La descristianización de España

¿Es raro hablar de Dios y de religión? ¿O lo raro es no hablar ya casi nunca de ello? El caso es que para abordar este tipo de cuestiones la Fundación Villacisneros organizó el pasado martes un interesante coloquio dentro de su ciclo “España como preocupación”, en el que se abordó “La descristinianización de España”. El moderador del evento fue el periodista César Cervera y participaron el Obispo de Vitoria Juan Carlos Elizalde, el sacerdote y profesor de Historia Medieval y Contemporánea de la Facultad de Teología de Vitoria don Manuel Gómez-Tavira, e Irene Pozo, directora de contenidos sociorreligiosos de Abside Media (COPE y 13TV).

Según los datos del CIS, hay en la actualidad un 60% de españoles que se declaran católicos de los que sólo el 20% es practicante. Hace 10 años eran católicos el 70% y hace 20 años eran el 80%. Estos fueron algunas de las cifras a partir de las cuales se puso en marcha el coloquio. En la diócesis de Vitoria, en 2023 hubo 2.216 nacimientos y sólo 657 bautizos. Hubo 907 matrimonios y sólo 103 de ellos se celebraron por la Iglesia. Cierto es que lo anormalmente altas eran quizá las cifras del pasado y que ahora muchos nacimientos son niños de padres inmigrantes que provienen de otras culturas. En cualquier caso afrontamos no obstante un retroceso y una descristianización de la sociedad española.

Podríamos también pensar, y a partir de aquí añadiremos nuestras propias reflexiones a las de los ponentes, que aumentan los españoles que no creen en Dios o en el catolicismo pero que no creen en nada. O sea, el cristianismo es sólo un ámbito más en el que son descreídos. Dicen creer en la ciencia pero la desconocen, no creen en la moral, en el matrimonio, en España, en el amor, en ideologías, en partidos políticos, en el esfuerzo, en el trabajo, en el sacrificio. A la vez llenan el vacío con creencias dispersas y pintorescas: el nacionalismo separatista, el yoga, el deporte, el socialismo, el culto al cuerpo, la lucha contra el culto al cuerpo, el animalismo, la ideología de género, el visionado compulsivo en redes sociales de mensajes de influencers, los libros de autoayuda. No han dejado de creer, han pasado a creer ideas mas tontas.

¿Cómo ha ido perdiendo espacio en la sociedad el cristianismo? Quizá cuando la población era 80% o 90% cristiana ya no había espacio para avanzar y sólo cabía ya retroceder y esperar la llegada del pendulazo. La adscripción cristiana de muchas de esas personas quizá era también en alguna medida sólo mimética, insincera o escasamente fundamentada. Por otro lado el laicismo ha ido llegando como una apisonadora. No retrocede la religiosidad sino que es empujada fuera de la pista. Los propios cristianos, por otro lado, han asumido en buena medida que sus creencias son un asunto privado y casi clandestino.

Desde luego la fe no se puede imponer pero es que en realidad no se puede ni autoimponer. Quizá tampoco se puede evitar. Se puede acaso generar un clima favorable a la fe o no, propicio para escuchar o no, igual que para ver el cielo estrellado hay que evitar la contaminación lumínica y salir de la gran ciudad. Claro que quien ya siempre ha vivido en la gran Babilonia puede que ni siquiera haya visto previamente nunca las estrellas y haya que empezar por ahí.

¿Sería de algún modo una solución el surgimiento de un partido político cristiano confesional? Los ponentes fueron escépticos respecto a esta posibilidad y recordaron los escasos resultados de los intentos en este sentido en distintos lugares en el pasado. Mejor quizá el cristianismo y el testimonio personal, pero si no se trata de decir la Iglesia a quién se debe votar, o que la Iglesia tenga un partido, sí quizá que la Iglesia recuerde que se vote según criterios cristianos, siendo no obstante cada cual quien decida el partido que mejor refleja los valores cristianos. Por lo demás es evidente que no todos los partidos se encuentran igual de cercanos o lejanos a los valores cristianos, por no hablar de los partidos que son manifiestamente anticristianos. También es verdad, al menos idealmente, que no se trata de cristianizar a un partido sino a todos los partidos, a una parte de la sociedad o a una parte de los españoles sino a todos los españoles. El fin de un partido es trasladar su mensaje a la mitad más una de las personas para ganar las elecciones y gobernar, el mensaje cristiano por contra pretende llegar a todos los corazones.

