Pocas cosas más hay más genuinamente negras en Navarra en estos tiempos que la cara del rey Baltasar y el futuro de Landaben. Naturalmente esto depende un poco de a quién se le pregunte. Un político que aún espere rascar votos entre los trabajadores de Landaben, sus familias, o los trabajadores y familias navarras de todo el sector auxiliar del automóvil, seguramente verán rosa donde todo el mundo ve negro, o al menos dirán que ven rosa, pero es que tenemos elecciones forales en mayo.
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Esa maravillosa “electrificación” que nos han vendido y aplaudido nuestros políticos como el epítome de toda política de progreso, resulta que es ahora la raíz de la ruina de Landaben. Primero porque en ese proceso de electrificación la parte del león se la va a llevar Cataluña y no Navarra. La razón evidente es que para el PSOE Navarra son 2 diputados, mientras que Cataluña son 12, más los 28 de otros socios de progreso catalanes. La gran beneficiada de la transición energética va a ser Martorell, no Landaben.
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Pero ni siquiera esto es del todo cierto. La electrificación no compensa la descombustión del sector del automóvil. Por un lado porque para fabricar coches eléctricos hace falta menos plantilla, por la sencillez del motor eléctrico, y por otro porque no se trata realmente de sustituir el parque de vehículos de combustión por vehículos eléctricos, sino ya de paso por reducir considerablemente el parque de vehículos. Así las cosas la electrificación puede suponer fácilmente una reducción del sector a la mitad del tamaño actual, y de esa mitad que quede casi todo encima se lo lleva Martorell.
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¿Y qué dice de esto y de su repercusión sobre Landaben nuestro insigne gobierno foral? Pues todo lo contrario a la realidad. En palabras de Elma Saiz, que “el futuro de la planta está garantizado gracias a la electrificación”, cuando lo que garantiza la electrificación es precisamente que Landaben quede diezmada, y que “desde el Gobierno de Navarra lo que se está haciendo es trabajar intensamente para crear un ecosistema de inversión y de empleo atractivo en nuestra comunidad, de manera interdepartamental”. Nuevamente todo lo contrario a la realidad. Lo que está haciendo el gobierno foral de manera interdepartamental es crear un ecosistema irrespirable para la inversión empresarial. Además de haber creado un infierno fiscal y un estado de inseguridad jurídica absoluta, los partidos que conforman o apoyan el gobierno foral insultan a los empresarios todos los días. Unos partidos cuyo discurso a sus bases electorales es la promesa de luchar contra los inversores y los empresarios no puede crear un ecosistema de inversión y de empleo sino un ecosistema que espanta a la una y destruye al otro. A rellenar el hueco que deje Volkswagen, nadie pudiendo elegir cualquier otro lugar del mundo va a venir a poner su dinero y ser insultado en un lugar fiscalmente hostil y con un gobierno dependiente de comunistas y filoetarras.
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Una vez más hemos de recordar la sentencia de Antonio Catalán diciendo que sin la UNAV y la Volkswagen Navarra sería Soria. El problema es que la UNAV cada vez se piensa más si cada euro que invierte lo coloca en Madrid o en Navarra y a la Volkswagen, tal y como la hemos conocido, ya la tenemos en la UCI. Por si fuera poco lo que queda de Navarra sin la UNAV y la Volkswagen no es Soria, sino una Soria plagada de rojipardos y jurrutus.
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Hay quien se malicia de que no todo el mundo vería como algo malo que Navarra acabara convertida en un cráter humeante tras otra legislatura más de “progreso”. Para quien sueña con aparecer como un rescatador, de hecho la necesidad de un rescate es su gran ocasión. Igual que en un momento dado las cajas vascas jugaron -aunque sin éxito-la carta del rescate a Caja Navarra, con el fin de crear una gran caja vasca, para el anexionismo vasco sería una gran ocasión la necesidad de un rescate a Navarra, tanto económico como político, si los votos del nacionalismo vasco tuvieran que contrapesar los del nacionalismo catalán. De algún modo sería el modo de visualizar ante la sociedad navarra la inviabilidad de la Comunidad Foral en solitario, por falta de masa crítica, en las procelosas aguas de la política nacional y la crisis internacional. Y a la vez que se haría evidente el problema, en buena parte por los mismos que lo han creado, se haría evidente también la “solución”, es decir la anexión. Desde luego lo que no puede esperar el nacionalismo vasco es que Navarra se replantée su estatus actual mientras con su estatus actual le vaya bien. O sea, que cuanto peor mejor. Y ahora en Navarra nos gobiernan auténticos especialistas en que todo vaya peor.
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