Institución Futuro se hace eco esta semana de la publicación del prestigioso Índice de Libertad Económica (ILE), elaborado por la Fundación Heritage y editada para España por el Instituto de Estudios Económicos (IEE). Como puede apreciarse, y veremos más adelante el porqué, es una muy mala noticia que España aparezca en el puesto 36 de 43.
Como explica Institución Futuro, los resultados del indice se obtienen a través de variables de doce componentes agrupadas en cuatro categorías, las cuales comprenden tres mediciones cada una. Las principales variables que condicionan las bajas posiciones de España al compararnos con la media de los países de la OCDE son las relacionadas con el tamaño del Estado (salud fiscal, gasto público y carga impositiva) y con el imperio de la ley (efectividad judicial y buen gobierno). A nadie se le escapa además que la deriva del país resulta extraordinariamente preocupante justo respecto a estas categorías que nos vienen hundiendo.
Decíamos al principio que aparecer en un puesto bajo en el Índice de Libertad Económica es una situación preocupante, y es así no por consideraciones abstractas o prejuicios ideológicos, sino porque existe una evidente correlación entre los países que tienen un mayor grado de libertad económica, y que por tanto ocupan los primeros puestos del índice, y los países que tienen los más elevados niveles de PIB per cápita del planeta.
El Índice de Libertad Económica tiene una función descriptiva pero también predictiva. Cuando un país ocupa reiteradamente un puesto alto en la lista, aunque no sea un país muy rico, se observa que su PIB va creciendo significativamente con el tiempo. Por el contrario, cuando un país tiene un PIB per cápita elevado pero año tras año va cayendo a los puestos bajos del índice, también va bajando su nivel de riqueza y acaba condenado a, en el mejor de los casos, una situación de estancamiento. De algún modo la España de Pedro Sánchez es como esa persona que se encuentra más o menos bien y, con un elevado chute de cafeína, hace vida más o menos normal, pero que sin embargo tiene todas las analíticas desajustadas. La España de Pedro Sánchez es un poco también como el que se tira de un décimo piso y al pasar por el quinto, cuando le preguntan que tal, responde que por el momento y contra lo que piensan los catastrofistas se encuentra muy bien.