La Unión Europea no defenderá la libertad, sino que ayudará a sus atacantes

Los españoles tenemos a la Unión Europea absolutamente mitificada. Lo mismo que pensamos, absurdamente, que España encarna todo mal, creemos igual de absurdamente que la UE encarna todo bien. Si el sanchismo amenaza nuestras libertades no pasa nada, la UE nos defenderá. La independencia judicial o la libertad de prensa no se podrán dinamitar porque Europa lo impedirá. Naturalmente esta es una creencia carente de fundamento por completo. No sólo es que la UE puede asistir indiferente al recorte de las libertades en España, sino que puede ponerse sin ningún problema del lado de sus atacantes. Quis custodiet ipsos custodes?

Allá por el 12 de julio, Elon Musk llevaba a cabo una gravísima denuncia. La UE le había ofrecido un acuerdo secreto ilegal para censurar ciertos discursos. No sólo se trataba de una propuesta para censurar secretamente ciertas ideas, sino de un auténtico chantaje. Había cierta multa multimillonaria que dependería de la aceptación o no de ese acuerdo. ¿Y estos censuradores mafiosos son los que van a defender nuestras libertades de los ataques del sanchismo? Nótese también que, según la denuncia de Musk, el resto de plataformas aceptaron la censura ideológica impuesta por la UE. Todo esto lo sabemos sólo gracias a Musk.

Mucho más recientemente, la UE ha intentado vetar la emisión de una entrevista de Elon Musk a Donald Trump. Esto ya ni siquiera lo hace la UE veladamente, sino de forma pública y estridente. Todo lo que esté a la derecha de Kamala Harris es censurable. No se puede ser menos izquierdista que doña Kamala. Kamala Harris es, por la derecha, el límite a la libertad de expresión.

¿Y por la izquierda? ¿Cuál es el límite por la izquierda? ¿Cuáles son los líderes de la izquierda a los que no se puede entrevistar en las grandes plataformas? Pues bien, resulta que no hay límites por la izquierda. No hay discursos por la izquierda que sean lo bastante extremistas como para merecer censura, igual que no hay izquierdistas lo bastante extremos como para que Sánchez no pacte con ellos. No hay cordones sanitarios al lado izquierdo. No hay nadie lo bastante a la izquierda como para merecer ser vetado como aliado de gobierno. Acabamos de ver cómo toda la UE se movilizaba contra la posibilidad de que pudiera llegar al gobierno el partido de Marine Le Pen, al mismo tiempo que la alternativa a Le Pen incluía al comunista y declarado castrista Jean-Luc Mélenchon. En España el PSOE gobierna de la mano de formaciones chavistas, pro-castristas y filoetarras, pero eso no le inquieta a la UE. Lo que de hecho hace la UE es cubrir de millones al gobierno español para que no pierda votos teniendo que adoptar ninguna medida o recorte que resulta impopular. Esto no es porque la UE reparta el dinero sin mirar el pedigrí: a Polonia o Hungría no se le da. O no se le ha dado hasta que la gente se ha dejado de “equivocar” al votar.

Cuando la UE le exige a Elon Musk un manto de silencio sobre ciertos asuntos, que todas las demás plataformas han aceptado, la pregunta es qué son esas cosas sobre las que ya no está permitido opinar con libertad. Desde luego no es difícil imaginar el listado. No se puede criticar el aborto. No se puede criticar la ideología de género. No se puede denunciar la inseguridad que está provocando la avalancha migratoria. No se puede cuestionar la Agenda 2030. No se puede denunciar tampoco que la UE se está convirtiendo en un régimen de partido único, en una gran e indiscutible maquinaria tiránica de opresión.

No cabe confiar por tanto en que la UE se vaya a convertir en un freno contra las ansias liberticidas del sanchismo porque la UE forma parte del problema y porque el sanchismo forma parte de la ortodoxia dominante y censuradora que actualmente impulsa la UE. El problema es en primer lugar que seguramente no somos aún muy conscientes de que von der Leyen y su tropa son una amenaza para la libertad. En segundo lugar, el problema es que probablemente a causa de los primero von der Leyen y su tropa siguen siendo de momento mayoritarios. Alguien llegados a este punto podría cuestionar que la mayoría pueda ser una amenaza para la democracia, como si mayoritario y democrático fueran lo mismo, como si la mayoría pudiera decidir fusilar a la minoría, o intentar cesurarla, sin que en ese momento dejara de haber democracia. En una democracia la mayoría puede dictar las leyes, pero después tiene que cumplirlas igual que la minoría. Y para eso hacen falta jueces imparciales. La única razón por la que la UE ha parecido durante mucho tiempo un baluarte de la democracia es porque nadie ponía en peligro el poder de las fuerzas dominantes.

En cuanto la ruina y la inseguridad han provocado el surgimiento de un extenso descontento popular, y formaciones fuera de esas fuerzas dominantes han empezado a recoger ese voto descontento y a amenazar la hegemonía de las fuerzas políticas hasta ahora dominantes, esas fuerzas han reaccionando quitando o concediendo fondos para premiar o castigar, imponiendo la censura, chantajeando con multas, o levantando muros al estilo comunista frente a quien cuestiona su discurso. Algunos líderes de la UE, como algunos chavistas, parecían demócratas mientras ganaban las elecciones, pero uno demuestra que es demócrata sólo cuando las pierde y abandona el poder. La situación por tanto no es que el sanchismo amenaza la libertad pero tenemos a la UE para compensar. Por el contrario, la situación es que el sanchismo amenaza la libertad y además tiene detrás el respaldo de la UE y los billetes de su Banco Central. No se trata sin embargo de enfrentarnos a esta realidad para perder la moral, sino para no dar la espalda al que nos quiere apuñalar. Los cordones sanitarios o la censura son por lo demás un síntoma de debilidad. Si se promueven ahora no es porque las fuerzas dominantes de la UE se hayan vuelto menos demócratas, sino porque antes no necesitaban recurrir a la censura, la persecución ideológica o los cordones sanitarios al no sentir amenazado su poder absoluto. Que estén teniendo que mostrar su verdadera naturaleza es por tanto una buena noticia, aunque la caída de las caretas sólo sea un primer paso en la lucha.

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