Hoy ha tenido el primer acto antifranquista de los 100 con los que el PSOE pretende rellenar políticamente, a falta de otra cosa, todo 2025. El acto ha sido exactamente lo que se podía esperar. Por otra parte, ¿por qué esta obsesión por mantener a Franco en el calendario? La respuesta es bastante obvia. Por un lado, el PSOE tiene enormes problemas para legislar. Para poder obtener mayoría respecto a cualquier ley, necesita tanto los votos de PNV y Junts como los de la extrema izquierda más radical. Por consiguiente, el sanchismo se encuentra muy limitado para poder legislar. A falta de poder legislar, el PSOE tiene que ofrecer otros contenidos que no sean legislativos para mantener la acción de gobierno, o al menos la apariencia de una acción de gobierno. Por otra parte, toda la campaña electoral del PSOE va a girar en torno a la llegada al poder de la extrema derecha. La amenaza de la extrema derecha no sólo es la forma que tiene la izquierda de movilizar a todos sus votantes, sino que es también la única forma de que sus votantes le perdonen al PSOE sus pactos, su mala gestión, su corrupción y sus mentiras. La única forma de que la gente elija estiércol en vez de otra cosa, es que la otra cosa sea Hitler. Como le medio funciona y no tiene otra baza, el PSOE nos va a meter a Franco hasta en la sopa.
Si la derecha hubiera dado hace tiempo la batalla ideológica respecto a la Guerra Civil y el pasado totalitario y criminal de la izquierda, ahora la izquierda no tendría esta baza y no tendríamos que estar hablando de Franco mientras Sánchez se perpetúa en la Moncloa y el país se desmorona por todos los flancos. La parte positiva es que esa batalla es ahora ineludible y que no puede acabar de otra forma que con la victoria de la derecha. ¿Por qué la derecha no puede hacer otra cosa que ganar la batalla del relato respecto a la Guerra Civil Española? Muy sencillo, porque el 99% de la población ya tiene asumido que Franco era un dictador. La izquierda no puede avanzar ya más en ese campo. Es un debate en el que no tiene nada que ganar. Lo que en cambio va a suceder es que mucha gente, hablando de la Guerra Civil y de sus protagonistas, lo que va a descubrir es que la izquierda no era una santa. Que la izquierda no aceptaba la democracia. Que intentó un golpe de estado cuando perdió las elecciones. Que en 1936 dio un pucherazo. Que perseguía a los cristianos. Que antes de las elecciones del 36 intentó asesinar a los dos líderes de la derecha, Gil Robles y Calvo Sotelo, consiguiendo asesinar a Calvo Sotelo. Que durante la guerra la izquierda perpetró decenas de miles de asesinatos en las zonas de retaguardia. Que la izquierda española no defendía la democracia sino la dictadura del proletariado y el modelo de Rusia, por lo que la alternativa a Franco, sin blanquear a Franco, no era la democracia sino una dictadura estalinista.
Todo el pasado criminal y totalitario de la izquierda es obvio, en innegable y está en las hemerotecas. No sólo es que quedara reflejado en los periódicos o los discursos de sus rivales, es que la hemeroteca de sus propios periódicos y el discurso de sus propios líderes lo pone en evidencia. La derecha no puede perder la batalla del relato respecto a la Guerra Civil Española. Para lo que van a servir los 100 actos del PSOE reviviendo el guerracivilismo es para abrir los ojos a muchos españoles respecto a lo que hizo la izquierda. La única forma que tenía la izquierda de ganar el relato era porque tenía el cuasimonopolio de los medios y porque la derecha, directamente, no daba la batalla por la memoria histórica. El PSOE no se ha enterado pero el escenario ha cambiado. Con las redes sociales el control mediático de la izquierda ha saltado por los aires, por lo que todos los documentos y declaraciones del PSOE demostrando su violencia antidemocrática y su totalitarismo van a viralizarse. Adicionalmente, no sólo es que el PSOE lleva a la derecha a un punto en el que ya no puede dejar de dar la batalla por el relato, es que la derecha acomplejada y silente a la que el PSOE se ha enfrentado durante décadas es historia. Ahora hay otra derecha que no está dispuesta a callarse.
