Ayer se celebró en Baluarte la gala de los IX Premios Navarra Televisión. Por votación popular, en la categoría “Pueblo ejemplar”, se alzó con la victoria Gallipienzo, localidad plagada de patrimonio histórico que este año conmemora nada menos que el 1.100 aniversario de su existencia. O sea, que ahí estaba Gallipienzo 568 años antes del Descubrimiento de América, por poner un ejemplo, u 852 años antes de la Declaración de Independencia de los EEUU. En medidas bíblicas, 1.100 años es el tiempo transcurrido entre Adán y Noé. Muchos cambios en el mundo se han contemplado por tanto durante su existencia desde la vieja atalaya del reino.
Según se puede leer en la web de su ayuntamiento, el origen de Gallipienzo es romano y se sabe por los diferentes restos arqueológicos encontrados por la zona. En los orígenes del Reino de Navarra, sin embargo, se constituyó como enclave estratégico fortificado para hacer frente en el año 924 a las incursiones musulmanas, y posteriormente se erigió en villa fronteriza frente al Reino de Aragón. Unido a la Iglesia de San Salvador, la villa contaba con un castillo defensivo que fue destruido en el año 1472 por la princesa Leonor, infanta de Navarra y Aragón.
Gallipienzo es una localidad que lo mismo podría servir de escenario a Juego de Tronos como al Señor de los Anillos. En este segundo caso, sería algo así como una versión foral de Minas Tirith, un fuerte avanzado y dominante desde el que controlar y hacer frente a las incursiones, porque Gallipienzo siempre ha sido un puesto fronterizo, y por tanto conflictivo. La vida muelle se encontraba lejos de Gallipienzo. Por el contrario, en el tiempo presente Gallipienzo puede ser un lugar perfecto para encontrar paz y retiro, lejos de la agitación escandalosa de la voraz Babilonia.
Es curioso que en Japón, en la localidad de Shima, exista un parque recreativo que anualmente visitan más de 1 millón de personas, en el que se puede encontrar una reproducción del Castillo de Javier. Nos descuidamos un poco y tiene más visitas la reproducción que el original. Gallipienzo es otro lugar icónico que los japoneses o los chinos podrían reproducir y convertir en una gran atracción. La pregunta entonces es si nosotros mismos apreciamos y promocionamos lo bastante nuestro propio patrimonio histórico y cultural, milenario y ejemplar.