Nuestros mandarines no lo quieren reconocer, pero Navarra tiene un problema real. Tal vez no un problema presente e inmediato, o que al menos haya desplegado ya en el presente todas sus implicaciones, pero sí un evidente diagnóstico que sólo puede llevar a la alarma, la preocupación y la rectificación. Normalmente antes de morir un motor o una persona presenta una serie de síntomas: se enciende el chivato del nivel de aceite, salta el avisador de las pastillas de freno, o toda la analítica del paciente aparece alterada. Todavía no estás muerto, pero las señales avisan. Ese es más o menos el estado en que se encuentra Navarra y despreciar las señales de aviso y las analíticas porque todavía no nos ha dado el infarto es una irresponsabilidad manifiesta.
Aunque los casos que más nos llaman la atención o más nos alarman son las noticias concretas de la marcha o el cierre de tal o cual empresa, se trata de informaciones que podrían confundirnos, porque las empresas a las que les va bien o vienen de fuera no generan manifestaciones en la calle y pueden no ser noticia. Las estadísticas sin embargo muestran una visión de conjunto que confirma los peores presagios. El drama es que las únicas cifras que preocupan a los actuales partidos en el gobierno de Navarra son las electorales, y de momento en las encuestas no ven un castigo. Lamentablemente puede ser que el electorado navarro no cambie de voto para evitar el golpe sino a consecuencia del golpe. Del futuro golpe entonces no nos libramos.
Como publicaba recientemente Institución Futuro, tenemos una fuga real de empresas tanto en número como en facturación. O sea, son más, muchas más, las empresas que se marchan de Navarra que las que llegan y facturan mucho más las empresas que se marchan que las que llegan. No hace falta ser unos genios para entrever cuál puede ser el desenlace pasando el tiempo si no se revierte la situación.
Lo irónico es que Navarra dispone de una herramienta fenomenal para convertirse en un polo de atracción que es el Fuero, sólo que esa herramienta, que algunos dicen privilegiada, puede convertirse mal usada en un instrumento privilegiado de autodestrucción.
El último dato conocido de inversión extranjera en España por comunidades debería llevarnos también a la reflexión. La Rioja está captando 4 veces más de inversión extranjera que Navarra. ¿De verdad no podemos ver que algo estamos haciendo mal? ¿En serio podemos creer que esto no va a tener consecuencias en el futuro económico de Navarra si no se revierte la situación?
La complacencia del gobierno de Navarra es como la forma de conducir de quien aparca de oído. Es decir, sólo se entera de lo que sucede al golpear los coches de alrededor. No ve lo que tiene delante, no ve lo que tiene detrás, no corrige antes de llevarse los golpes, no evita los choques. No hay ningún momento en que el gobierno conduzca bien. Le daría lo mismo conducir con los ojos cerrados. Estar bien es el tiempo que pasa entre que hemos chocado con el coche de delante y vamos a chocar con el coche de atrás. Si el que aparca de oido además empieza a quedarse sordo el coche está condenado a convertirse en una escultura de ARCO con ruedas. Para rematar la amenaza no hablamos de aparcar un coche sino de la economía navara, algo grande como un camión.