El PSOE vendió Navarra para poder pactar con ETA en Loyola

El PSOE y la verdad son como el agua y el aceite. Es por esto que conviene no pasarle al PSOE ni una mentira. Cada mentira del PSOE que dejemos pasar es un cimiento maltrecho sobre el que los socialistas intentarán edificar alguna indignidad. Por supuesto el principal responsable de las mentiras del PSOE es el PSOE, pero todos tenemos una responsabilidad si no las denunciamos y las recordamos cada vez que sea necesario de modo que sus mentiras se acaben normalizando. Así, por ejemplo, cuando Patxi López presume de haber conseguido un final dialogado de la violencia etarra y acusa a otros de haber dialogado lo mismo. No es cierto. Todo el mundo intentó en algún momento sondear a la ETA buscando poner fin a la violencia a cambio de una cierta generosidad penal. Lo que llegó a hacer el PSOE, estando dispuesto a pagar un precio político, fue mucho más allá y no tiene comparación, como vamos a recordar y demostrar.

En el año 2006, el PSOE, el PNV y la ETA firmaron las llamadas “Bases para el Diálogo y Acuerdo Político”, más conocidas como “Pacto de Loyola”. Ese pacto establecía el marco con las bases aceptadas por todos los firmantes sobre las que se sustentaría el acuerdo con ETA. Entre las bases de ese acuerdo se encontraba la venta de Navarra a ETA, o como quieran llamar ustedes a lo pactado después de lo que van a ir leyendo.

En la primera base del acuerdo, bajo el título el “carácter y la identidad nacional del Pueblo Vasco”, los firmantes aceptan “que existe una realidad conformada por vínculos sociales, lingüísticos, históricos, económicos y culturales llamada Euskal Herria”, y que “esta realidad está configurada en el momento actual en dos ámbitos administrativos, políticos e institucionales con personalidad propia, Comunidad Autónoma Vasca y Comunidad Foral Navarra, y también los territorios vascos incluidos en el departamento de los Pirineos Atlánticos”.

Esta delimitación territorial del pueblo vasco es importante porque viene precedida por el compromiso de que “el acuerdo resultante reconocerá la identidad nacional del Pueblo Vasco”, y que “dicho reconocimiento recoge así el sentimiento de pertenencia a una nación ampliamente compartido en la sociedad vasca”. Aunque se describa la evidente autonomía política y administrativa “en el momento actual” de Navarra respecto a la CAV, se la incluye sin embargo a Navarra como parte permanente de una nación vasca y un pueblo vasco. En el capítulo 1 del acuerdo marco, por tanto, como presupuesto de cualquier acuerdo posterior la autonomía política y administrativa de Navarra, su propia identidad, queda enmarcada dentro de la nación vasca.

En la base tercera del pacto, los firmantes se comprometen a que el euskera “será reconocido legalmente y utilizado como lengua oficial (al igual que el castellano) en los cuatro territorios de la Comunidad Autónoma Vasca y de la Comunidad Foral Navarra, desarrollándose una política activa y progresiva tendente al objetivo de la total normalización lingüística”. La política lingüística de Navarra, por consiguiente, también estuvo sobre la mesa en el proceso de negociación con ETA, habiéndose acordado la oficialidad del euskera para toda Navarra y una política de “normalización lingüística” de esta lengua.

En la base 4, los firmantes establecen que “partiendo de la actual realidad jurídico-política, plasmada en la existencia de dos ámbitos institucionales diferenciados (Comunidad Autónoma del País Vasco y Comunidad Foral Navarra), nos comprometemos a promover la creación de un órgano institucional común para los cuatro territorios comprendidos en dichos ámbitos”. Este auténtico gobierno común para la CAV y Navarra, según se establecía, “tendrá las atribuciones ejecutivas y de propuesta legislativa en el marco competencial que se acuerde”. El llamado órgano común es un instrumento al que ya ha intentado recurrir el nacionalismo vasco en el pasado para burlar la división territorial entre Navarra y la CAV mediante la creación de una especie de gobierno común para todos aunque siguieran existiendo dos territorios. Obviamente Navarra perdería gran parte de su autogobierno si se convierte en un co-gobierno con la CAV respecto a la que, además, la Comunidad Foral es una comunidad mucho menor y respecto a la cual, poblacional y electoralmente, estaría en minoría.

Nos encontramos por tanto en una negociación con ETA en la que se ponía sobre la mesa reconocer una nación vasca en la que se incluía navarra como parte del pueblo vasco. Después, al menos temporalmente, la nación vasca podría tener dos ámbitos administrativos, pero un gobierno común, en todo caso Navarra ya formaría parte formalmente de una realidad nacional vasca. Aparte de esta imposición y la de la política lingüística, resulta llamativo cómo se juega para tratar de solapar una identidad política y una identidad cultural que no coinciden, que no tienen por qué coincidir, y que ETA pretendía hacer coincidir a bombazos. Primero que lo vasco no tiene por qué identificarse con una sóla realidad política, igual que tampoco todos los pueblos de cultura hispánica, germánica o anglosajona forman un sólo país. Y segundo que, igual que la cultura vasca es un ámbito que por un lado excede los límites administrativos de la CAV o Navarra, por otro lado tampoco los agota. Es decir, no toda Navarra es culturalmente vasca. El acuerdo, siguiendo las premisas de ETA, pretende crear una falsa uniformidad cultural y después crear una falsa realidad política a partir de esa falsa uniformidad, cuando por otro lado tampoco una uniformidad cultural tendría por qué traducirse en una unidad política.

