Entre lo mucho que se habla del regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, poco se habla de que cogida de la mano de Trump también regresa Melania. Podríamos decir que Melania Trump es una mujer discreta, pero quizá no sería el adjetivo más adecuado para una mujer ante la que se vuelven todas las miradas, al menos todas las miradas guiadas por la perversa heternormatividad masculina. No es sin embargo eso sino el puro afán analítico y periodístico lo que que nos lleva a hablar hoy de doña Melania. ¿O acaso somos los únicos observadores perplejos del regreso de Melania a la Casa Blanca?
Nuestra perplejidad, naturalmente, se deriva del hecho de que durante toda la anterior legislatura de Trump, desde el primer día allá en los albores del 2017, leímos una y otra vez que el matrimonio Trump se encontraba ante una crisis indisimulable. Que a la pobre Melania le había pillado la elección de Trump como presidente justo cuando iba a divorciarse de él al borde de la desesperación. Que la primera dama estaba sufriendo un calvario indescriptible porque, por aquello de guardar las formas, ahora se veía atrapada en la imposibilidad de divorciarse mientras durara la legislatura. Pobre Melania triste y prisionera en su jaula dorada.
Por supuesto en cuanto hubiera elecciones Melania iba ser la primera en correr al colegio electoral con su papeleta para votar a los demócratas. En el mismo instante en que Trump saliera de la Casa Blanca, Melania sería libre al fin para divorciarse. Al fin se destaparía la mascarada. Por más que el villano Trump tratara de aparentar una vida matrimonial armoniosa, el fin de su mandato y el de su matrimonio serían exactamente lo mismo, tal y como anticipaban todos los bendito medios del sistema. Menos mal que los medios del sistema, por más que Trump tratara de evitarlo, nos habían estado contando la realidad durante cuatro años para que el divorcio no nos pillara desprevenidos.
Pues bien, ¿cómo no vamos a estar ahora perplejos de que Trump, cuatro años después, vuelva a la Casa Blanca cogido de la mano de una sonriente Melania? ¿Pero no se han divorciado? ¿Tanto tarda un divorcio en los Estados Unidos?
Van a tener que buscarse los medios una explicación para el regreso de Melania a la Casa Blanca porque, aunque pueda parecer una anécdota, lo que revela este regreso es que los medios pueden estar mintiendo impunemente durante cuatro años sin el menor reparo. Es más, si se refiere a Trump, toda mentira está indicada y recomendada. Todo vale contra Trump, ya sea en el ámbito político, judicial, mediático y por supuesto en el personal. El problema es que la tesis del divorcio no se ha verificado. ¿Nadie va a responder por ello? ¿Puede estar la generalidad de los medios sosteniendo un bulo y anticipando un hecho que no se produce sin que nos cuestionemos la veracidad o la intencionalidad de los medios? ¿Esto no es también máquina del fango?
Obviamente ahora los medios pueden decir que la crisis sigue, que Melania está comprada, que existe un divorcio de hecho, que han cambiado a Melania por una doble… En fin, lo que podría decirse de cualquier otro presidente o jefe de estado y de su mujer si nos ponemos a ello, sólo que nos ponemos a ello únicamente si el presidente es Trump. En realidad ahora la prensa se tiene que buscar una excusa porque el hecho por lo que sea es que Melania sigue con Trump. Tampoco sería tan terrible el calvario de Melania si sigue con Trump. A lo mejor Melania no se enteró de que estaba en crisis su matrimonio porque no leyó los periódicos. A lo mejor se divorcia todo el mundo antes que Trump. O se buscan ahora los medios una justificación como sea, o la conclusión es que la inmensa mayoría mediática ha estado desinformando de manera uniforme y sistemática durante cuatro años sobre el ininente divorcio de Trump. Y eso sí que es preocupante y no las posibles tribulaciones de alcoba de Trump.