Una de las noticias más manoseadas por el gobierno central y sus terminales para culpar a Mazón de la tragedia de la DANA ha sido la de que el presidente autonómico popular tuvo la osadía de, nada más llegar al poder, eliminar la Unidad Valenciana de Emergencias, supuestamente una especie de UME particular, realmente parece más bien que una oficina con tres colocados a dedo, un teléfono y un salario sideral. Ni las obras hidraúlicas, ni las alertas, ni la UME de verdad hubieran marcado supuestamente la diferencia como esta Patrulla X creada por Ximo Puig.
Lo cierto es que el escándalo de la izquierda ante la eliminación de este dudoso organismo, que nunca llegó a estar operativo, contrasta con lo sucedido en Navarra cuando la izquierda llegó al poder en 2015 y una de sus primeras medidas, precisamente, fue la eliminación de la Agencia Navarra de Emergencias.
A diferencia de la Unidad Valenciana de Emergencias, la Agencia Navarra de Emergencias llevaba varios años operativa en Navarra y había mostrado un buen desempeño. Su pecado original no es que no estuviera funcionando bien, sino que su creación había sido una decisión de UPN. Cuando en el verano de 2022 la Comunidad Foral padeció una serie de incendios forestales devastadores, no faltó quien echara de menos esta agencia liquidada por el gobierno del cambio con tan gran precipitación y falta de estudio.
Desde luego cabría debatir sobre la necesidad o la utilidad de este tipo de organismos y hasta qué punto aportan algo a la resolución y coordinación de una crisis o precisamente a la complicación del organigrama. Lo que no cabe debatir es que una vez más nos encontramos ante la inevitable doble vara de medir, en virtud de la cual no hay desastre que no se hubiera podido evitar con una agencia de este tipo en la Comunidad Valenciana mientras que por lo visto era perfectamente prescindible y eliminable en Navarra. Al final lo que decide el veredicto sobre este tipo de agencias parece que es sólo el color del que decide crearlas y el color del que decide cerrarlas. No me pida que me indigne por lo que alguien ha hecho, dígame antes cuál es su color para que sepa si tengo que aplaudir o rasgarme las vestiduras.