En la Plaza de Navarrería es aún más bonita la Hispanidad

Estos últimos días hemos tenido en Navarra varios actos de hispanofobia. Primero tuvimos a los Indar Gorri y su rechazo a la disputa en El Sadar de un partido de la Selección Española de Futbol femenina. Más allá de las palabras, los ultras de la filial futbolística de la izquierda abertzale se presentaron en El Sadar el día del partido tratando de estorbar el normal desarrollo del evento deportivo e intimidar a los asistentes, cosa que no consiguieron gracias a la actuación de la policía.

Después tuvimos la quema de una bandera española en el campus de la UPNA. Los que actuaron ahí fueron los de la facción universitaria de la izquierda abertzale. De lo que se trata es de tener un grupo de gente violenta en todos los ámbitos de la sociedad para hacerse los amos de cada campo e imponer, por la fuerza, un paisaje ideológico monocolor. De hecho montando su performance en el campus con pancartas, largando sus proclamas, poniéndose capuchas y quemando tranquila e impunemente la bandera volvieron a poner de manifiesto que efectivamente son los amos de la UPNA. No sabemos cómo de alto puede llegar a ser el nivel de la UPNA, o el de Osasuna, pero estamos bastante seguros de que sería más alto con más libertad y sin el lastre de toda esta morralla.

Así llegamos al último suceso, en el que un vecino de origen inmigrante se planta con una bandera española sobre los hombros enfrente de la manada nacionalista que se manifestaba contra la Hispanidad en Navarrería. Evidentemente todos esos odiadores agrupados no pudieron evitar el instinto totalitario de agredir al vecino de la bandera española, aunque con varios efectos indeseados.

Primero que el vecino parecía bastante capaz de hacer frente a sus agresores de uno en uno o hasta de cinco en cinco, con lo que no consiguieron alcanzarle con ninguno de los golpes que le lanzaron. De hecho siguió encarado frente a ellos incluso consiguiendo mantener la bandera rojigualda en sus manos. Afortunadamente para los agresores la actitud del vecino fue firme y valiente pero no agresiva, o ahora mismo tendríamos a algún jurrutu descalabrado.

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Segundo que los hechos quedaron grabados y fueron viralizados en las redes sociales, con lo que a diferencia de lo de Alsasua todo el mundo ha podido ver a una manada abertzale en acción como en un reality show, tratando de imponer su monotonía neuronal a guantazos.

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Tercero que en un ataque de veinte contra uno la gallardía de los veinte siempre resulta malparada. Todos los totalitarios, ya sean comunistas, fascistas o abertzales, en el fondo son unos cobardes que buscan en la identidad de grupo el valor y la sustancia que les falta como individuos. Por supuesto todos ellos actúan bajo la misma violencia y la misma inhumanidad como diversas cepas de un virus común.

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Cuarto el hecho de que el valiente paisano que se plantó delante de ellos con una bandera española fuera un negro. Este pequeño detalle derriba toda una serie de mitos sobre el discurso hispanófobo, pone a los auténticos racistas en su lugar, y muestra además que la Hispanidad es un concepto que abre fronteras, hermana pueblos y ensancha horizontes, mientras que el marxismo aranista separa, divide y estrecha las fronteras y las cabezas.

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Afortunadamente el enorme gesto de valor de este vecino se saldó sin haber quedado malherido, en cuyo caso ahora estaríamos especulando sobre si se puede ver o no sangre en su ropa o cuánto destaca un líquido rojo sobre la piel negra. Tampoco ha habido detenidos todavía a la hora de redactar este escrito, pero si los hay sabemos que habrá manifestaciones a su favor, series de televisión blanqueándolos y la madre de alguno de ellos puede que acabe hasta de diputada en el Parlamento, lo que nos lleva al fondo de todo este asunto.

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Al nacionalismo vasco le interesa que existan estas jaurías, que controlen las fiestas patronales, los conciertos, los actos culturales, los eventos deportivos, los espacios de ocio y los centros educativos. Que se le parta la cara al que se deje ver con una bandera española o discuta ciertas cosas es una ventaja política para ellos a la que de ninguna manera están dispuestos a renunciar. Por eso en Alsasua se pusieron todos en bloque y sin fisuras del lado de los agresores en vez de los agredidos. ¿Cómo sería la sociedad navarra sin estos 45 años de este tipo de violencia? ¿Cómo sería la sociedad navarra si durante los últimos 45 años se hubiera agredido sistemáticamente a todo el que se hubiera dejado ver con una ikurriña? Por la forma en la que el mundo nacionalista defiende a sus manadas de «txabales» violentos da la impresión de que piensan que efectivamente esa violencia que no es matar, pero tampoco es la libertad ni la normalidad, les favorece de una forma muy relevante.

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Recientemente hemos asistido a un auténtico vendaval político a cuenta de los chicos de un colegio mayor que gritaron una serie de despropósitos a unas chicas desde una ventana, aunque las chicas entraran en el juego y los defendieran. ¿Por qué en cambio no nos preguntamos dónde aprenden el odio todos estos integrantes de las manadas violentas abertzales? ¿A qué colegios van? ¿En qué modelo estudian? ¿Qué medios siguen? ¿Qué música escuchan? ¿En que gaztetxes se divierten? ¿O de esta violencia que sí es estructural no hay nada sobre su origen que nos queramos preguntar?

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Como recapitulación final, todos los días  estamos comprobando que hay un largo trecho entre que la ETA haya dejado de matar y la normalidad. No se puede considerar paz o normalidad la falta de incidentes derivada de que nadie enseñe una bandera española o no diga algo que le pueda molestar al nacionalismo. Y finalmente la buena noticia, en cierto sentido, es precisamente que hay incidentes, lo que significa que la pax etarra se agrieta porque hasta en el corazón mismo de la Navarrería tiene contestación social.

 

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4 respuestas

  1. Es una organización terrorista, de baja intensidad pero terrorista. Impide la libertad mediante la coacción física, igual que los camisas pardas. Están cometiendo delitos de una manera organizada.

  2. pues yo creo que hay un patente delito de odio y de racismo, porque hay un intento de linchamiento en grupo a un negro, que traigan por favor a blacklifesmater,

  3. Hace años también acudía al Sdar la charanga de Marcilla, un grupo de animación con mucha más alegría y más arte que los Indar Gorri. Pero estos energúmenos, aplicando su habitual repertorio coactivo (insultos, amenazas, etc) les hicieron la vida imposible hasta que, hartos de la chusma abertzale, optaron por abandonar y dejar ese espacio en exclusiva a los intolerantes profesionales del odio.

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