El que se compra un Lamborghini es un santo. Cada vez que alguien se compra un Lamborghini, el estado tendría que darle una medalla. Todos tendríamos que salir a los balcones a las ocho para aplaudir y hacer sonar las cacerolas en agradecimiento a la buena gente que se compra un Lamborghini. Gracias a ellos sostenemos los hospitales, los colegios y los broncanos. Por supuesto nadie en esta redacción tiene un Lamborghini, somos perfectamente objetivos. No es chifladura, son números.
Para redondear y facilitar los números, tomaremos el ejemplo de uno de los Lamborgihini más asequibles, el Huracán, que con unas alfombrillas nuevas o algún otro extra insignificante irá a los 200.000 euros de precio oficial nuevo. Pues bien, la compra de un Lamborghini soporta un IVA del 21%, o sea unos 42.000 euros.
A ello debemos añadir alrededor de un 14% (según comunidad) de Impuesto de Matriculación. O sea, otros 28.000 euros.
Es decir, el comprador de un Lambo de 200.000 euros está pagando, Impuesto de Circulación aparte, o consumo de combustible aparte, 70.000 euros para Sanidad, Educación y Broncano.
Una persona que se compre un coche eléctrico de lujo de 200.000 euros en vez de un Lamborghini, estará en cambio exenta de los 28.000 euros del Impuesto de Matriculación, y además puede gozar de ayudas y subvenciones para la compra del vehículo o incluso de gratuidad para su recarga, a cuenta del presupuesto público.
Pero ahí más.
Hay que tener en cuenta que los 200.000 euros que usa para pagar el comprador de un Lamborghini, con el presumible nivel de ingresos de un comprador de Lamborghinis, son lo que le queda tras haber pagado el IRPF. Es decir, que para disponer de 200.000 euros destinados a comprar un Lambo, previamente hay que pagar casi otros 200.000 en concepto de IRPF, a los que se añaden los otros 70.000 citados por IVA e Impuesto de Matriculación. Total, el héroe que se compra un Lambo de 200.000 euros seguramente le ha tenido que pagar al gobierno unos 270.000 en impuestos. Pero encima no es un héroe, sino que es un indeseable, un villano y un sujeto despreciable sobre el que tenemos que escupir, al que hay que perseguir y al que hay que marcar con un estigma. Cambiar esta mentalidad aconseja tomar alguna determinación radical como la entrega de la Orden del Mérito Civil a toda persona que se compre un Lamborghini en España, aunque se lo compre Broncano.
Un comentario
Sánchez alienta una economía de decrecimiento, el diría que ama tanto a los pobres que no quiere que dejen de serlo. Las clases medias están depauperadas, están castigadas fiscalmente. Grosso modo, el nivel de impuestos que pagan pueden superar el 50% de sus ingresos. Es decir, trabajan para el estado sin cobrar de él. Ahora les toca hacer demagogia con las grandes fortunas, que ya el sistema tributario establecido por el propio Estado les aplica según sus ingresos, seguir castigando fiscalmente a las grandes fortunas es invitarles a que se marchen a países más benignos tributariamente. Cómo le explicó el primer ministro sueco Olof Palme al socialista portugués Mario Soares. Tras ser elegido este y anunciarle que acabaría con los ricos, tal como dice el PSOE o Sumar, Palme le aclaró que a ellos les iba mejor terminar con la pobreza, no con los ricos. Sembrar odio contra los que sustentan el Estado en mayor proporción es gratuito y por añadidura da los votos de los que viven de él.