No es que nos sintamos más pobres, es que somos más pobres. ¿A quién va a creer usted, a los datos del gobierno o a las cuentas de su hogar? Ciertamente ni siquiera los datos del gobierno son muy positivos, pero la realidad es peor. La inflación ha estragado la capacidad de compra de los españoles y ha empobrecido a la población de una forma generalizada. Tanto como señalan los datos oficiales pero más en realidad. Sánchez dice que España va como una moto pero no es esa la sensación general. La sensación general, que es la realidad, es que el carro de la compra cada vez es más caro de llenar. Los cuatro jinetes del Apocalipsis son la factura de la luz, el combustible, la hipoteca y la inflación.
Sucede sin embargo que no todas las comunidades españolas han padecido por igual el empobrecimiento salarial; es decir, la pérdida de poder real de compra respecto al salario teniendo en cuenta la inflación. Como puede apreciarse en el último informe de Institución Futuro, los navarros volvemos a estar también en la parte incorrecta de esta tabla. Estamos peor en términos absolutos, y estamos peor en términos relativos, respeto a la forma en que la pérdida de capacidad de compra ha afectado a los demás.
Todo esto parte además de los datos oficiales. O sea, todos tenemos la sensación como decíamos al principio de que la realidad es peor de lo que refleja la estadística oficial. Los males que reflejan las estadísticas oficiales, y más con este gobierno, no deben entenderse como los males reales, sino las magnitudes mínimas reconocidas de esos males. El mal real es el oficial o mayor. Lo que desde luego no cabe imaginar es un daño a la capacidad real de compra menor que el reflejado por la estadística oficial. Eso sí, incluso con la estadística oficial en la mano vamos de mal en peor.