Parece que a veces nos preocupamos de minucias cuando el estado de derecho colapsa a nuestro alrededor, pero en realidad suele haber una relación. Cuando por ejemplo el ministro de Transportes se burla de Abascal con una foto trucada, en la que el líder de VOX aparece de puntillas y Puente dice que es por acomplejado y ser más bajito que Marine Le Pen, podría pensarse que es una cuestión meramente anecdótica, pero no lo es.
Para empezar, vayamos a lo sustancial y es que la foto no es real. Ha habido una manipulación, la foto está retocada y lo reconocen hasta los verificadores del sanchismo.
¿Ha rectificado Oscar Puente? ¿Ha borrado su tuit? ¿Ha pedido disculpas? ¿Se ha comprado una chaqueta más pequeña a ver si le queda como a Abascal? Todo lo contrario, no sólo no ha rectificado ni borrado nada sino que sigue insistiendo con las puntillas. Obviamente lo grave en este caso no son las puntillas de Abascal, sino el ostensible desprecio por parte de un ministro de la verdad.
A Oscar puente le da la mismo mentir que decir la verdad. Le da lo mismo que le demuestren que lo que está diciendo es mentira. Predomina lo que le interesa sobre la verdad. Si incluso en una cosa tan insignificante y fácil de desmentir comparando las fotografías no tiene reparos en mentir, ¿qué no hará ante una cuestión realmente grave e importante que afecte a su partido, su persona o su gobierno? ¿Qué clase de persona es Oscar Puente? ¿Es Oscar Puente la excepción o es más bien la norma impuesta por Sánchez?
El problema es que no sólo se trata de Oscar Puente o del gobierno de Sánchez. En cuanto Puente publicó su tuit, medios como El Plural (el mismo medio que le inventó un segundo DNI al juez Peinado) se lanzaron en plancha a celebrar la ocurrencia del ministro. Si triste es que un medio se dedique al peloteo gubernamental y a ser una mera caja de resonancia de un ministro mamporrero, la cosa se agrava mucho más cuando encima lo publicado por el ministro es mentira, el medio lo califica que “histórico” y una vez demostrada su falsedad no rectifica. La verdad es incompatible con el sanchismo a todos los niveles: político, social, familiar y mediático.
En medio de todo lo que está sucediendo sería tentador dejar pasar el asunto, pero todo lo que está pasando tiene mucho que ver precisamente con esto: con la normalización social de la mentira, con los gobernantes sin escrúpulos, y con los medios vendidos al gobierno. Por supuesto el más mentiroso es el primero en rasgarse las vestiduras hablando de bulos y el primero en exigir una ley para que el gobierno pueda imponer la censura. En el fondo es muy lógico: si controlas las redes sociales y censuras a los que publican la foto original sin manipular, puedes publicar la foto manipulada con total impunidad. Sólo hay una forma de que el mentiroso pueda hacerse pasar por sincero, y es acabar con la libertad. ¿Cómo saber quién es el que miente? El que miente es siempre el que quiere acabar con la libertad.