Es cierto que el marco de bases señala que lo que finalmente se acuerde deberá ser refrendado por los parlamentos de la CAV y Navarra y por las Cortes Generales, pero esto no certifica en absoluto su carácter democrático.

Recordemos que estamos hablando de un acuerdo para que ETA deje de matar. O sea, que la disyuntiva era aprobar el acuerdo o que ETA siguiera matando. No era por tanto un acuerdo libre aunque la gente lo votara. Era un acuerdo bajo coacción. Tenéis que votar esto si queréis que os dejemos de matar.

Por otra parte, a cambio de que ETA dejara de matar el PSOE aceptaba hacer suyos y “defender” y “promover” planteamientos que no eran los suyos, como el órgano de gobierno común, la oficialidad del euskera en toda Navarra o el reconocimiento de una nación vasca que incluía Navarra y la CAV. El nacionalismo le imponía al PSOE defender estos planteamientos y vendérselos a sus electores a cambio de que ETA dejara de matar y de que el PSOE se pueda apuntar esa medalla.

Pese a las mentiras de Patxi López, nadie antes se había sentado con ETA para negociar un precio político. No es comparable la negociación en Loyola con ninguna de las anteriores. Tampoco en todo caso es que las negociaciones anteriores, si fueron erróneas, justifiquen negociaciones posteriores. Pero es que además tenemos otro elemento diferencial en esta negociación en Loyola entra la ETA y el PSOE. Además de la disposición a pagar a ETA un precio político por dejar de matar, o sea darle a ETA lo que pedía a cambio de que dejara de matar, la disposición del PSOE no era buscar la paz. Dar a la mafia lo que te exige para que no te mate no es la paz, será en todo caso la pax mafiosa, o la pax etarra. Más allá de esto, de lo que ahora vemos que se trataba es de una estrategia política. Se trataba de meter a ETA en las instituciones y convertirla en un aliado político. Se trataba de que los votos y los diputados de ETA pudieran ser utilizados por el PSOE para conquistar el poder. Era esto y no la paz lo que se buscaba. Era esto y no la libertad lo que se pactó. Después el acuerdo saltó por los aires, al menos formalmente, con el atentado de ETA en Barajas. No porque el PSOE no estuviera dispuesto a pagar todo lo pactado, sino porque ETA todavía quiso más. Que no nos cuente sin embargo Patxi López una película y que no se intente poner una medalla por la forma en que su partido nos vendió.

Para finalizar esta exposición, todo lo dicho se puede verificar en la literalidad de las llamadas  “Bases para el Diálogo y Acuerdo Político”, popularmente conocidas como “Pacto de Loyola”. Ese acuerdo lo pueden encontrar publicado en Navarra Confidencial, pero si no se fían lo pueden encontrar en la web del socialista catalán Mikel Iceta, donde todavía sigue alojado. Ahí está todo lo que les hemos referido, al menos mientras no lo borren, para su posible comprobación.

http://www.iceta.org/loyola.pdf

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3 respuestas

  1. Es toda una manipulación para llegar a unos objetivos deseados por unos (PSOE) y otros (ETA y Cia. ). Me hace gracia los lazos lingüísticos, históricos, económicos y culturales. Que me los definan históricamente y socialmente. Hay ciertas afinidades, pero muchas diferencias. Si según ellos, España es un estado plurinacional, pues Euskal Herría también lo es. Nada que ver las Encartaciones con el Goierri, el Baztán con la Rivera, Alava con Guipúzcoa, Vizcaya con Navarra, etc. y ya «Egoalde eta Iparralde» dos desconocidos. Todo es puro imperialismo nacionalista, y lo mismo pasa en Cataluña con los «Paisos catalans» una locura, vamos que no han superado su complejo identitario.

  2. Muy de acuerdo con el anterior comentario, pero los partidos nacionalistas aparentan ser lo que son. Otra cosa es el PSOE, con 120 años de putrefacción a sus espaldas. Este partido es el doctor Fausto de la política nacional , que ha vendido su alma al diablo por alcanzar y mantener el poder y carece de todo límite ético-político, al servicio de dicha finalidad.

  3. Lo de Navarra tiene su gracia pero ya lo de los tres herrialdes de Iparralde me desorino vivo

    ¿Saben quien es el segundo partido más votado en la Côte Basque? Lo que va desde Hendaye a Bayonne, Sí lo han adivinado, el partido de Jean Marine LePen, lo dicho para mearse y no echar gota

    Los mundos de Yupi el problema es que la hostia de realidad no llega y ni se le espera de momento , que ganas tengo de que llegue ese día

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