La última del Defensor del Pueblo defendiendo del pueblo al gobierno

El Defensor del Pueblo es un colono del sanchismo, y por tanto obedece al sanchismo. Esto se ha puesto de manifiesto una vez más con su decisión de no interponer recurso contra la ley de amnistía de los socios golpistas del gobierno. La ley de amnistía es corrupción y uno de los atropellos más graves posibles al estado de derecho, pero al parecer no tiene nada que decir al respecto el Defensor del Pueblo, si acaso defender al gobierno. La ley de amnistía es corrupción porque significa que uno, para conseguir el poder, compra sus votos a unos delincuentes a cambio de su impunidad, y es además un atropello a la igualdad y al estado de derecho porque divide a la población en dos: los que tienen que cumplir las leyes, y los que tienen unos votos de los que depende el gobierno. El Defensor del Pueblo de lo que se encarga sin embargo es de defender al gobierno del pueblo.

Aunque la ley de amnistía o cualquiera de los atropellos con los que día tras día nos agasaja el sanchismo son síntomas gravísimos del cáncer político e institucional que nos aqueja, lo cierto es que todos estos atropellos no estarían siendo posibles sin la previa erradicación de la separación de poderes y sin la colonización de todas las instituciones por parte del gobierno. El caso del Defensor del Pueblo es otro ejemplo de ello.

Angel Gabilondo ni es independiente ni presenta la más mínima apariencia de imparcialidad siquiera. Como en el caso del Tribunal Constitucional, de la Fiscalía General, de RTVE, del Banco de España, del CIS o de cualquier otra institución colonizada por el sanchismo, las personas designadas por el poder para encabezar estas instituciones lo que tienen absolutamente acreditados son su parcialidad y su partidismo. Angel Gabilondo ha sido ministro con Zapatero y candidato del PSOE a la Comunidad de Madrid ya con Pedro Sánchez. No es por tanto alguien de cuya imparcialidad se pueda dudar, sino que es su parcialidad la que no puede ponerse en cuestión. Y efectivamente, no cabía por tanto otra cosa que su rechazo a recurrir la amnistía y el abrazo a las tesis del gobierno.

Se le llama defensor del pueblo, pero es defensor del gobierno. El defensor del pueblo es una institución sin atribuciones ni poderes reales que el gobierno se saca de la manga en un mero acto de propaganda, para que parezca creando este órgano (y el sueldo asociado) que se preocupa por el pueblo. El problema es que si en un conflicto entre el ciudadano y el gobierno el árbitro lo elige el gobierno, malamente podemos llamar a ese árbitro defensor del pueblo. Por lo demás el caso del Defensor del Pueblo no es sino uno más de todos los ejemplos de colonización política que está llevando a cabo el sanchismo. Lo malo es que esta colonización política es ya tan amplia y tan descarada que no parece fácilmente reversible. Tampoco parece fácil que ninguno de los perfiles elegidos por el sanchismo para hacer de colonos del gobierno le vaya a dar al gobierno ningún disgusto. Si se han ido designando perfiles tan sesgados ha sido precisamente para evitar la posibilidad de cualquier disonancia. No cabe esperar de ninguna institución colonizada por el sanchismo el más mínimo atisbo de indisciplina ante el sanchismo. Y si esto ya es extraordinariamente preocupante, más aún lo es la pregunta de para qué has llenado las instituciones de colonos acríticos que te permitirían traspasar cualquier límite sin oponer una queja. Tal vez porque pretendes traspasar todos los límites llegado el momento.

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