Las sospecha del caso Velate: mucho dinero al final del túnel

¿Qué ha pasado con la adjudicación de las obras para desdoblar el túnel de Velate? Cada día que pasa el asunto parece más turbio. Según publica hoy Diario de Navarra, el presidente de la mesa de contratación propició con sus votos que las obras se concedieran a Acciona en vez de a Mariezcurrena. La mesa estaba compuesta por ocho personas, incluyendo 5 técnicos y expertos en obras, más el letrado, el interventor y un representante de la Junta de Contratación. Los encargados de puntuar las 7 ofertas para hacer la obra fueron los 5 técnicos, uno de los cuales era el presidente de la mesa. Pero la votación no se llevó a cabo, según denunció el interventor, “con garantía de imparcialidad objetiva”. Cuatro de los técnicos hicieron su valoración de forma independiente, sin comunicación entre ellos, y la remitieron al presidente de la mesa. El presidente de la mesa, sin embargo, hizo su valoración a la vista de las valoraciones de todos los demás. No sólo eso. La valoración de los otros 4 técnicos convertía en ganadora a la oferta de Mariezcurrena, mientras que los votos del presidente, conociendo ya los votos de los demás, dieron un vuelco al resultado y convirtieron en ganadora a la oferta de Acciona. El presidente no sólo sabía el resultado, sino en qué apartados tenía dar más votos a Acciona o menos a Mariezcurrena para dar un vuelco al resultado.

¿Quiere esto decir que nos encontramos ante un caso de corrupción? No necesariamente, pero lo que parece claro es que todo el procedimiento de selección queda bajo sospecha. Mal comienza este ausunto y se precisan las más rigurosas aclaraciones y la máxima transparencia, si es que no la repetición del procedimiento con todas las garantías. Una de las circunstancias un tanto sorprendente del caso es precisamente que, pese a las denuncias del interventor y los votos particulares, el interventor resuelva positivamente la licitación en vez de suspenderla. O sea, que por un lado se va a poder decir desde el gobierno que todo se ha hecho siguiendo el procedimiento pero por otro lado todo queda bajo sospecha. ¿Para qué sirve entonces el procedimiento, podría plantearse en consecuencia?

Al margen de lo que pueda determinar en último término la justicia, lo cierto es que en este caso de las obras del túnel de Velate tenemos ya todas las luces de alarma encendidas. Puede que no haya habido corrupción, pero se encuentran presentes todos los ingredientes que serían necesarios en un caso de corrupción, un gran caso de corrupción. Por un lado tenemos unas obras enormes con un presupuesto grandioso, por otro lado una catarata de fondos europeos, políticos de por medio y un procedimiento sin las garantías necesarias que al final queda al albur de una sola persona que dispone de una ventaja y de una información que no tiene el resto. A todo esto cabría añadir el hecho de que el gobierno del cambio ya no es el gobierno del cambio. Los partidos en el gobierno llevan ya 9 años y pico en el gobierno. El cambio sería sacarlos a ellos del gobierno. Ahora el régimen son ellos. Y el que ya es régimen y parece gozar de un beneplácito electoral incondicional y sin aparente fecha de caducidad siempre acaba abrazando una cierta sensación de impunidad y omnipontencia en el manejo del dinero ajeno. Ya se ha relajado la vigilancia, ya se licita el dinero mal. Con todos esos ingredientes y un procedimiento perturbador se dan las condiciones perfectas para que un caso de corrupción aparezca, porque el cambio puede consistir en cualquier cosa menos en que los miembros del nuevo gobierno y sus nuevos cargos no sean humanos. También por ser humanos los que en la oposición eran fiscales implacables ahora que están en el gobierno han cambiado su microscopio por unas lentes de madera. La corrupción aparecerá más tarde o más temprano, en Velate o donde sea, porque el caldo de cultivo ya está preparado para que surja.

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3 respuestas

  1. La Ley Foral de medidas fiscales
    para 2024 autoriza a los Directores de Servicio de la D.G. de Obras Públicas, mayores de 70 años,a permanecer un año mas en servicio activo.La norma general es la jubilación funcionarial a los 65 años.
    Bajo una falaz apariencia de generalidad,dicha disposición beneficia únicamente a un funcionario de 73 años.Se trata, por tanto,de una aviesa argucia legal,justificada con abundante y fatua literatura leguleya.Parece ser que la continuidad de este Director era,en palabras de la Administración, «imprescindible».
    El articulista describe con precisión la actuación de este vetusto burócrata.Solo hay que recalcar que con tal singular e inusual proceder en la
    adjudicación de la obra, el adjudicatario queda prácticamente a su arbitrio.Esperemos que aquella cualidad de «imprescindible» no lo sea por su proyección en este(hediondo ?)caso.

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