El PSOE no acabó con la ETA y no es el enemigo de Bildu

¿Cuándo se derrotó a la ETA? ¿O todavía estamos en ello? Las fechas en cualquier caso serían discutibles. Por un lado, al no tratarse de una guerra, no ha habido algo así como la firma protocolizada entre dos bandos de una rendición. ETA anunció el “cese definitivo de su actividad armada” en octubre de 2011. Sin embargo, no fue hasta mayo de 2018 que anunció su disolución. En la primera fecha gobernaba el PSOE, en la segunda el PP. Pero sería absurdo pensar que contra ETA lucharon sólo el PSOE o el PP y que por tanto la derrotaron solos el PSOE o el PP.

Un posible enfoque para determinar quién derrotó a ETA podría ser el de quién puso más muertos y más sufrimiento en la lucha contra ella. De las 857 víctimas de ETA, sólo 16 fueron del PP-AP y sólo 11 del PSOE. La mayor cantidad de víctimas de ETA, por colectivos, significativamente fueron civiles: 367. También hubo 195 guardias civiles, 147 policías nacionales y 82 militares. Quizá tampoco sería exacto establecer que a ETA la derrotó el que puso más cadáveres en la lucha, pero sí sería justo reconocer el esfuerzo. Con matices, porque para medir el esfuerzo y el castigo habría que poner en relación el número de víctimas con el tamaño de cada colectivo. En todo caso no se trata de una competición pero sí de un dato significativo. No puedes haber puesto sólo 11 de los 857 muertos y pretender monopolizar la derrota de ETA. La mayor parte de las víctimas, por otro lado, son personas particulares sin el altavoz de una plataforma política. Los que más hicieron no siempre son los que más presumen y más suenan, por eso es tan importante reconocer, proteger y mimar a las víctimas.

Si se trata sin embargo de establecer algún punto de inflexión en la derrota de ETA, seguramente este sería la ilegalización de Batasuna y sus siglas sucesoras, es decir del brazo político de ETA. ETA vivió muy cómoda y sin tener que replantearse nada mientras por un lado mandaba a los etarras de moqueta a las instituciones y por otro mataba a los que les plantaban cara en esas instituciones. Los problemas serios para ETA comenzaron cuando se le puso en la tesitura de tener que elegir entre matar o hacer política. Obviamente eligieron la política porque de hecho tiene mucho más poder el que controla la Educación, o los medios, o cientos de millones de presupuesto, que quien simplemente mata por mucho dolor que provoque a una decena de personas al año.

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Por otra parte, y esto sí sigue siendo parte importante del problema, ETA tuvo que elegir entre matar o hacer política, pero no entre abandonar totalmente la violencia y repudiarla o hacer política. O sea, ETA ya no mata pero se beneficia de la dictadura social que implantó en multitud de localidades del País Vasco y Navarra. ETA ya no mata pero sigue habiendo señalamientos, amenazas, insultos, boicots, agresiones y ataques a los bienes y propiedades de las personas que se enfrentan a su discurso. Entre que ETA ya no mate y la normalidad sigue habiendo un gran trecho, aunque algunos pretendan considerar ya aceptable y normal este escenario. Meter a 44 condenados por ETA no arrepentidos, incluyendo a 7 asesinos, en las listas electorales de Bildu, forma parte de la anormalidad y la inaceptabilidad de este escenario.

