“La policía de residuos existirá”. La frase, literal, podría haberla realizado cualquier cargo de Bildu incrustado en la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona, pero ha sido un catedrático de derecho administrativo de la Universidad de Navarra quien la ha pronunciado, dentro de las jornadas sobre Gestión Eficiente de los Residuos que se desarrollan en el Planetario.
X
A nadie se le escapa que el interés de Bildu por los derechos de las mujeres, los gays, los inmigrantes o el medio ambiente tiene truco. Bildu lleva a cabo una constante sobreactuación en todos estos campos para compensar el campo, ay el campo, en el que el único derecho de algunos es el de recibir un tiro en la nuca o al menos una paliza. Bildu de hecho es hasta cierto punto pionero de la eco-represión en España, con las tarjetas en los contenedores y la vigilancia sobre las bolsas de basuras de la ciudadanía. Lo de si está mal matar de un tiro en la nuca a un concejal del PP, como diría Maddalen Iriarte, depende del relato, pero respecto a echar un cartón en el contenedor del vidrio no hay relato que valga: condena inmediata.
X
Desde luego el reciclaje está muy bien, pero que lo hagan las empresas de reciclaje. Es un abuso pretender que los ciudadanos tengan en un pequeño piso ocho cubos de basura distintos. Es absurdo echar las cosas al contenedor orgánico en una bolsa de plástico. No tiene sentido que haya que tocar los contenedores con las manos para abrirlos, o que los agujeros sean tan pequeños que haya que echar las botellas de plástico de una en una. Puestos a pagar un cuerpo de policías de los contenedores, ¿no sería mejor pagar a un cuerpo de trabajadores que separaran las basuras en vez de apostar por la represión? ¿Por qué hay que separar la basura en origen en vez de en destino? ¿Por que nos quieren convertir a todos los ciudadanos en trabajadores sin salario de las empresas de reciclaje y nos quieren vigilar mediante una policía que también paguemos nosotros?
x
Lo cierto es que resulta un tanto inquietante el tipo de sociedad al que parecemos ir encaminándonos a marchas forzadas. A ninguno nos gusta la suciedad y la basura, pero tampoco nos gusta el comunazismo. La sociedad ecosostenible hacia la que nos están dirigiendo, en la que todo estará híper regulado e híper-vigilado, en la que no tendremos nada, en la que no podremos decidir nada, y en la que existirá un estado policial para vigilar lo que pensamos, lo que decimos o lo que tiramos a la basura, resulta tan odiosa como la propia suciedad o la propia basura. Además la disyuntiva entre dictadura o basura parece un tanto falsa. No queremos basura ni dictadura.
X