Un año más la Cámara de Comptos ha fiscalizado las Cuentas generales de Navarra del año anterior, o sea las de 2023. El resultado puede ser contemplado desde diversos puntos de vista siendo el más llamativo e indiscutible el del aumento del sector público y su coste, tanto en términos de presupuesto como de personal. ¿Es sostenible este crecimiento? ¿Está asfixiando el coste fiscal de la administración el crecimiento de la economía foral? ¿Cómo se pagará todo esto cuando llegue un cambio de ciclo en la economía o sobrevenga una nueva crisis? Son preguntas de sentido común que por lo visto conviene no hacerse, dada la situación.
Uno de los cuadros singulares del informe de Comptos es el que se refiere a los resultados de las sociedades públicas que adornan el presupuesto foral. Como puede apreciarse, no hay año que estas sociedades públicas no constituyan una auténtica sangría para el contribuyente del viejo reino. Da igual que la economía crezca o que no, que los vientos del crecimiento internacional sean propicios o no, la ´única diferencia es que las sociedades públicas de Navarra pierden o mucho dinero, si el contexto económico es bueno, o muchísimo dinero, si el contexto económico es malo. No hay nunca tregua para el contribuyente foral.
La pregunta es si no interesa tener todo esto en cuenta cuando observamos la alegría con la que algunos políticos y algunos partidos hablan de crear una gran inmobiliaria pública, o de estatalizar tal o cual sector. ¿Es que no vemos lo que sucede cuando el gobierno y las sociedades públicas se hacen cargo de la situación?
Lo relevante quizá es sin embargo entender el porqué del naufragio de lo público a la hora de gestionar. La ausencia de afán de lucro no es una ventaja sino una carencia de incentivos para hacerlo bien. En realidad, todos los incentivos del sector público son para hacerlo mal. No hay que tener beneficios. No se gestiona dinero propio. Da igual ganar que perder. No hay que competir, por lo que tampoco importa la calidad del servicio. Si las pérdidas o las deudas aumentan, lo único que pasa es que aumenta la carga fiscal del contribuyente. Los gastos de personal no necesitan control. En realidad aquí no hay ninguna noticia. Con todo este marco de incentivos propio de lo público, lo raro sería que el sector público empresarial fuera bien.