El profesor modelo de la universidad pública

OK Diario ha tenido la mala idea de meterle un micrófono en el aula a Pablo Iglesias, a su regreso a la actividad docente en la Complutense. Docente por decir algo, como a continuación veremos. Lo que puede decir Pablo Iglesias en una Herriko Taberna y en un aula de una universidad pública resulta que es básicamente lo mismo, lo que debería resultar un poco escandaloso. Porque las clases de Iglesias no es que sean adoctrinamiento puro y duro pagado con el dinero de todos, sino adoctrinamiento… ¿en qué? ¿Cómo de abyecto y peligroso es este tipo específico de adoctrinamiento a los alumnos? Decidan ustedes mismos.

Pablo Iglesias a sus alumnos: "La revolución tiene que ser armada" y "la ventaja de China es que no tiene elecciones"

Esto ha sido Vicepresidente del gobierno de España y te da clases todos los días de Democracia. pic.twitter.com/qK6MIUVSnG

— Toro Sentado (@ToroenReposo) January 28, 2023

Decir que lo que suelta Pablo Iglesias en el aula es un mitin es quedarse bastante corto. En un mitin, con cámaras delante, Pablo Iglesias resulta más moderado que en la intimidad de un aula universitaria. Y no es que Pablo Iglesias sea demasiado moderado cuando habla en público. En todo caso queda patente en estos audios todo lo que representa Pablo Iglesias y todo lo que representa el comunismo cuando cree que se expresa a micrófono cerrado. La revolución comunista sólo puede llevarse a cabo a través de la violencia y es incompatible con la democracia. Estos son los socios de Sánchez. Esta es la gente que está en el gobierno. Esto es el comunismo. Cualquiera lo puede ver observando lo que sucede históricamente en los países comunistas, pero Pablo Iglesias también te lo cuenta sin tapujos cuando no se siente observado.

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Por lo demás, esto de tener un plan a largo plazo que no te lo pueda tirar abajo la oposición ni el electorado, o sea los afectados por la evolución del plan, tiene una parte buena y una mala. La parte mala es que si el plan es malo te lleva al precipicio. No hay más que ver todos los países con gobiernos totalitarios y economía planificada a dónde les ha llevado su sistema. Lejos de ser una ventaja y ponerse por encima de los demás, tras sacrificar la libertad han perdido también la prosperidad.

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Los comunistas obviamente no tienen un plan para llevar cabo sus ideas que no sea totalitario y violento. Pablo iglesias es la prueba de ello. En nombre de la planificación tienen que sacrificar la libertad y la democracia. Para que el plan salga bien no se puede parar. No se puede criticar. No se puede revisar. No se puede cuestionar al planificador. Si se pudiera, no tendría sentido dejar de ser una democracia y pasar a ser un estado comunista. Se perdería la ventaja que supuestamente proporciona el no tener que pensar en plazos menores a cuatro años.

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China sin embargo no termina de ser un buen ejemplo de la economía planificada. El éxito de China primero no es tanto y segundo se debe precisamente a lo que tiene de no comunista y no planificado. El despegue chino llega precisamente cuando el país deja de vivir de muro para adentro, se abre a la inversión exterior y se convierte en el proveedor del capitalismo. O sea, que no producen bajo planificación sino bajo demanda capitalista. Y que no triunfan por su demanda interna sino por la externa. Desde el punto de vista de la ética comunista, si existe cosa semejante, la cosa no deja de tener su gracia porque el éxito del comunismo chino consiste en ofrecer mano de obra barata (si fuéramos demagogos diríamos esclava) al capitalismo. ¿En qué momento la gran baza del comunismo fue el hecho de que los trabajadores comunistas trabajaran mucho más y por mucho menos dinero que los trabajadores capitalistas? ¿En qué momento esto se convirtió esto en un ejemplo y motivo de orgullo para los comunistas del mundo?

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De todos modos el éxito del comunismo chino es más que relativo. Por un lado su economía es totalmente dependiente y subsidiaria del capitalismo. China no diseña, fabrica. China es un enorme vagón, pero no una locomotora. Bajo ningún concepto se puede considerar a China como la gran potencia que a veces se pretende. Obviamente su tamaño la convierte en superpotencia, pero la renta per capita en China es de 12.000 dólares frente a los 70.000 de los Estados Unidos. Hacen falta 6 chinos para igualar la potencia económica de un estadounidense. Por otro lado la diferencia entre Occidente y China es en alguna medida la que puede haber entre un arquitecto y un peón de la construcción. El peón no puede diseñar el rascacielos y el arquitecto puede contratar otro peón. Por supuesto China es muy poderosa, pero no tanto. Y contra lo que dice Pablo Iglesias su comunismo no es su fuerza sino su punto débil. El gran reto del siglo XXI, de hecho, seguramente es cuándo y de qué forma -pacífica o violenta- se produce la transición total de China al capitalismo.

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La mala noticia es que mientras China debería estar buscando la forma de trasicionar hacia el modelo occidental, Occidente busca la manera de transicionar hacia China. El gran plan no discutible y no elegido de la Agenda 2030 es la prueba de que dentro del libre mercado y la democracia también cabe el suicidio.

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Por cierto, en ese suicidio colectivo hacia el que camina Occidente puede tener mucho que ver el hecho de que la educación pública, pagada por todos, se encuentre sometida a la particular dictadura discursiva de adoctrinadores como Iglesias. Si en 2030 nos preguntamos cómo llegamos a perderlo todo y ser tan felices sin enterarnos, en buena parte habrá sido por esto.

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