Fuera de la UE no hay salvación

Fuera de la UE no hay salvación. En el exterior de la UE es el llanto y el rechinar de dientes. El frío del espacio. A partir de la UE empiezan los monstruos. Sólo a la UE obedecerás y darás culto. Hay que hacerlo, es una directriz que nos llega desde la UE. Lo dice la UE, punto redondo.

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Como todos nuestros lectores saben, nos gusta de vez en cuando poner a prueba los mayores tabúes políticos y sociales. Cuestionar lo incuestionable: la Agenda 2030, el cambio climático, la Constitución… hoy le toca el turno a la UE, esa última instancia para distinguir el bien y el mal que nos hemos creado. Esa fuente de directrices que permite hacer cualquier cosa a nuestros políticos evitando toda responsabilidad y lavándose las manos. Será maravilloso, porque viene santificado por la UE, pero si es una porquería no nos pidan responsabilidades a nosotros que viene de Europa. Y esto mismo vale para cada gobierno europeo, por eso a todos los gobiernos europeos les encanta la UE. Seguramente la UE no es sólo eso, pero una de las cosas que es, o en la que se ha convertido, es en una oscura instancia de referencia a través de la cual declinan las responsabilidades nacionales de sus actos nuestros políticos. Obviamente nuestros políticos están encantados con eso.

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Es por esa razón que hemos tenido la curiosidad de echar un vistazo a los datos del Reino Unido, ese país insensato que tuvo la osadía de decidir salirse de la UE en el año 2016, a través del famoso referéndum del BREXIT. La salida efectiva se demorá hasta el año 2020, porque pese a que se nos presenta a la UE como un selecto club en el que es muy difícil entrar y al que es un privilegio pertenecer, el hecho es que lo difícil, como en una prisión, parece más bien el salir. ¿Pero qué pasa al salir? ¿En qué infierno se ha sumido Gran Bretaña por su alocada decisión de salir?

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El hecho es que, atendiendo a las cifras del PIB, no se ve por ningún lado la catástrofe experimentada por Gran Bretaña por la salida de la UE. La ventaja de salir de la UE es que se recupera soberanía, y la desventaja es que… ¿cuál es la desventaja? No está muy clara en el caso de Gran Bretaña, al menos a la luz de los citados datos del PIB. Podríamos buscar otros indicadores, pero aparte de que el PIB suele ser uno de los más indicativos de la evolución económica de un país, tampoco pretendemos en esta reflexión tanto llegar a una conclusión definitiva como abrir un interrogante.

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Ciertamente los británicos, particularmente los que viven en países de la UE, sufren el problema de haberse convertido en extranjeros en el territorio de la Unión, con los problemas administrativos, fiscales o aduaneros derivados de la nueva situación. Pero más allá de eso, ¿se han muerto de hambre los británicos por salir de la UE? ¿Han desaparecido las medicinas de las farmacias? ¿Los zombies han tomado las calles? ¿Ha habido un éxodo masivo de la población? ¿Están suplicando volver? Pues parece que no.

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Si comparamos el PIB de España con el de Gran Bretaña, desde 2016 (año del referédum) hemos crecido un 24,8% y los británicos un 19,6%. O sea, les ganamos por un poco, pero no han experimentado ninguna catástrofe. De hecho, si comparamos el PIB desde 2020 (año de la salida efectiva de la UE), nosotros hemos crecido un 20,2% y los británicos un 22,8%. ¿Dónde está entonces el infierno exterior? ¿Dónde está el castigo abrumador por la recuperación de su soberanía nacional?

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Si tomamos como referencia Alemania, tampoco se aprecia el colapso de Gran Bretaña por ningún lado. Desde 2016 el PIB alemán ha crecido un 23,6% y desde 2020 un 13,8%. Fuera de la UE a los británicos les ha ido mejor.

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Otro tanto se concluye al observar la evolución de la libra esterlina respecto al euro. ¿Se ha evaporado el valor de la moneda británica frente al euro? ¿Hemos encontrado por fin el infierno? ¿Donde está la penitencia por el pecado de dudar de la UE? En el cambio entre la libra y el euro parece que tampoco. Hubo una caída significativa del cambio antes del referéndum, pero después la libra se recuperó.

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Tampoco es que con todo lo anterior queramos decir que hay que salir de la UE, o que el infierno es la UE en vez del exterior de la UE, aunque a veces podría ser un pensamiento tentador. Lo que a lo mejor sí tiene sentido concluir es que no tiene sentido convertirse en rehenes de la UE pensando que no hay vida antes o después de la UE. Es verdad que no podríamos mantener nuestro nivel de déficit, gasto público y endeudamiento sin el apoyo de la UE y el BCE pero, en el fondo, ¿no es eso un apoyo envenenado? O sea, ayudarte a seguir pagando la droga que consumes, ¿es ayudarte? ¿No tendríamos -forzosamente- unas cuentas mucho más ordenadas sin el “apoyo” de la UE? Por el lado negativo, los políticos españoles volverían a tener la máquina de imprimir billetes con los consiguiente riesgos en su poder, ¿pero acaso ha manejado el BCE la máquina de hacer billetes mucho mejor? Los tipos bajos que durante décadas han sido buenos para Francia y Alemania, ¿nos han beneficiado o han alimentado nuestras burbujas y desajustes? Toda la soberanía que hemos perdido, ¿la compensará la UE echando abajo la ley de amnistía de Sánchez o imponiendo una reforma del sistema judicial que garantice su independencia? ¿Dónde estaba la UE mientras Puigdemont se inflaba de cervezas y mejillones en Waterloo?

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Quizá el punto es que la UE no es algo esencialmente malo, pero tampoco esencialmente bueno. Si beneficia a España es bueno, si la perjudica es malo. A lo mejor no todo el tiempo nos está perjudicando o nos está beneficiando pertenecer a la UE. A lo mejor podríamos estar dentro de la UE pero de otra manera. A lo mejor por consiguiente deberíamos sentirnos más libres para ser más exigentes y menos sumisos. Lo que sucede es que hemos convertido la idea de que la UE beneficia a España en el presupuesto de cualquier reflexión, en vez de en la conclusión de la reflexión. Y una reflexión nunca puede ser posterior a la conclusión, para ser una auténtica reflexión.

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