El Consejo General del Poder Judicial, por unanimidad, ha roto el bloqueo con dos nombramientos que, sumados a los del gobierno, posibilitan la renovación pendiente de 4 magistrados del Tribunal Constitucional. De este modo se pone fin a la crisis institucional de los últimos tiempos entre el ejecutivo, el legislativo y el judicial. El problema es que hay formas de poner fin a un problema, y acaso esta sea una de esas formas, que pueden dar lugar a un problema todavía mayor que el que pretenden resolver.
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El desbloqueo de los nombramientos en el CGPJ ha venido dado por la decisión del llamado “bloque conservador”, mayoritario en este órgano, de evitar la designación del izquierdista José Manuel Bandrés designando a otra izquierdista, María Luisa Segoviano. La diferencia entre Bandrés y Segoviano, aunque ambos izquierdistas, es que Bandrés votaría en el TC a Conde Pumpido como presidente mientras que se espera que Segoviano vote a María Luisa Balaguer, otra izquierdista.
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O sea, lo que tenemos por un lado es una renovación que consiste en que 3 de los 4 renovados del TC son izquierdistas, lo que le otorga al gobierno la ansiada mayoría progresista en el Constitucional. Y lo que tenemos por otro es la posibilidad de que el TC lo presida o Conde Pumpido o Maria Luisa Balaguer, ambos izquierdistas. Podemos llamar a esto como queramos, menos una victoria de la independencia y mucho menos una victoria del bloque conservador.
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Si el desbloqueo decidido por la mayoría conservadora del CGPJ se basa en apostar por la figura de María Luisa Balaguer como futura presidenta del TC, en vez de Conde Pumpido, merece la pena repasar un poco los antecedentes de esta magistrada que no es “muy de izquierdas” porque lo digamos nosotros, sino porque recientemente se definió así en una entrevista en la SER contraponiéndose con Joaquín Sabina.
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María Luisa Balaguer se ha destacado recientemente por oponerse a que el TC le parara los pies al gobierno en su intento de asalto a este tribunal por mayoría simple. También ha resultado llamativa su actitud por su oposición a que el TC declarara inconstitucionales los estados de alarma y el cierre del Congreso. Asimismo se opuso a la condena por sedición a los golpistas del “prusés”. La guinda es la citada declaración en la SER, en el programa de Angels Barceló, definiéndose como “muy de izquierdas”. ¿Alguien se imagina la reacción de la izquierda o la imparcialidad que se le podría atribuir a un magistrado que, en el programa de Jiménez Losantos, se declarara “muy de derechas”? Pues por lo visto esto es lo que la mayoría conservadora del CGPJ abraza como un mal menor frente al nombramiento de Bandrés. Todo ello asumiendo que María Luisa Segoviano votará a esta joyita con toga en vez de a Conde Pumpido, lo que además es bastante suponer. Si prescindimos de todo el proceso de bloqueo, ¿en qué momento este resultado se podría calificar de satisfactorio? Seguramente la habilidad de la izquierda consiste en eso precisamente: enrarecer tanto la situación hasta que consigue lo que quiere, al punto además que la derecha considera una buena solución y un alivio darle lo que quiere, o el 90% de lo que quiere. Por la indisimulable satisfacción del gobierno ante esta forma de solucionar el bloqueo cabe sospechar que sus pactos con el separatismo no peligran demasiado por esta renovación.
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Sólo el futuro dirá qué es lo primero y lo segundo peor de esta forma de haber desbloqueado las renovaciones. Si que se haya conformado una mayoría claramente gubernamental y sin atisbo de imparcialidad, o si que se haya desperdiciado una gran ocasión para salir del desbloqueo mediante una reforma del sistema de elección. Una reforma que tenía que haber consistido en separar a los políticos de los nombramientos dejando en manos de los propios jueces, pero no de jueces elegidos previamente por los políticos, el futuro sistema de renovación, porque la Justicia, que por eso lleva una venda en los ojos, o es imparcial o no es.
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2 respuestas
Tiemblo porque me acuerdo que el tribunal Constitucional de Venezuela fue clave para que Maduro diera su golpe de estado una vez que había perdido el congreso mediante elecciones democráticas. Maduro se bajo la bragueta y convocó un proceso constituyente cerrando el parlamento y nombrando otro parlamento constituyente formado por congresistas de su cuerda. La pobre oposición ganadora de las elecciones democráticas se qiedo tan en fuera de juego que solo se les ocurrió denunciar el acto al Tribunal Constitucional de Venezuela y éste formado por Chavistas además de orinarse en la boca de la oposición declaró que era totalmente constitucional lo que Maduro había hecho: Un golpe de Estado
¿Qué va a pasar el año que viene en España? ¿Otro 23F?¿Un 11M? Desde el 11M todo es 11M
Entrar en el lenguaje de «magistrados conservadores y progresistas» equivale a dar la razón a estos golpistas Son magistrados independientes y magistrados comunistas.