Aitor Esteban, conocido como Esteban el del tractor, se ha despedido del Congreso de los Diputados al grito de gora Euskadi askatasuna. Don Esteban renuncia a su escaño para asumir la presidencia del PNV en relevo de Andoni Ortúzar. La despedida de Esteban ha sido la que cabía esperar en estos tiempos y en esta situación creada por gente como el propio Aitor Esteban. Aplausos y mensajes sólo en su lado del muro, el muro levantado por el sanchismo contra media España (ahora ya más) que el PNV sustenta. Esteban es derechista (visto desde el sanchismo) y separatista (mirado desde cualquier sitio), pero la izquierda lo perdona y lo aplaude porque apuntala el régimen de Sánchez, esa bolsa de intereses en la que se junta el PNV con el chavismo o con Bildu.
Aitor Esteban se despide del Congreso reivindicando la política: “Esto es mucho más que ruido” https://t.co/CwkTT5SIR2 vía @el_pais
— Manolo Veiga #sentidiño #Ferrolmola (@manolo_veiga) March 26, 2025
Tres problemas como poco se dan en general con el PNV. En 1936 el partido tuvo que tomar una decisión vital que arrastra hasta nuestros días. Jaungoikoa eta lege zarra (Dios y tradición) ha resultado ser un lema incompatible con el nacionalismo vasco. Al estallar la Guerra Civil el PNV se encontró ante la disyuntiva de apostar por el nacionalismo o apostar por Dios y la tradición. Obviamente el PNV se sumó a los estalinistas del Frente Popular que, además de querer implantar la dictadura del proletariado, asesinaban a los religiosos y quemaban las iglesias pero ofrecían mejores expectativas desde el punto de vista del separatismo y la construcción nacional. Ese es el punto en que sigue el PNV desde aquella decisión irreversible que marcó su historia y que ahora le sitúa en el sanchismo como su hábitat natural. Desde el aborto a la ideología de género el PNV es un partido completamente woke en todas sus expresiones. De todos modos no es que el PNV se haya revelado a lo largo de la historia como un partido demasiado fiable, lo que nos lleva al siguiente punto.
Decíamos que el PNV, entre la construcción nacional o Dios y la tradición, decidió en 1936 vender a Dios y la tradición, aunque para ello tuviera que unirse a un movimiento estalinista, pero tratándose del PNV todo viene marcado por la falta de fiabilidad, que es el segundo gran problema a destacar con esta formación. Nunca te puedes fiar del PNV. Efectivamente el PNV se posicionó del lado de la República, pero sólo en Guipúzcoa y Vizcaya, porque en Navarra y Alava se posicionó del lado de los sublevados. Obviamente había en Navarra y Alava peneuvistas contrarios al Alzamiento, pero también había en Vizcaya y Guipúzcoa peneuvistas opuestos al bando republicano. En Navarra y Alava podían decir que se sumaron al Alzamiento por temor a la fuerza de los alzados, y en Guipúzcoa y Alava que se sumaron a la República por temor a la fuerza de los frentepopulistas. La falta de valor y fiabilidad del PNV ha sido su santo y seña ya desde aquella época, hasta llegar a la puñalada al PP para investir a Pedro Sánchez justo después de aprobarle los Presupuestos a Rajoy. Fiate del PNV para defender Bilbao o controlar el norte y lo encontrarás entregado a Mussolini en Santoña. Tampoco le temblaron las piernas al PNV tanteando a los nazis (todo lo escrito por Sabino Arana lo hubiera podido firmar Hitler) cuando perdida la Guerra Civil los panzer llegaron hasta la frontera de Irún. Si de todos modos algo puede tener claro cualquiera al que se le arrime el PNV es que se trata de un socio de puñalada fácil por la espalda y escasa fiabilidad.
Las tropas de Mussolini sólo fueron capaces de ganar a dos ejércitos: al de Etiopía y al del PNV.
— Luis del Pino (@ldpsincomplejos) August 20, 2023
"El pacto de Santoña: cuando el PNV se rindió a las tropas de Mussolini en 1937" https://t.co/OABlHIsc5W a través de @eldebate_com
El tercer problema con el PNV es que no acude al Congreso buscando el bien general sino sólo el bien de la Comunidad Autónoma Vasca, que por otro lado en la mente del PNV suele identificar plenamente con los intereses del partido. Esto es un grave problema que tiene España con todos los partidos nacionalistas. O sea, en un país normal todos los diputados acuden a las cortes generales buscando supuestamente el bien general, aunque cada uno lo haga desde su punto de vista y su recetario particular. En el caso de España y de los independentistas vascos o catalanes, sin embargo, no acuden a las cortes generales buscando el bien común, sino su beneficio particular y su palacete aunque sea a costa de triturar el interés general. Sólo falta que estos partidos se encuentren en el Congreso con partidos a los que, como el PSOE, tampoco les importe a cambio de conseguir el poder destrozar el bien común y el interés general.

Partiendo de esta semblanza resulta reconfortante que Aitor Esteban sólo haya recibido en su despedida los últimos aplausos que ha comprado con sus apoyos. Que no se equivoque, esos aplausos y efusiones tienen un precio y son alquilados. La pena es que Esteban se marche del Congreso sin aclarar qué pasó con las metralletas del PNV. ¿Se deshizo de ellas o las sigue conservando? ¿Cómo y dónde se deshizo de ellas? Si las conserva, podrían venir bien ahora como una contribución al rearme europeo y ese dinero que nos ahorraríamos todos en comprar más metralletas. Pero que Esteban o su sucesor aclaren de una vez el destino de esas metralletas, porque los partidos democráticos legales, a diferencia de los escuadristas y los paramilitares, no tienen metralletas escondidas y el PNV es el único partido español que ha confesado tener escondidas metralletas sin haber aclarado nunca si las sigue teniendo o cómo se deshizo de ellas. Todo lo demás será como mucho la segunda o tercera cosa que deben explicar, porque antes de ponerse a discutir con alguien sin llevar un chaleco antibalas lo primero es saber si lleva o no una metralleta debajo de la gabardina, bastante peligroso es ya acercarse al PNV sólo con que tú tengas espalda y ellos puñal.
Las metralletas del PNV. pic.twitter.com/uz7uvj9EXP
— Adolfo (@adolfopamplona) December 20, 2024