No deberíamos quedarnos en el caso Errejón con la merca caída del personaje. De hecho, lo mismo acaba siendo declarado inocente por la Justicia. De lo que es seguro que es culpable Errejón es del cargo de hipocresía, sólo que la doble moral no es todavía delito. Para todo lo demás Errejón tiene derecho a la presunción de inocencia y a que las acusaciones que se están vertiendo sobre él tengan que ser demostradas. Bendita presunción de inocencia, sobre la que tanto el propio Errejón escupía.
Es por esto que no debemos quedarnos en el mero aspecto personal del caso Errejón, que en su momento puede ser condenado o no. Para lo que debe servir este caso es para evidenciar el riesgo en el que hemos estado, en el que de hecho todavía nos encontramos, de dinamitar elementos fundamentales del estado de derecho como son la división de poderes y la citada presunción de inocencia, porque de poco sirve la presunción de inocencia si el que te tiene que juzgar no es independiente, ya sea porque lo ha nombrado tu enemigo o porque lo has nombrado tú mismo.
El caso Errejón pone de manifiesto la falacia de que tal o cual grupo de personas, por tener tal o cual tipo de ideas, garantiza la pureza de ese grupo de personas. No existe tal cosa. En primer lugar porque el mal y la imperfección vienen de serie en la especie humana. En segundo lugar porque somos libres. O sea, una cosa es saber que algo está mal y otra no hacerlo. Errejón se sabía perfectamente el discurso. Estaba de hecho todo el día predicando el discurso. No es por ignorancia que actuó como parece que lo hizo. Por eso tampoco sirve de nada impartir un cursillo a quien hace tal o cual cosa como si la diferencia entre un santo y un agresor sexual, o entre un cuidador y un encubridor, fuera un cursillo. El caso Errejón debe servirnos por tanto sobre todo para abrirnos los ojos frente a la maniobra de que nos intentaban imponer una forma de pensar, empezando por los colegios, bajo la falsa premisa de que esa imposición se justificaba porque iba a acabar con la violencia machista o con el mal en general. Con lo único con lo que acababa, sin embargo, era con la libertad educativa y lo único garantizado era el adoctrinamiento de los niños, para perpetuarse ellos en el poder. El caso Errejón no es importante por el peso de Errejón, sino por todo el discurso que debe caer con Errejón.
Las moralejas e implicaciones del caso Errejón van mucho más allá de la peripecia particular del portavoz de Sumar. Por un lado, empiezan a proliferar las acusaciones de que hay muchos más personajes del entorno ultraizquierdista implicados en comportamientos similares a los del propio Errejón. ¿Por qué debería caer Errejón y no todos los demás personajes cuyos nombres también van empezando a salir? El listón que se ha puesto a Errejón, el listón solosí-yotecreo-metoo tendrá que servir o para todos o para nadie. Ahora que se las apañen, ellos han sido los que han impuesto el listón. Es sólo justicia poética el que se conviertan ellos en las primeras víctimas de su propio listón.
La recapitulación de todo lo anterior nos conduce a otra cuestión fundamental, y es que cualquier sistema político con alguna posibilidad de éxito tiene que limitar el poder del gobierno. Vamos sin embargo en la dirección contraria, no ya en España sino en todo Occidente. Cada vez tenemos un gobierno con más poder, más regulador, más intrusivo, más censurador, más descontrolado y más controlador. Este crecimiento sin parar del gubernamentalismo viene dado por lo que decíamos respecto al caso Errejón. Puesto que nos venden que la gente es buena o mala por su ideología, y que lo bueno es ser progre, queda garantizado que todos los progres son buenos. Si los que tienen el gobierno son los progres, y por tanto los buenos, para garantizar el bien hay que entregar todo el poder al gobierno para que pueda imponer el bien. El problema es que de repente aparece la realidad y se descubre que los progres no eran buenos. Que el ultrafeminista puede ser el primer agresor sexual. ¿Pero qué haces entonces si les has entregado todo el poder?
A Errejón o al resto de miembros de Podemos y Sumar les encanta Venezuela porque en un régimen como el de Maduro ya no pueden suceder estas cosas. Allí ya no queda un atisbo de libertad de prensa o de independencia judicial, por tanto la impunidad de los dirigentes es total. Allí ya no se a destapar el comportamiento incorrecto de ningún mandarín salvo que se trate de una purga interna del régimen. Que esa es otra. ¿Por qué salta todo esto ahora si se sabía hace tanto tiempo? ¿Hasta qué punto no es todo esto una operación política para acabar con Sumar? El problema de acabar convirtiéndonos en algo que se parezca a Venezuela no es sólo que si pasa algo como lo de Errejón o lo de Begoña no se podría investigar, o siquiera conocer, es que si tú creas un régimen como el que quiere la izquierda, un régimen en el que la clase izquierdista dominante tenga todo el poder y goce de inmunidad, no sólo es que si un poderoso hace algo malo no haya manera de saberlo o juzgarlo, es que si goza de semejante impunidad tiene todos los incentivos posibles para hacer algo mal.
El caso Errejón es por consiguiente algo importante. No tanto por el propio Errejón, sino por todas las implicaciones. El mero hecho de que caiga Errejón no es lo relevante. Lo verdaderamente esencial es que nos concienciemos más que nunca de la importancia de cuestiones que se encuentran en estos momentos bajo un ataque sin cuartel por parte del poder: la presunción de inocencia, la independencia judicial, la libertad educativa, la libertad de expresión.
O elegimos vivir en un sistema en el que nuestra libertad no dependa de que pueda llegar al poder alguien como Errejón, porque el poder esté limitado, o en cuanto alguien como Errejón llegara al poder con su piel de cordero perderíamos de inmediato nuestra capacidad de elegir cómo queremos vivir. O un sistema de gobierno es a prueba de malvados, o es cuestión de tiempo que gobiernen sin control los malvados. Sólo hay una forma de garantizar la libertad y es limitar el poder del gobierno. ¿Es esta sin embargo la dirección hacia la que nos está llevando el gobierno?
Un comentario
Pues a mi este Errejon me parecia medio tonto, con su careto de Mijaus, y resulta que era un machito alfa. Pablito y Monederito tienen mas pinta de babosos que Mijaus.