La cuenta en X de la Policía Foral anuncia la detención de un par de sujetos acusados de agredir y robar a una persona en Tudela, con tal violencia que dejaron inconsciente sobre la acera a la víctima. Los acusados pudieron ser observados, seguidos, identificados y detenidos por la policía en un local de ocio gracias a las cámaras de seguridad. Según se ha publicado, se trata de dos jóvenes de 24 años de origen brasileño y marroquí, con 21 y 100 antecedentes policiales respectivamente a sus espaldas, la mayoría por robos con fuerza.
Esta noticia podría venir acompañada de muchas otras similares también sólo en nuestra comunidad, como parte ya habitual del paisaje informativo. Hace unos días sin embargo llamaba la atención el caso de Allo, donde los vecinos se han manifestado masivamente ante la oleada de robos e inseguridad que padece la localidad.
En el caso de Allo, junto a los dos ladrones, se ha detenido a la víctima al parecer reiterada de los robos de los otros detenidos, la cual se dirigió al lugar donde todo el mundo sabe que viven los ladrones para exigirles (algunas versiones hablan de que con una escopeta, otras lo niegan) la restitución de lo robado. Lo llamativo de la situación, aunque parece que esta situación cada vez se encuentra más normalizada, es que todo el mundo en el pueblo sabe quiénes son los responsables de los robos. El problema no es identificar a estas personas, sino su absoluta impunidad. Esto es por otro lado lo mismo que observábamos en el caso de los detenidos en Tudela con 121 antecedentes a sus espaldas. Alguien que tiene 100 antecedentes a sus espaldas y que sigue en la calle o sin ser devuelto a su país, lo mismo da que tuviera 1.000 antecedentes o cero antecedentes. Es todo lo mismo. A partir de la segunda vez que fueron puestos en la calle sabían ya sin necesidad de llegar a las 100 que gozaban en España de total impunidad. Lo único que hacen ahora estos delincuentes es actuar conforme a esta absoluta impunidad de facto que les garantiza nuestro sistema judicial y penal y que la mayoría política negacionista se niega a revisar, mientras el problema amenaza con alcanzar en breve proporciones de pesadilla. La paradoja es que el más perjudicado en este asunto es el vecino de Allo víctima del robo que vive dentro de la ley pero abandonado por la ley, y que puede ser el que más consecuencias reales pague de un modo u otro por una sóla detención.