Volkswagen se hunde. La marca alemana de automóviles ha anunciado su intención de cerrar al menos tres fábricas en el país germano, eliminando decenas de miles de puestos de trabajo. La jefa del comité de empresa del grupo Volkswagen, Daniela Cavallo, ha alertado de que los planes de recorte ya están en marcha y que van a implicar, de una forma u otra, a todas las fábricas. «Ningún trabajo es seguro», ha asegurado. La noticia se encuentra en todos los periódicos con escasos matices, aunque todos la cuenten a su modo.
Conmoción en Alemania por el cierre de tres fábricas de Volkswagen https://t.co/PvSiIqpEav pic.twitter.com/znCEodJRu6
— Libertad Digital (@libertaddigital) October 28, 2024
Lo que está sucediendo es lo que sea menos inesperado. Es más, no sólo no se trata de una noticia inesperada sino inevitable dado el marco establecido. O sea, que hay que estar muy distraído y desinformado para no ver lo que está sucediendo. La UE ha impuesto por decreto una transición energética hacia el vehículo eléctrico que no puede ser seguida por una ciudadanía cada vez más empobrecida. Lo que le queda al europeo medio con todas sus tribulaciones, no digamos al español medio, tras pagar los impuestos, el carro de la compra, la energía y la vivienda, es lanzarse a la aventura de comprar un coche eléctrico. No es que la compra de un vehículo eléctrico sea una decisión llena de incertidumbres, es que además implica afrontar un coste que ya casi ningún ciudadano normal se puede permitir. Si se penaliza fiscal y administrativamente el coche de combustión, pero es casi inasequible y está lleno de incertidumbres el coche eléctrico, ¿a quién puede sorprender el colapso de la industria de la automoción? Este¡amos ante un maravilloso éxito histórico más de la planificación económica y de la imposición estatal.
"El Foro de Davos reclama la eliminación del 75% de los automóviles del planeta antes de 2050. La organización no gubernamental ve imposible cumplir los acuerdos sobre emisiones a pesar de la electrificación del parque automovilístico" https://t.co/mgsT9L5q1u
— Mobility Behaviour 🎓 (@davidlois_UNED) June 26, 2023
Lo cierto es que, como muchas veces hemos predicado en este desierto, para la Agenda 2030 este resultado no es sin embargo una sorpresa. No sólo a los diseñadores de la Agenda 2030 no les sorprende este colapso de la industria del automóvil sino que de hecho es un efecto deseado y buscado. Su pretensión declarada no es cambiar el parque de coches de combustión por un parque de coches eléctricos, sino un nuevo paradigma en el que desaparezca el coche particular y en el que se reduzca el número de vehículos en un 75%-90%. ¿Cómo va a sobrevivir la industria de la automoción a eso?
Goodbye car ownership, hello clean air: welcome to the future of transport https://t.co/ReROAqCIiB pic.twitter.com/QFU5RyEWHr
— World Economic Forum (@wef) March 19, 2017
Y todo este desastre, ¿acaso no lo prevén los políticos que defienden la Agenda 2030? Pues claro que sí, ¿pero acaso nos pensamos que nos van a decir la verdad esos políticos que se te pueden presentar en Landaben a hacer promesas a los trabajadores con un pin de la Agenda 2030 en la solapa?
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De momento pretenden tranquilizar a la población y a los empleados asegurando que se trata de un recorte excepcional. Que con esto ya se estabiliza la situación. Que no habrá más cierres. Que la situación no afectará a más países. ¿Pero cómo que no? Mientras persista la causa que está asfixiando al sector, persistirán las consecuencias de esa asfixia. ¿Y Landaben? ¿Puede esto no afectar a Navarra? No podemos contemplar tranquilamente cómo a Volkswagen le da un ataque al corazón en Alemania pensando que a nosotros no nos afecta en absoluto porque somos una pierna. Como si la pierna, si no se para la Agenda 2030, no fuera a formar parte del mismo futuro cadáver del cuerpo.
Nearly 70,000 parking spots are set to disappear by 2025. 🔎 Learn more about how cities are becoming more sustainable: https://t.co/JQkSl4Mmby pic.twitter.com/wuvVNAEkxS
— World Economic Forum (@wef) December 28, 2020
La paradoja es que los propios trabajadores que se movilizan y sus familias persisten en gran medida en seguir votando a los partidos que defienden y promueven la Agenda 2030. Sostienen la causa de sus males, pero lamentan las consecuencias. Tampoco es que todo esto se lo vayan a explicar con claridad en los medios propiedad de las élites davosianas, o en los medios en que se publicitan todas las grandes empresas que pretenden obtener grandes beneficios con la Agenda 2030.