El extraño recuerdo playero del expresidente de Andalucía y el ahora magistrado del TC
No hay nada en la absolución del Tribunal Constitucional a los condenados del PSOE por los ERE de Andalucía que no resulte por completo inaceptable y escandaloso. De entrada el TC no es un tribunal de instancia superior al Supremo. O no debería serlo aunque lo hayan convertido en ello. No puede constitucionalizar todas las sentencias del Supremo para corregir todo lo que haya sentenciado el Supremo, pero mucho menos puede constitucionalizar sólo o especialmente las sentencias del Supremo condenando por corrupción a miembros del PSOE, para absolverlos. Los corruptos del PSOE fueron condenados por el caso de los ERE en diversas instancias judiciales hasta llegar al Supremo. No tiene sentido pensar que todos los socialistas condenados por corrupción fueron injustamente enjuiciados por todos los tribunales por los que pasaron menos por el tribunal cuya mayoría de miembros, casualmente, la ha nombrado el PSOE. Y que además no es en rigor una instancia superior de casación.
En este sentido, una de las consecuencias de que el Tribunal Constitucional no sea un tribunal superior de instancia del Tribunal Supremo, es que los miembros del TC no hace falta que sean jueces. No tienen por tanto que haberse sacado su oposición. No han tenido por consiguiente que pasar un filtro objetivo siquiera antes de haber sido designados posteriormente a dedo por un partido. En parte esto es aceptable, aunque discutiblemente aceptable, precisamente porque el TC no es poder judicial. El problema es que ahora el TC, de la mano de Pumpido y el resto de magistrados de la mayoría progresista, parece haber decidido alterar la naturaleza del tribunal. ¿Pero quién va a tener que decidir sobre la improcedencia de esa situación, el propìo TC?
La hemeroteca pone en evidencia a tal punto la excepcionalidad que vivimos en España que, hace unos años, ya resultó escandaloso que el entonces ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, y Manuel Chavez, el ex-presidente andaluz condenado por los ERE, fueran fotografiados mientras pasaban juntos el rato en la playa. El encuentro del ministro de Justicia y un ya condenado por corrupción en la playa, ambos del mismo partido, fue un suceso llamativo y escandaloso ya en 2020, pero es que analizado retrospectivamente resulta no ya escandaloso sino espeluznante.
Resulta que Juan Carlos Campo pasó en 2023 de la playa y del Consejo de Ministros de Pedro Sánchez a ser designado por el PSOE como magistrado del Tribunal Constitucional. De este modo, de andar declarando por los platós de televisión que la amnistía era constitcional siendo ministro, ha pasado a ser un presumible baluarte de la constitucionalidad de la amnistía al entrar en el TC. Pero sobre todo y por lo que hoy nos ocupa, ha pasado de estar pasando el rato en la playa como ministro con un condenado por corrupción a poder indultar o beneficiar penalmente a esa misma persona como magistrado del Constitucional.
Ir hoy a pasar el rato a la playa con el magistrado que te absolverá mañana no es desde luego algo de lo que pueda presumir todo español que se ha enfrentado a la Justicia y ha acabado siendo condenado por ella. En España de la mano del sanchismo ya no hay igualdad ni justicia. Ni siquiera apariencia de igualdad y justicia o al menos decoro en las formas.