Nuevas revelaciones sexuales sacuden por distintos frentes a Podemos salpicando a la práctica totalidad de la plana mayor de su cúpula fundacional. Todos estamos al cabo de la calle de lo sucedido con Errejón y poco a poco aumenta el montón de acusaciones y revelaciones contra personajes como Iglesias o Monedero. Da la impresión de un magma bullente bajo la corteza morada que en cualquier momento podría cristalizar en acusaciones concretas, quizá esperando interesadamente el momento político-procesal oportuno.
🚨 EXCLUSIVA ABC🚨
— ABC.es (@abc_es) February 19, 2025
🟣 Un excolaborador de Pablo Iglesias desvela acosos sexuales de Monedero
💢Un presentador de la tele de Podemos dice que conoce casos «muy fuertes» y de «baboseo» del fundador
🔎Investigación de @ChicoteLerena ⤵️
Más allá de la posible trascendencia penal o política de las informaciones que van apareciendo, nos encontramos con al menos dos consideraciones dignas de alguna reflexión respecto a la falsa moral woke y su hipocresía, así como su peligro. En primer lugar no cabe pensar que el mundillo podemita era un entorno en el que todo el mundo comentaba las andanzas y los comportamientos de los líderes de la secta y sin embargo nada de ello sabían las lideresas. Si como parece había un clamor respecto a los comportamientos de ciertos personajes principales, malamente se puede creer que la única frontera infranqueable de esas sospechas eran los oídos de las lideresas. Sobre todo hay que tener en cuenta que el discurso de las líderesas es precisamente el vivir en un estado constante de alerta frente a los machismos y los micromachismos y las denuncias de las hermanas. ¿Cómo es entonces que todo el mundo sabía cosas menos ellas? ¿Cómo es que siendo ellas las más poderosas defensoras de la mujer no era justo las primeras a las que acudían las afectadas a transmitir sus malas experiencias? ¿O las mujeres afectadas no las percibían como sus defensoras? Tal vez en su entorno lo percibido era que las grandes inquisidoras eran más leales a su carrera política o a sus superiores masculinos que a la defensa de la mujer. De hecho es posible que tuvieran razon, ya que incluso ahora que las acusaciones son vox populi a las grandes inquisidoras parece habérseles comido la lengua el gato malvado heteropatriarcal.
Una exdiputada de Podemos denuncia el machismo de Pablo Iglesias y Monedero: "Me empotró contra la pared" https://t.co/SJAg1jG3GM
— EL ESPAÑOL (@elespanolcom) February 15, 2025
Lo que desde luego no pueden alegar las grandes guardianas de las esencias feministas es prudencia ante las denuncias. Es decir, en otro partido con otro discurso cabría decir que ante ciertas informaciones quizá no se hiciera nada sin acusaciones más concretas y concluyentes, pero justamente el discurso podemita es que no hacen falta pruebas concretas, que es el acusado el que debe probar su inocencia, que con la palabra de la mujer es bastante, que hermana yo sí te creo y punto final.
Una exalumna de Monedero cuenta qué le hicieron él y Pablo Iglesias en un bar.https://t.co/LlI8kZK6WQ
— Vozpópuli (@voz_populi) April 8, 2021
Son ya muchos los testimonios y los hitos acumulados contra los líderes del podemismo como para intentar negar que el clima machista, acosador e irrespetuoso que denuncian las feministas podemitas no es el de la sociedad española en general, sino el del soviet de la Complu en particular. Cuando las feministas woke de Podemos denuncian el clima de acoso a los mujeres, los acorralamientos, los comentarios babosos, los manoseos indeseados, la naturaleza sexualmente perturbada del varón heterosexual, y la necesidad explícita y notarial del “sólo sí”, quizá hemos de tener en cuenta que acaso este discurso se encuentra condicionado por la realidad que ellas viven, dentro del ámbito masculino podemita, en el cual son tratadas como ganado. El problema de las mujeres introducidas en ese entorno es que reaccionan contra él pensando que todos los hombres son así fuera de ese entorno.
Los chats de Iglesias: del “azotaría a Mariló Montero hasta que sangrase” a “soy un macho alfa” https://t.co/17dSrEV4EH
— okdiario.com (@okdiario) March 29, 2019
Aparte de todas las consideraciones anteriores, lo que parece claro es el derrumbe clamoroso del discurso en virtud del cual el respeto a la mujer es una consecuencia inmediata de abrazar el discurso izquierdista. La idea no es sólo que el respeto a la mujer es una consecuencia directa de abrazar el ideario izquierdista, sino que la gente que no abraza el ideario izquierdista no respeta a la mujer, porque no respetar a la mujer es a su vez una consecuencia de estar al margen del ideario izquierdista. El corolario de este discurso es que el ideario izquierdista no puede ser optativo, sino que tiene que hacerse obligatorio e imponerse a todo el mundo, empezando por los niños en el colegio, para que se respete a la mujer. Por el contrario, lo que vemos es el que ambiente en el que precisamente más predomina la ortodoxia izquierdista en su máxima pureza es una auténtica cloaca violeta y una zona en la que no puede sentirse segura una mujer. Podría pensarse que el camino de salida del socialtorrentismo es aplicar toda la lógica de la izquierda justo al revés.