Navarra fue la única comunidad española en la que subió el paro en 2025. También es mala suerte. ¿O no es mala suerte? La comunidad con el gobierno más progresista del mundo, avalado por Bildu, ¿no debería ser la que más empleo creara? O sea, es que ya estamos en el nivel de que sería celebrable no ser los que menos capaces somos en España de combatir el paro. A esto hemos llegado tras casi 10 años de gobiernos de progreso.
Por supuesto la noticia anterior no sólo no es independiente de lo que está pasando con el goteo que ya es un chorreo de empresas que cierran o trasladan su sede fiscal, sino que es su explicación. ¿Cómo vamos a crear empleo si espantamos a las empresas y si el empresario es el enemigo y como tal hay que tratarlo? ¿Quién va a venir a invertir, arriesgar y generar empleo a Navarra con una fiscalidad delirante y un gobierno que, para aprobar los Presupuestos, cada año tiene que pactar sus políticas con Podemos y Bildu?
Hace unos días se publicaba en el Diario de Noticias, de hecho el boletín oficial del gobierno, una carta de un concejal de Geroa Bai denunciando el deterioro de la imagen de un pueblo como Elizondo. Suciedad, pintadas, pancartas, cordeles, colgajos… ¿dónde está, se preguntaba al concejal, el Elizondo bien cuidado, el “de toda la vida”, el de los comerciantes que barren sus aceras y el que ofrece la mejor imagen, con respeto y educación, con amabilidad y simpatía?
El problema es que ese Elizondo, el “de toda la vida”, el “auténtico”, es ahora un Elizondo mítico. El Elizondo real, como la Alsaua real o la Lesaca real, es lo que ahora se ha convertido en un parque temático de la izquierda abertzale y del marxismo bolivariano. Pero eso no ha llegado en un día ni sin que sonaran antes las sirenas de alarma. Lo que pasa es que ahora algunos se lamentan de las consecuencias de lo que han no ya tolerado sino promovido y aupado. ¿Cómo se le da la vuelta ahora a eso? Lo malo es que este feísmo tan largamente cultivado y ahora predominante en buena parte de Navarra no un feísmo que afecte sólo a la imagen turística de los sitios, sino que es el mismo feísmo, marca Navarra, que tampoco invita a invertir por estos pagos. El visitante ve sólo extrañado las pintadas, los colgajos y la uniformidad estética de la población, pero el inversor ve un feísmo que va mucho más allá de lo superficial. ¿Y cómo por otro lado se ha impuesto esa uniformidad hasta en el peinado? Porque no hay libertad. Lo que pasa es que esa falta de libertad, si a fin de cuentas querías lo mismo que el monstruo, venía muy bien. Ahora resulta que empieza a ser un problema que el monstruo se haya hecho con el sofá y el mando de la televisión. Pues haber elegido muerte pero esto va a ir a peor antes de mejorar. Y no va a mejorar sin cambiar.