El fiscal de Sala contra los Delitos de Odio y Discriminación, puesto que resulta que existe un Sala específica para ello, ha propuesto modificar el Código Penal con el objetivo de que se pueda prohibir el acceso a Internet o a redes sociales a quienes hayan utilizado estos canales para cometer delitos de odio. Esto es, para promover o incitar la discriminación de determinados colectivos por motivos racistas, xenófobos o ideológicos, entre otros. La noticia puede que sea así o puede más bien que sea este fiscal quien, en vez de promover nada por sí mismo, canalice los deseos del gobierno de censurar y tomar el control de lo que se puede o no se puede decir en las redes sociales y los medios críticos con el sanchismo.
Atención a esto -> El fiscal propone cambiar la ley para prohibir el acceso a las redes a quienes las utilicen para campañas de odiohttps://t.co/X6JLTJ1ixu
— Ignacio Escolar (@iescolar) August 21, 2024
Como todo el mundo sabe, Pedro Sánchez y sus socios han iniciado una cruzada política y penal para limitar la libertad de expresión, la cual se convertirá en los próximos meses en una ley de hierro contra la prensa. Para justificar esta futura represión, hace meses que tanto el propio gobierno como sus medios afines y sus personajes satélites vienen abonando el terreno ante la opinión pública para legitimar la capacidad de protestar, cuestionar y criticar al poder.
Dice Fernando Trueba que “…la libertad de expresión no puede contemplar la libertad de mentir. La mentira debería ser un delito…”.
— Javier Noriega Gómez (@javiernoriegago) August 19, 2024
Y yo me pregunto:
¿¿¿Qué hacemos entonces con Pedro Sánchez???. pic.twitter.com/jIzbQofX7m
Como siempre en estos casos, el gobierno no presenta sus medidas represoras anunciando que quiere limitar la libertad de expresión o la capacidad de la sociedad de criticar a los partidos en el gobierno. Eso sería difícil de vender. Por consiguiente, la forma de presentar medidas que reprimen la libertad de expresión es venderlas como una forma de limitar la difusión de bulos, porque tenemos un problema muy grave con los bulos. Y nadie puede apoyar que se difundan bulos o que el gobierno persiga a los que difunden los bulos. Naturalmente siempre que hablemos de bulos que no emitan los satélites del gobierno o el propio gobierno.
Atención a esto -> El PP apoya prohibir el acceso a las redes a quienes las usen para campañas de odiohttps://t.co/9hSfGiyBSn
— Ignacio Escolar (@iescolar) August 21, 2024
La lógica represora del gobierno no tiene en realidad mucho misterio:
1-No se pueden tolerar los bulos
2- La izquierda decide lo que es un bulo
3- Consiguientemente todo lo que dice la derecha es un bulo
4- No se puede tolerar nada de lo que dice la derecha y hay que perseguirlo
Siendo objetivos, si alguien recibe una constante avalancha de bulos y odio es precisamente la derecha por parte de la izquierda. Todo el que no es de izquierdas es un fascista, un odiador, un enfangador, un difusor de bulos, un corrupto, un homófobo, un xenófobo, un intolerable negacionista de las cada vez más indiscutibles políticas del recetario progresista. Fuera del catecismo izquierdista, cada vez hay menos espacio para lo discutible. Todo lo que no es la ortodoxia izquierdista, es fascismo, transfobia, fango… Todo aquello que cuestiona mínimamente cualquier postulado woke inmediatamente merece una etiqueta que automáticamente lo convierte en intolerable. Ya sólo falta una ley y un fiscal que añadan a esa intolerabilidad un efecto penal.
Lamentablemente esta progresión sólo nos puede llevar a uno de estos dos escenarios. O bien un escenario en el que exista de hecho una auténtica dictadura de la izquierda, en la que aquí sólo se pueda decir lo que le parece bien al sanchismo o al pensamiento woke dominante, o bien un escenario en el que la izquierda pierda el poder y la derecha pueda aplastar a la izquierda volviendo contra ella todas sus leyes liberticidas. En cualquier caso avanzamos hacia un escenario de más represión y menos libertad. Cada paso que se avanza hacia ese escenario, por otro lado, hace más difícil su reversión. Porque cada paso en ese sentido hace un poco más fuerte al poder y un poco más débil a la sociedad.