Hay un problema para acabar con el sanchismo, y es el sector del PP que encabeza el propio Feijóo. La alternativa al socialismo no puede ser el socialismo. La alternativa al socialismo del presente no puede ser abrazar las ideas socialistas de hace 10 años. La alternativa a los pactos de Sánchez no puede ser buscar un acuerdo con el PNV y Junts. El mítico “PSOE bueno” va a ser al final una cosa que sólo existe dentro del PP.
¿Por qué está gobernando Pedro Sánchez en vez de estar gobernando ahora mismo la derecha? Pues porque el 23-J la derecha se presentó a las elecciones dividida. ¿Y por qué se presentó dividida? Porque el PP, pilotado por los arriolas y los “sorayos”, estuvo ninguneando durante décadas a la mayor parte de su electorado. Esa parte del electorado del PP harta de ver a la derecha en la oposición, o a la derecha no cambiando nada cuando estaba en el gobierno, se buscó otro partido, por eso nació VOX. La culpa de la ruptura de la unidad de la derecha y de que ahora mismo gobierne Sánchez es de ese sector del PP que en realidad a lo que aspira es no a ser el PP, sino el PSOE bueno. Feijóo forma parte de ese sector, por lo que ese sector (que es el que por ejemplo pactó hace 6 meses la entrega del CGPJ) se siente fuerte para poder aparecer insultando Trump, reclamando obispas en España y diciendo todo tipo de insensateces en general, cosas que además nada tienen que se ver con los deseos y los valores de su masa electoral.
¿El problema es González Pons? No, el problema es Feijóo. La derecha no sólo se enfrenta dividida a la izquierda, sino que se enfrenta a la izquierda con un brazo atado. El PP se ha desmarcado de las declaraciones de Pons, pero estas declaraciones son sólo un síntoma de la enfermedad. Toda la gente de la que Feijóo elige rodearse es gente del perfil de Pons. Toda la gente del PP que no tiene el perfil de Gamarra, Sémper o Pons, es gente no elegida por Feijóo o de la que Feijóo no puede prescindir sin dinamitar el partido. La tendencia de Feijóo sin embargo es clara y sus consecuencias tan patéticas como su asistencia al congreso de la UGT, la misma que ahora convoca a manifestarse contra el PP.
Por lo demás, si González Pons echa de menos una obispa en España, lo cierto es que ya tenemos una obispa en España. No es una obispa católica, pero tampoco lo es la admirada obispa de Pons que abroncó a Trump por su descreimiento en la religión woke. En España ya tenemos una obispa así, que profesa el credo woke de forma fanática, que persigue implacablemente a los herejes que cuestionan ese credo y que en los ratos libres suelta violadores. ¿Necesita usted muchas más pistas, señor Pons? Puede usted pedirle cuando quiera su bendición.