La justicia poética del caso Errejón

Se veía venir. Errejón asegura que está siendo víctima de una falsa denuncia por parte de la mujer que le acusa de agresión sexual. El mismo Errejón que aseguraba que las denuncias falsas no existen y que quienes hablan de denuncias falsas son una extrema derecha fanática dedicada a criminalizar a las mujeres.

Pero hay más.

Resulta que el juicio de Errejón se ha suspendido por la baja médica de la abogada de la actriz denunciante. Lo que ocurre es que la abogada de la actriz está embarazada. Por consiguiente, considerando todas las circunstancias, puede ser que el juicio de Errejón se suspenda durante unos 5 meses. Según Confilegal, este plazo incluiría 16 semanas de baja por maternidad de las que 6 son obligatorias e ininterrumpidas inmediatamente tras el parto. Las otras 10 semanas restantes se pueden disfrutar a jornada completa o parcial tras el periodo obligatorio. Y además a ello hay que sumarle el permiso de lactancia que comienza una vez finalizada la baja de maternidad.

¿Tenemos a Errejón encantado con este avance del derecho y del empoderamiento de una mujer abogada para no ser penalizada y desplazada de un caso a causa de su embarazo? Pues resulta que tampoco. Este luchador archifeminista por los derechos de la mujer que no creía en las falsas denuncias también protesta por la baja maternal de la que puede disfrutar la abogada de su acusadora. Dice que es mala fe y que prolonga injustamente su “pena de banquillo”, que debe ser otro invento de la extrema derecha fanática que Errejón acaba de descubrir. ¿Qué pretende Errejón? ¿Que las abogadas no se puedan quedar embarazadas? ¿Que los despachos sólo contraten abogados?

Resulta complicado empatizar con Errejón porque simplemente está siendo víctima del marco que él mismo ha construido. Cuando han sido otros hombres las víctimas de ese marco, a Errejón no le ha interesado su situación. Y por otro lado Errejón no ha pedido perdón por haber contribuido a la creación de ese marco, ni ha renegado de sus ideas, ni ha reconocido ningún error.

A Errejón le está pasando como a otros muchos podemitas que entran a formar parte de una organización comunista y después se extrañan de que haya purgas, de que no exista democracia interna o de que se silencien las voces críticas. ¿En serio puede alguien entrar en una organización comunista y extrañarse de eso? ¿Qué se piensan que es el comunismo?

Es posible que Errejón sea inocente. Contra su propia doctrina y la de su partido, de la que ahora se ha convertido en víctima, Errejón tiene pese a todo presunción de inocencia. Es su culpabilidad la que tiene que probarse. Sería no obstante deseable por parte de Errejón una renuncia pública al ignominioso “hermana yo sí te creo”. No es el género lo que determina la culpabilidad o la credibilidad, sino las pruebas, al menos en un universo jurídico racional. Nos encontramos eso sí ante un clamoroso y hermoso caso de justicia poética. Podemos y sus movimientos satélite llegaron a la vida política esgrimiendo un adanismo adolescente del que este caso sólo es una consecuencia marginal. Iban a reventar todo lo establecido y sustituirlo por un nuevo paradigma revolucionario. No se detuvieron a pensar que si algunas cosas llevan establecidas hace mucho tiempo puede ser que hubiera un porqué y que algunas cosas no son nuevas sino fracasadas hace tanto tiempo que ya se ha olvidado por qué fueron desechadas. Prácticamente todos los aspectos de la realidad en que han intervenido Podemos o su derivado Sumar han acabado o van a acabar siendo un desastre, desde el sólo si es sí hasta la ley sueltavioladores, pasando por la okupación, el topado de los precios, la criminalización de las empresas, la restauración de la naturaleza o el hermana yo sí te creo. Llegado el caso, eso sí, de todas las víctimas de las destructivas ideas de la extrema izquierda la menos injusta, aunque injusta, sería Errejón.

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