En el retroceso social del cristianismo encontramos sin duda como una de las causas el miedo a manifestarse como cristiano porque hay burla, cancelación, discriminación y discurso único. Hay un laicismo político pero también artístico, cultural, social y mediático. Como consecuencia, ideologia de género, aborto o eutanasia se han convertido en tabús que no se pueden discutir y por los que la Iglesia es cancelada. Pero a la vez es una oportunidad y una forma de diferenciarse. Existe una antropología de estado no optativa y contraria a la cristiana. La alternativa es a menudo sólo la Iglesia. La puerta de salida a los desastres que produzca en las personas esa antropología de estado será percibida quizá a largo plazo por mucha gente como la puerta de entrada a la Iglesia. Tal puede ser el resultado de distinguirse ahora casi en solitario contra ese discurso único.

La persistencia del cristianismo y del mensaje cristiano, por otra parte, no depende sólo de lo bien o lo mal que lo hagamos, y esto es bueno y malo. Es decir, por mal que lo hagamos no podemos cargarnos la iglesia y la fe cristiana, porque el mismo Dios es su valedor y su fundamento. Pero por esto mismo podemos tener la tentación de dejar todo en manos de Dios y desentendernos de la defensa de la fe y su transmisión. Por otro lado es imposible transmitir lo que no se vive y es imposible no transmitir, incluso sin querer, la fe que se vive. En este sentido quizá un problema es que los cristianos vivamos igual que los demás. Para qué se iba a hacer alguien cristiano o por qué se iba a fijar en los cristianos si viven igual y se comportan igual, a veces igual de mal. La sociedad tiene que ver algo diferente o que les funcione mejor a los cristianos para sentirse interesada en lo que creen. El mundo tiene que percibir que las familias cristianas y los matrimonios cristianos son más sólidos y felices. Tiene que llegar a la conclusión de que la gente en la que puede confiar o que le ayuda en un momento dado es cristiana. Ha de notar que la gente que no sólo soporta mejor los embates de la vida sino que los soporta con una sonrisa es cristiana. Sólo entonces quizá se preguntará cuál es la fórmula de esta gente para que funcione mejor. Revisa lo que crees y tu compromiso con lo que crees si no estás funcionando mejor que los que no creen.

Igual que ahora hablamos de descristianización, seguramente va a haber una reacción y un momento en el que empecemos a hablar de recristianización, porque sus ideas, las del mundo, ahora que son dominantes se va a ver que no funcionan. El resultado de su aplicación no va a ser un mundo feliz y una situación en la que va a resultar deseable quedarse para siempre, sino una dictadura insidiosa llena de vidas vacías y aroma a fentanilo.

Hay desde luego y menos mal un conflicto entre La Isla de las Tentaciones y el Evangelio, y al final la Isla de las Tentaciones conduce al fracaso personal y colectivo. Vivimos en una sociedad dominada por la inmediatez y en permanente conflicto entre el pequeño placer a corto plazo y la felicidad a medio y largo plazo. El problema es que para ceder al placer inmediato no hace falta ninguna virtud mientras que para renunciar a él por un objetivo mayor y superior pero a largo plazo sí que hacen falta fortaleza, claridad mental, voluntad y ayuda divina.

A los niños educados en la ideología de genero los van a convertir en carne de psiquiatra y el psiquiatra tampoco les va a saber arreglar su futuro. En algún momento van a descubrir que han sido estafados, como los concursantes de la Isla de las Tentaciones, yendo a ninguna parte de coche averiado en coche averiado, o si no ellos mismos todos los que los observan van a ver que han sido estafados, y van a intentar escapar de esa estafa y volver al sentido común. Perdón, al mensaje cristiano.

Por si fuera poco, como también se introdujo en el coloquio, la pelea ya no es sólo con el laicismo y la falta de fe, sino con la irrupción del Islam a través de toda la inmigración masiva que no estamos integrando. La democracia sólo ha arraigado en países de cultura cristiana. Podemos pasar del laicismo al Ramadán sin solución de continuidad. Sea como sea, el futuro parece abocado a la nostalgia del cristianismo porque las alternativas, ya sean el vacío laicista o el islamismo, funcionan peor. Y funcionan peor porque su discurso y su visión del ser humano son llaves defectuosas para entrar en la cerradura que abre la puerta de nuestra naturaleza. Casan peor con la realidad. Por eso al final la llave que abre la puerta acaba siendo la misma aunque en peor de los casos sólo se consiga llegar a ella, o volver a ella, a base de probar y probar.

El plan para hacer frente a esta situación es el Evangelio. Igual que hubo mucha gente que ya escuchaba el Evangelio como quien oía llover, sin prestar atención, como una aplicación para dormir, ahora hay mucha gente que en un momento dado va a descubrir el Evangelio porque nunca ha oído hablar de él. Y seguramente esa gente que llegue por primera vez al Evangelio quede impactada como quedó impactada hace 2.000 años la gente que por primera vez escuchó predicar a Jesús su mensaje de esperanza, trascendencia y amor.

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