Los comunistas y los nazis no son como el aceite y el agua, sino como la Coca-Cola y la Pepsi

Más allá de un pequeño y selecto grupo, muy pocos españoles se habrán enterado de que el pasado 23 de agosto se conmemoraba el aniversario del acuerdo Ribbentrop-Molotov, firmado por los comunistas y los nazis en 1939, a sólo unos días del comienzo de la Segunda Guerra Mundial. De hecho ese pacto supuso el acuerdo entre los nazis alemanes y los comunistas rusos para invadir conjuntamente Polonia y repartírsela. O para la invasión rusa de Finlandia, otra de las simpáticas derivadas del acuerdo. El eje del acuerdo era que los comunistas rusos y los nazis alemanes sellaban un acuerdo de amistad para repartirse militarmente diversos territorios orientales ubicados entre Rusia y Alemania. Con la Alemania de Hitler y la Rusia de Stalin como potencias amigas y aliadas: así empezó, conviene recordarlo, la Segunda Guerra Mundial.

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Desde luego, más allá de que el partido nazi era un partido obrero y socialista como testimonian sus propias siglas (Nationalsozialistische Deutsche Arbeiter Partei, NSDAP), cualquiera que haya tenido la curiosidad de leer alguna vez Mein Kampf se encontrará con que efectivamente las ideas que allí se defienden son todas de tipo colectivista, socialista y estatalista, negadoras de los derechos individuales y de la libertad. Todo esto queda también perfectamente acreditado por los discursos de Hitler. El pacto Ribbentrop-Molotov es por tanto algo perfectamente lógico y natural. Pero entonces, ¿el comunismo y el nazismo son extremos opuestos o no?

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Igual que no se puede negar este acuerdo de amistad y de reparto del botín, no se puede negar que el nazismo y el comunisno tuvieron brutales enfrentamientos. La cuestión es si esos enfrentamientos necesariamente implican que el nazismo y el comunismo eran ideologías opuestas como se nos suele vender. Obviamente los enfrentamientos entre comunistas y nazis no implican que sus ideologías sean como el agua y el aceite. La realidad se parecería más a decir que el comunismo y el nazismo son como la Coca-Cola y la Pepsi. O sea, se trata de productos similares que buscan un mismo cliente y compiten en un mismo mercado. Pero no por ello son amigas. Todo lo contrario, precisamente por eso son enemigos mortales.

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No hay nada más parecido a un régimen nazi que un régimen comunista. Incluso la estética es muy similar. Desfiles. Paradas. Actos masivos. Uniformes. Los regímenes nazis y comunistas se caracterizan porque el gobierno tiene todo el poder. Todo lo decide el gobierno. No hay libertad educativa ni respeto a la propiedad. Los derechos y libertades individuales se subordinan al interés del estado y de la nación. Por supuesto el interés de la nación se encarna en el interés del partido, da igual que sea el nazi o el comunista. Quien se opone al partido se opone por tanto al mismo tiempo a los intereses de la nación y a los intereses colectivos. En nombre de la defensa de los intereses nacionales y colectivos el que se opone al partido puede y debe ser perseguido. El gobierno se asegura mediante el monopolio de la información que no haya fake news, o sea pensamiento crítico hacia el gobierno. La novela 1984 lo mismo podía describir un régimen comunista que uno fascista. De hecho el partido bajo cuyo puño de hierro tenía que vivir el protagonista de la novela era el INGSOC (English Socialism). El resto de partidos que controlaban el resto de potencias en conflicto eran perfectamente intercambiables con el INGSOC, lo que abona la idea de que se enfrentaban no por su diferencia, sino por su igualdad. ¿Cómo hemos llegado a pensar que el comunismo y el nazismo son como el agua y el aceite cuando, en una cata a ciegas, tendríamos muchos más problemas para distinguir el comunismo del nazismo que la Coca-Cola de la Pepsi? Pues precisamente por eso. Es imposible que Coca-Cola le robe una venta a Pepsi incidiendo en lo parecidas que son y que lo opuesto a la Pepsi no es la Coca-Cola sino la cerveza, el zumo de naranja o el vino. El problema de una empresa que vende cigarrillos no lo tiene con una empresa que vende leche, sino con otra empresa que vende cigarrillos.

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Por lo demás, desde que los comunistas y los nazis firmaron su pacto de amistad y de reparto del botín en agosto de 1939, hasta junio de 1941 cuando tuvo lugar la Operación Barbarroja y comenzó el ataque nazi contra Rusia, los comunistas fueron socios entrañables de los nazis mientras los nazis atacaban durante casi dos años a los franceses, belgas, holandeses, británicos o noruegos. La Segunda Guerra Mundial para los comunistas duró casi dos años menos que para el resto. Polacos, checoslovacos o alemanes orientales pudieron comprobar en primera persona respecto a los nazis y comunistas que, ser liberado de los unos por los otros, o viceversa, tan sólo consistía en un ir y venir de símbolos y de banderas para, en definitiva, seguir viviendo bajo un sistema totalitario sustancialmente idéntico.

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Un comentario

  1. No me parece muy acertada la comparación de Coca Cola y Pepsi.
    Lo primero, para juzgar los repartos y tambien las ocupaciones que tuvieron lugar por parte de Alemania en la segunda guerra mundial, hay que tener el cuenta el también «reparto» que se hizo en el Tratado de Versalles despues de la primera guerra Mundial O se mira todo o no se mira nada, como pasa con la ley de Memoria Historica.
    La primera Guerra Mundial, con sus repartos y cambios de fronteras, dio lugar a la segunda.
    Y por otra parte, no se puede comparar un régimen, el comunista, que causó mas de 20 millones de muertos entre los propios rusos y sin guerra, entre purgas y muertes por hambre (estas sobre todo), con un régimen que levantó a Alemania, de ser un país en la ruina y con un paro escalofriante, a convertirse en seis años en una de las primeras potencias europeas y con 0 parados.
    Se puede criticar la ideología por oros motivos, pero no existe comparación en ningun aspecto con el comunismo. Aunque los dos fueran totalitarios.
    En Alemania siempre existió la propiedad privada y la iniciativa y el esfuerzo individuales se premiaron prioritariamente.

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