¿En cuántos idiomas debe saber decir tonterías el presidente del gobierno de España?

La izquierda le reprocha a Feijóo que no hable inglés. Es la misma izquierda que pone el gallego, que si habla Feijóo, el bable, el vascuence o el catalán por encima del inglés. Bueno, pues ahora lo imperdonable es no hablar inglés. Como si lo imperdonable no fuera no hablar español. Pero es que además, siendo importantísimo el inglés, precisamente puede que el puesto en el que menos importancia tenga sea en el de presidente del gobierno. Usted no va a tener un traductor, el presidente del gobierno sí. Obviamente mejor sería que Feijóo hablara inglés, pero estamos llegando a un punto en que el mérito ya no es lo que se dice, sino la lengua en que se dice. Una gansada en español sigue siendo una gansada al traducirla al inglés. Y no hay tontería que se pueda decir en inglés que no se pueda traducir al español. Sánchez no tiene nada productivo que decir en ningún idioma. Eso sí que es un problema y no el conocimiento de lenguas.

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Todo lo anterior empalma con la insistencia de algunos terminales por viralizar la idea de que Pedro Sánchez es un líder muy valorado en el exterior, y alabado por los más prestigiosos medios internacionales. Pues bien, si decimos de algo que es el discurso dominante, o que el Foro de Davos y su Agenda 2030 lo impregnan todo, no es para después decir que el Financial Times, The Economist, el NY Times, Le Monde o la CNN no forman parte del discurso dominante. Es decir, ¿qué clase de discurso dominante sería dominante si no fuera el que aparece reflejado en los medios dominantes?

Por otro lado, ninguna de las ideas catastróficas de la izquierda española es original de la izquierda española. Pensamos que somos especialmente malos y no lo somos. No hay ni una idea de Irene Montero que no haya sido concebida fuera de España. Lo único peculiar de Irene montero puede ser su histerismo o el entusiasmo papanatas en abrazar esas ideas, y el intentar compensar que no son originales con aplicarlas al 150%, para intentar presentar como pionera no la idea sino su intensidad de aplicación o su ritmo.

Dicho esto, lo mismo daría por tanto que The Economist o Financial Times elogiaran a Pedro Sánchez. Sólo que no lo hacen. Los artículos que intenta viralizar el entorno gubernamental resulta que son de 2019, cuando aún tenían la esperanza de un gobierno socialista con Ciudadanos. Si hace falta buscar algo más reciente lo que encontramos es un encendido elogio del Telegraph a Isabel Ayuso. Pero una vez más, lo que escriba un extranjero sobre España vale lo que valen sus argumentos. El hecho de que un extranjero hable sobre España, bien o mal, por el mero hecho de ser extranjero no aporta nada digno de mención en sí mismo.

El mundo exterior, por otro lado, es hostil. O sea, España es un país cuyos intereses chocan constantemente con los intereses de los demás países. The Economist tan pronto presentaba a Zapatero en una viñeta como si fuera Superman que empitonado por el toro de una brutal recesión. No es nada anormal, pero no creamos otra cosa. Si los británicos piensan que Pedro Sánchez es una catástrofe para España, no sería extraño que le apoyaran. Si los alemanes ven una ocasión para atacar las fresas españolas y colocar su producto usando la ecología, es normal que la aprovechen. Lo anormal es que el presidente español se ponga de parte de los agricultores alemanes. Seguro que los medios alemanes también pedirían el voto a Sánchez.

Hacerse una foto con Biden para presumir de ella a lo mejor tampoco es tan maravilloso como parece. ¿Cuántos barcos metaneros de los EEUU cuesta una foto con Biden? ¿Cuántos inmigrantes ilegales llegados a los EEUU nos tenemos que comer por una foto con Biden? No tener una foto con Biden, ¿es peor que una política energética o de inmigración desastrosas? ¿Y quién dice por otro lado que ser respetados por los EEUU sería incompatible con una foto con Biden? Estamos llegando por la puerta equivocada a la foto con Biden.

Bildu o ERC piensan en tener todo el tiempo posible a Pedro Sánchez en el poder porque facilita sus objetivos, es débil y les garantiza la impunidad. Si todos los enemigos de España apuestan por Pedro Sánchez, por algo será. Si los ingleses o los franceses apuestan en un momento dado por Pedro Sánchez no es porque piensen que es la clase de presidente que es bueno para España, sino porque piensan que es la clase de presidente que consideran bueno para Inglaterra o para Francia. Otorgamos a los editoriales extranjeros un plus de credibilidad y prestigio cuando lo que deberíamos extender sobre ellos es un plus de desconfianza. El problema de España es a ver cuándo dejamos de tener un presidente bueno para el nacionalismo, o bueno para Bruselas, o bueno para la Agenda 2030, y empezamos a tener un presidente bueno para España. Si tuviéramos un buen presidente para España, que es lo fundamental, la buena opinión de los medios extranjeros no sería algo ni a evitar ni a buscar.

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2 respuestas

  1. Si Feijoo no sabe inglés, mejor. Debe promocionar el español, que bastante importante es. El rey también debiera expresarse en el extranjero en español, que para eso nos representa. Su misión no consiste en mostrar sus conocimientos sino en defender los intereses de España.

  2. Si a todos nos gusta hablar de libertad, ¿por qué no hay libertad a la hora de hablar o aprender un idioma? Empezando desde la educación, se debe poder optar a la línea del español o la del idioma de la autonomía (si lo hubiese), teniendo la obligación de estudiar (en un 25%) el otro idioma. Cuando el nacionalismo no politizó las sociedades, el idioma no era ningún problema, los ciudadanos pasaban de una a otra lengua según el interlocutor. Los que han vivido en distintas autonomías pueden perfectamente evidenciar este cambio. En Cataluña, Galicia o la Comunidad Valenciana, por citar regiones donde hay un gran número de personas hablantes de sus respectivas lenguas, hace 30 años no había ningún problema. Hoy en día es más fácil para un castellano irse a Reino Unido o a Estados Unidos que hacerlo a Cataluña, por ejemplo. Lo cosa empezó con el PSC, quien exigió en su día que la totalidad de las clases fuesen en catalán, creando así la inmersión lingüística, luego copiada por otras autonomías. Además, había que erradicar todo lo que oliera a España de las escuelas, se empezó por la lengua, acabando por los libros de Historia. Y se comenzó a construir la ensoñación de un nuevo país, la ingeniería social se puso a toda máquina a trabajar.

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