El tumor maligno de Osasuna se llama Indar Gorri

Nueve indar gorris detenidos es el último balance de la operación policial abierta contra los ultras del Osasuna y del Sevilla por los incidentes que tuvieron lugar en la calle, en las cercanías del Sadar, el pasado mes de septiembre.

Como siempre los Indar Gorri y la violencia de la mano y emponzoñando la imagen de Osasuna. Los enfrentámientos ultras en las calles se están convirtiendo en una rutina entre estos grupos que en realidad parecen sólo accesoriamente aficionados al fútbol, siendo lo fundamental su violento activismo político. El fútbol es sólo una excusa para ellos. De hecho todo esto perjudica a los clubes a los que dicen apoyar. El punto es si los clubes realmente se creen que la existencia de estos salvajes les beneficia aunque lleven una bufanda del club, o si ven que la bufanda es una mera coartada de su violencia. Si lo ven, ¿por qué no hacen nada? ¿Les tienen miedo? La situación es entonces más grave de lo que parece y requiere una rápida y contundente actuación. ¿No lo ven o no lo quieren ver? Entonces el club forma parte del problema y no de la solución.

A nadie se le escapa que los incidentes con los ultras del Osasuna y otros clubes se repiten cada vez con más frecuencia. ¿Cuánto tardará en haber una desgracia? Y cuando suceda esa desgracia, ¿cuál será la excusa por no haber tomado ninguna medida? ¿Que no se podía saber?

De momento la única que parece hacer su trabajo es la policía. Esperemos que lo haga también la justicia. Pero el frente jurídico-policial es sólo una parte del problema. Es más, sólo es la parte paliativa de la enfermedad. Para afrontar las causas del problema también hay que atacarlo desde el punto de vista deportivo y ahí es donde siempre tropezamos con el mismo muro de Berlín. Son unos salvajes (o pongan la palabra que quieran), pero son nuestros salvajes. El resto de la afición es considerada como que apenas aporta nada frente a todo lo que aportan los ultras. Un club vale tanto, por lo visto, como lo que valen sus ultras. La violencia y las ikurriñas son un pequeño precio a pagar a cambio de todo lo que aportan, aunque en realidad nunca nadie ha podido medir lo que se perdería, aparte de muchos problemas, si desaparecieran los ultras. Irónicamente nadie deja de ver que los ultras son una plaga, naturalmente cuando se trata de los ultras de otro equipo o de las ideas opuestas. Se pegan entre ellos porque se consideran unos a otros una plaga lo cual es una paradoja, porque se pegan por tanto por lo único en lo que todos tienen razón.

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