la justicia porque si pides la excarcelación de los terroristas es que defiendes su impunidad, y si defiendes su impunidad es que consideras justificada su violencia, y para que no quede ninguna duda los llamas presos políticos en vez de terroristas. No es con fotos de José Antonio con lo que hay grupos de gente saliendo a la calle, sino con fotos de terroristas de ETA. No existe un problema que haya que resolver con José Antonio, existe un problema real que hay que resolver con la exaltación de los etarras y la imposición de su relato. Y con ese problema que es el de verdad no pasa nada. Es más, lo que pasa es que esta gente condiciona la acción de gobierno.
A lo largo del día se realizaron otros actos con la colaboración del ayuntamiento de Etxarri-Aranatz.
El ayuntamiento cedió el frontón para la realización de una comida y lo "decoraron" con propaganda de @sare_herritarra a favor de la excarcelación de los etarras. pic.twitter.com/r5J5Uke5gD
— COVITE (@CovitePV) April 19, 2023
Respecto a José Antonio Primo de Rivera, tan inexistente es todo problema relacionado con él como el conocimiento que el españolito medio pueda tener hoy de José Antonio. Primo de Rivera fue el fundador de Falange Española y su ideario político podría emparentarse con matices con el fascismo, pero habría que expresar algunas consideraciones al respecto.
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Hablamos de una época en la que casi ningún partido en España podría ser calificado con justicia como demócrata. El PSOE y el PCE defendían abiertamente la dictadura del proletariado, repudiaban la democracia burguesa y aceptaban la violencia como instrumento político. Es decir, José Antonio no es más cuestionable desde el punto de vista democrático que Indalecio Prieto, Pasionaria, Largo Caballero o José Díaz. Las víctimas de la violencia franquista no eran más demócratas que las víctimas de la violencia republicana. Por consiguiente José Antonio no es menos víctima que cualquier figura política o intelectual de la esfera del PSOE o del PCE represaliada por el bando nacional.
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Por otra parte, José Antonio había sido ya encarcelado por el gobierno frentepopulista meses antes del golpe de julio del 36. La izquierda republicana mató a José Antonio cuando ya estaba en la cárcel y no era una amenaza y a pesar de no haber podido participar en el golpe de julio. Finalmente, habría que tener en cuenta cuando hablamos del fascismo que este no tenía en 1936 las mismas connotaciones que tiene en la actualidad. Es decir, en aquella época ya estaba claro que Hitler o Mussolini no eran unos grandes demócratas, pero todavía no habían llegado la guerra ni los campos de exterminio. Por el contrario, lo que se percibía era que las políticas de Hitler y Mussolini habían conseguido llevar a Italia y Alemania a unas grandes cotas de empleo y desarrollo. El balance del fascismo hasta 1936 no era ni mucho menos intachable, pero no tenía nada que ver con el balance con el que llegó a 1945 ó con el que se le juzga desde el momento actual. En cualquier caso defender el modelo italiano o alemán de 1936 en 1936 no era más reprochable, sino acaso menos, que defender en aquel entonces el modelo soviético, con lo que ya se sabía del modelo soviético, la revolución rusa, la dictadura del proletariado y la figura de Stalin. Y sin embargo a los defensores represaliados de todo aquello ni se les discute su naturaleza de víctimas ni se les impide que sus restos mortales sean buscados o descansen en sus tumbas en paz. Como por otra parte es normal. Pero que para todos a estas alturas eso sea normal.
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2 respuestas
Creo que hay una diferencia sustancial entre las víctimas de la represión de la república y del franquismo. Yo haría dos partes: 1) Represión pura, es decir juzgando las responsabilidades en las funciones de uno y otro régimen. 2) La llamada revolución populista sin juicios ni criterios contrastados. Empezando por la primera, las similitudes se pueden parecer, pero con una particularidad que en el caso de la República los juicios fueron minoritarios, mientras que en el franquismo fueron mayoritarios. En el segundo los casos del franquismo son escasos y aislados, mientras que en la República fueron abrumadores, encarcelando, robando, violando y asesinando por cosas tan vanas como trabajar en una Banco, ser de Navarra, ser de derechas, llevar zapatos, tener un crucifijo en casa, ser católico, empresario o religioso, sin olvidar las venganzas personales. A estas alturas todo este debió quedar en la «Transición», donde la derecha fue muy generosa con la izquierda, haciendo «borrón y cuenta nueva», cuando presumiblemente hubiese tenido que calificar la revolución republica como genocidio ideológico. Allí estaba Carrillo que mucho o poco tuvo que ver con Paracuellos, luego vino la Pasionaria, que alto tuvo que ver con aquellas masacres, pero con buen criterio y en pro de la convivencia se dejó todo ellos para la Historia, pero Zapatero primero y luego Sánchez se echaron de nuevo al monte, como decía Arzallus.
Antes de que los falangistas respondieran, los socialistas ya habían cometido hasta 12 asesinatos de falangistas. José Antonio pedía contención a los suyos.
El primer asesinato falangista se produjo el 10/6/34 al ser tiroteado una grupo socialista (murió la socialista Juanita Rico) que linchó a un joven falangista de 18 años, Juan Cuéllar, otros dos falangistas consiguieron escapar. Este era el ambiente de la idílica II República.