La Comisión de Venecia avalará la amnistía (probablemente) porque los problemas de España vienen de fuera

Hace unos días el gobierno filtró a los medios (sus medios) el borrador de la Comisión de Venecia sobre el dictamen de la amnistía a los malversadores y golpistas. El mensaje del gobierno fue que la Comisión de Venecia había dado su bendición a la amnistía.

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Una vez analizado el borrador con mayor profundidad, otros medios matizaron que no había tal bendición y que la Comisión de Venecia planteaba gran número de reparos y objeciones a la amnistía. ¿Pero cuál es la verdad?

Lo cierto es que mientras no haya una resolución definitiva, todos pedaleamos en el aire, pero el borrador revelado no deja de ser preocupante. Todos los reproches a la amnistía parecen venir por el lado de la conveniencia, pero no por el de la ilegalidad. Es decir, la amnistía podría ser conflictiva, polémica, haber sido tramitada sin los suficientes estudios y asesoramientos, habría sido preferible reformar la constitución con un previo consenso, es precipitada, confusa, inconveniente, discutible… pero no inaceptable. Y al final esto es lo definitivo. Si es compatible con el estado de derecho, la división de poderes y la constitución o no. Si es detestable pero legal el gobierno ya tiene la bendición. Si se declara que la amnistía es aceptable, todos los demás reproches son adornos intrascendentes. Es más, en este sentido el borrador casi viene a culpar a la oposición de que la amnistía no sea maravillosa. Lo único que le faltaría a la amnistía para ser maravillosa es el abrazo de la oposición. ¿Por qué no la abraza la oposición?

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A lo mejor la Comisión de Venecia nos acaba sorprendiendo positivamente en su resolución definitiva. Ojalá sea así. Pero tenemos cuatro graves problemas respecto a lo que pueda decir Europa de la amnistía.

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Primero que uno debe ser quien resuelva sus propios problemas. No podemos esperar que el bien de España les preocupe más a los belgas que a los españoles. En el momento en que una comisión de Venecia te tiene que salvar de ti mismo, o no te salvas, ya estás fracasando como estado. Eres un estado suicida.

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Segundo que solemos mirar al exterior como si todos los países que nos rodean fueran entidades beatíficas, llenas de amor y benevolencia hacia España, dispuestos a sacrificar sus propios intereses en favor de los intereses españoles. Por el contrario, ahí fuera no hay un sólo país con el que no tengamos intereses convergentes y divergentes, en el mejor de los casos. Si hay un estado ahí fuera dispuesto a poner los intereses de España por encima de los suyos será otro estado suicida.

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Tercero que también miramos al exterior como si nuestros problemas fueran males particulares, exclusivos, creados por nosotros mismos, que no existen fuera de España y que desde fuera de España se pueden solucionar con facilidad. Nada más lejos de la realidad. Todas las leyes buenistas, abortistas, lgbtfílicas, más toda la corrupción, la colonización de la justicia, la burocratización de la vida cotidiana, el reglamentismo, el desmantelamiento de la sociedad civil y la familia, el adosctrinamiento institucional… todo eso no son problemas exclusivos de España. Europa no nos va a salvar de todo eso porque todo eso también es un problema europeo. Las instituciones europeas no son más puras que las españolas. Von der Leyen no es peor que Pedro Sánchez porque es imposible ser peor que Pedro Sánchez, pero es el escalón anterior a Pedro Sánchez, la financiadora de Pedro Sánchez, la benefactora, la facilitadora de Pedro Sánchez. Pedro Sánchez no es una excepción en el sistema sino la norma. El sistema no va a depurar a Pedro Sánchez por una amnistía porque Sánchez es una cacatúa del sistema. Otra cosa sería que Pedro Sánchez hubiera tocado el aborto, las leyes de género o la Agenda 2030. Entonces sí que el sistema hubiera reaccionado contra Sánchez de inmediato. Que en el mundo haya 211 ó 215 países, que en la UE haya 27 ó 32, no digamos que Koldo García se haya comprado 3 pisos, a los líderes globalistas les trae sin cuidado.

En cuarto y último lugar, el peor problema de todos es que hemos fiado por completo lo que pase con la amnistía a lo que diga Europa. ¿Pero y si Europa dice que la amnistía es maravillosa? ¿O si dice que no es recomendable pero que sí es legal y compatible con el estado de derecho y la separación de poderes? ¿Qué hacemos entonces? Si Europa le da la razón a Sánchez y Puigdemont, ¿cuál es el plan B para no quedarnos vendidos?

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En realidad no es un quinto punto sino un regreso al segundo, pero cabe preguntarse si la UE tomaría una decisión frontalmente opuesta a los intereses de Alemania, por ejemplo. Las personas que toman las decisiones en Europa, con o sin toga, no son seres angélicos. Y los países sobre los que toman sus decisiones tampoco son tratados igualmente. El estado español no es alguien que se haga respetar demasiado en este momento en el plano internacional. Aquí además ni siquiera estamos en un supuesto en el que el estado español se enfrenta a la UE, sus miembros y sus intereses, sino que el propio gobierno del estado español forma parte del problema. O sea, que no es ya que la UE tenga que darle la razón a España en un conflicto frente a otros estados, acaso más poderosos, sino que le tiene que dar la razón a la oposición al gobierno español. Si el gobierno español ya pinta poco, como para esperar mucho de lo que pueda pintar la oposición al gobierno español. O como si se pudiera esperar de la UE que cuide mejor de los intereses de España que el propio gobierno español. Es por ello que una resolución de cualquier institución europea favorable a la oposición española en el caso de la amnistía sería un milagro. Menos mal que creemos en los milagros. Pero no perdamos de vista que un milagro es una intervención divina sobre el orden natural o por lo menos un suceso raro, extraordinario, inexplicable o maravilloso. ¿Puede pasar algo maravilloso en Venecia entre el olor a agua estancada y los gondoleros? Veremos.

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