Hablar sobre el aborto y hacerlo desde una postura provida no es popular. El problema es que la moral a veces va por un sitio y la popularidad por otro. Aunque criticar el aborto no sólo sea ya impopular sino que implique un riesgo de cancelación, los gobiernos “progresistas” no se sienten satisfechos. Por un lado pretenden llegar a perseguir penalmente a los provida imputándoles un delito de odio a la mujer, como si ante lo que estuviéramos no fuera en todo caso odio hacia el no nacido, la mitad por cierto de los no nacidos de género femenino. Por otra parte, se intenta blindar la eliminación de los niños indeseados como un derecho constitucional. Esta atrocidad que ya la hemos visto en Francia llegará a España a no mucho tardar, como ya se ha visto en el recién celebrado congreso del PSOE. Constitucional de todos modos es cualquier cosa que la mayoría decida que lo es. O sea, lo constitucional hoy puede ser una cosa y mañana la contraria. Lo constitucional no se corresponde por tanto necesariamente con lo moral o con lo verdadero. Tendría que ser así, pero no lo es. En todo caso, lo inamovible es lo moral o lo verdadero, lo constitucional puede corresponderse con lo moral y lo verdadero o no. Y encima llega el Tribunal Constitucional y donde la Constitución dice “blanco” Pumpido puede determinar que dice “Constantinopla”.
A todos se nos vendió en algún momento la idea de que el aborto era algo indeseable y traumático hasta para los defensores del aborto, que el aborto no era un método anticonceptivo y que había que apostar más por la educación y las ayudas a la mujer para rebajar los números del aborto. Los embarazos indeseados, se nos aseguraba eran consecuencia de la falta de educación sexual, y con la educación sexual apropiada por parte del estado y los métodos anticonceptivos el progresismo gubernativo podía garantizar al mismo tiempo hedonismo ilimitado y una reducción en el número de abortos. A la vista están sin embargo los resultados.
El número de abortos no se reduce en España en absoluto. Por otro lado parece que a buena parte de la sociedad española tampoco le importa. No es un problema del que se hable. La atención que reciben los más de 100.000 abortos al año resulta insignificante frente al tiempo y presupuesto que merecen otros problemas de mucho menor calado. No se puede resolver un problema que no se percibe como tal. He ahí la cuestión de fondo.
Lo terrible del caso es no sólo que el número de abortos no baja, o que de hecho crece, sino que el término de comparación del número de abortos no es sólo el número de abortos del año anterior, sino el número de nacimientos. Es decir, en España en 2005 hubo 91.000 abortos, pero respecto a 466.000 nacimientos. Ahora tenemos 104.000 abortos, pero sólo respecto a 320.000 nacimientos. O sea, el aborto no sólo no baja sino que sube en un contexto de descenso del número de embarazos.
Suele explicarse respecto a las leyes alemanas garantizando los derechos de las personas que, cuando llegaron los nazis al poder, se las saltaron empezando a no considerar personas a tales o cuales colectivos. Lo mismo hacemos nosotros respecto a los niños indeseados cuando decidimos matarlos antes de que nazcan. Hemos creado un plazo artificial dentro del cual los seres humanos no son considerados seres humanos para poder eliminar a los seres humanos indeseados. Aunque ser humano es un hecho objetivo, los plazos varían según cada ley, cada país o cada época, evidenciando su arbitrariedad artifciosa. No sólo permitimos esto, sino que vamos camino de no permitir que esto se denuncie. Así que mientras se pueda lo vamos a seguir denunciando. Y cuando no se pueda también encontraremos la manera de seguir denunciándolo.
2 respuestas
Cuando les interesó era el «pónselo póntelo», eso parece que ya no interesa. El aborto no es un método anticonceptivo, es un trauma y un riesgo para la mujer. No es fácil superarlo. Siendo hoy en día tan fácil tomar precauciones, que están al alcance de cualquiera, ¿por qué se empeñan en lo peor? Y me olvido del tema moral, ético o religioso.
Hubo un tiempo en España en que salías a la calle y había muchos niños, muchos jóvenes, más del doble de los que hay hoy. Si eras un niño y querías jugar con otro niño, no tenías más que ir a la plaza más cercana y ponerte a jugar con los niños que había allí. Terminabas las clases y te quedabas en el patio del colegio una hora jugando con los que estaban, y cuando era la hora de merendar te ibas a casa agotado. Un niño vivía feliz.
Luego llegaron los políticos y los socialistas y lo estropearon todo. Empezó a haber menos niños pues los mataron a millones, empezó a regularse todo, hasta los horarios de los patios. Y según dicen, hoy los jóvenes a menudo piensan en el suicidio. Y la culpa es de los políticos, de sus leyes y sus regulaciones..