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No tendría sentido pretender que tal o cual formación política puede capitalizar la derrota de ETA, pero sí que se podría señalar en cambio qué formaciones políticas pusieron más obstáculos a la lucha contra ETA. Por ejemplo, ETA no mató a ningún actor español, como si el cine español no le hubiera supuesto ninguna molestia y nunca hubiera hecho nada que la hubiera irritado. Ciñéndonos a los grupos políticos, la extrema izquierda tampoco parece que fuera considerada por ETA como un enemigo y por tanto como un objetivo. Por otro lado si alguien hizo daño a la lucha contra ETA en un momento dado, dándole un cierta coartada o invitando a una igualación, fueron los socialistas que crearon los GAL. Si consideramos que la ilegalización de la rama política de ETA fue esencial para obligarle a dejar la violencia, entonces quienes se opusieron a esa ilegalización se convirtieron en un obstáculo para la lucha contra ETA. Significativamente, los partidos que se opusieron a la ilegalización de Batasuna fueron IU, PNV, Bloque Nacionalista Galego, Eusko Alkartasuna, Esquerra Republicana de Catalunya e Iniciativa per Catalunya. Para estos partidos, que ahora son con los que gobierna Pedro Sánchez, era normal que ETA pudiera enviar por un lado a sus portavoces al Congreso, a las alcaldías o a las cámaras autonómicas, y por otro lado enviar a sus pistoleros a matar a quienes se oponían en esos foros a ellos. Esa era, o es, su extraña concepción de la democracia.

Quizá para averiguar quiénes son desde el punto de vista político los mayores enemigos de ETA, la forma de encontrar una respuesta sea pensar a quiénes consideran la propia ETA o los filoetarras sus peores enemigos. O sea, malamente te puedes presentar como el peor enemigo de ETA cuando es la ETA la que te sostiene. En este sentido Bildu ya ha dejado claro que le conviene seguir teniendo a Pedro Sánchez como presidente, lo que significa que Bildu considera menos enemigo y menos peligro a Pedro Sánchez que a un presidente alternativo. Y lo mismo podríamos decir respecto a los golpistas catalanes que quieren destruir España y consideran más conveniente para conseguir ese objetivo tener a Sánchez de presidente que otra fórmula de gobierno. ¿Qué sentido tiene entonces que el PSOE y Pedro Sánchez intenten presentarse a sí mismos como los que derrotaron a ETA o los que han conseguido controlar a los golpistas en Cataluña ? Desde luego no es así como los ven a los socialistas desde el golpismo catalán o desde Bildu. La pregunta correcta para poder encontrar a los peores enemigos de ETA es hacer una escala de los más odiados por Bildu. Esa escala también puede ser una guía interesante de voto.

Apenas antes de subir a nuestra web este análisis irrumpe la noticia de que Bildu va a retirar de sus listas a los 7 etarras condenados por delitos de sangre. Pero mantendrá a los otros 37 y al secuestrador Otegui de líder de la formación. Desde luego no se trata de un movimiento explicado por el arrepentimiento real (“No vamos a negar ahora nuestra militancia del pasado ni la responsabilidad que asumimos con ello”), y la pregunta es si a Bildu le habrá costado mucho pactar el contenido de la nota de prensa con el PSOE. Como todo lo que hace ETA es un movimiento lleno de trampas. Si meto 44 condenados por terrorismo y saco 7 sigo teniendo en la lista a 37. Si meto 44 condenados por terrorismo y saco 7 no merezco ningún premio. No habría que premiar ni que hubiera sacado los 44. Además, ¿es mejor el etarra de pistola que aprieta el gatillo que el etarra de moqueta que lo dirige o se beneficia de su violencia? La conversación de fondo entre PSOE y Bildu que late tras este movimiento es: saca por lo menos a los 7 con delitos de sangre para que podamos seguir vendiendo nuestro acuerdo, para dar a nuestros portavoces algo de material con el que defenderos y para que el posible daño en las urnas sea menor. ¿La habrá prometido algo además el PSOE a Bildu para sacar de la lista al menos a los pistoleros? Obviamente parece que hay una pequeña victoria sobre Bildu en este paso atrás, en la que ahora sin embargo no se pueden colgar ninguna medalla todos los que arroparon y justificaron la lista que había presentado Bildu, llegando a decir que era un increíble avance democrático. O a lo mejor es que ahora que salgan los asesinos de la lista es un increíble retroceso democrático que quienes defendían las listas ahora, si son coherentes, deberían lamentar.

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