El Partido Nacionalista Vasco ha comparado a su fundador, Sabino Arana, con Martin Luther King, un icono en la lucha contra el racismo. La ocurrente comparación fue obra de Mireia Zárate, presidenta de la fundación Sabino Arana y dirigente del PNV, durante la entrega anual de los premios Sabino Arana. Una de las premiadas había sido una plataforma con nutrida presencia de mujeres negras, Las Poderosas, por lo que Zárate no tuvo mejor idea que ilustrar su comparativa entre Arana y Luther King señalando que “los dos tuvieron un sueño”. Hitler también tuvo un sueño y mucho más parecido al de Arana, por cierto.
Lo cierto es que no puede haber de hecho nada más opuesto que Martin Luther King y Sabino Arana. Luther King dijo: “¡Hoy yo tengo un sueño!”, y en ese sueño decía que “los pequeños negros, niños y niñas, podrán unir las manos con pequeños blancos, niños y niñas, como hermanos y hermanas”. Por el contrario, estas eran las perlas racistas de Arana defendiendo la pureza y superioridad de la raza vasca:
“Para nosotros sería la ruina que el que los maketos residentes en nuestro territorio hablasen euskera. ¿Por qué? Porque la pureza de raza es, como la lengua, uno de los fundamentos del lema bizkaíno, y mientras la lengua, siempre que haya una buena gramática y un buen diccionario, puede restaurarse aunque nadie la hable; la raza, en cambio, no puede resucitarse una vez perdida”.
“Tanto están obligados los bizkainos a hablar su lengua nacional, como a no enseñársela a los maketos o españoles. No el hablar éste o el otro idioma, sino la diferencia del lenguaje es el gran medio de preservarnos del contagio de los españoles y evitar el cruzamiento de las dos razas”.
«Les aterra el oír que a los maestros maketos se les debe despachar de los pueblos a pedradas ¡Ah la gente amiga de la paz!»
“Nada importa, pues, la extinción de nuestra lengua; nada, el olvido de nuestra historia; nada, la pérdida de nuestras propias y santas instituciones y la imposición de las extrañas y liberales; nada, esta misma esclavitud política de nuestra Patria; nada, absolutamente nada, importa todo eso, en sí considerado, al lado del roce de nuestro pueblo con el español, que causa inmediata y necesariamente en nuestra raza ignorancia y extravío de inteligencia, debilidad y corrupción de corazón, apartamiento total, en una palabra, del fin de toda humana sociedad”.
“Pues ¿qué? Es acaso la tierra que pisamos la que constituye la Patria? ¿Qué más nos da tener una Bizkaya libre aquí entre estas montañas, como tenerla en otra parte? Solamente nos importaría esto lo que aquel que, al trasladarse de domicilio, se ve precisado a dejar la casa en que naciera y se criara; y tan poco nos importaría a nosotros aquello como a éste le importara un traslado, con tal que lo hiciese acompañado de su familia. Por el contrario: si se diera una Bizcaya, libre sí, pero constituida por la raza española, ¿sería en verdad Bizcaya? Sólo en los mapas; y de éstos en los políticos, que no en los etnográficos o de razas”.
Salta a la vista que Sabino Arana no hablabla como Martin Luther King, sino como un miembro del Ku-Klux-Klan. Arana hablaba de los españoles no vascos como los miembros del KKK de los estadounidenses no blancos. ¿Y qué hubiera dicho el racista y supremacista Arana si los que se hubieran rozado con los vascos fueran los negros?
Comparar a Sabino Arana con Luther King es algo más que un error o un disparate, es una ofensa a Luther King, porque Arana era un racista y un supremacista partidario del apartheid. Lo increíble es que a estas alturas sobreviva un partido fundado por él, una fundación con su nombre, y avenidas con su apellido. Hablamos ahora mucho del peligro de perder en España las libertades y el estado de derecho, pero lo cierto es que en muchos ámbitos de nuestra sociedad las libertades y el estado de derecho siempre han estado por llegar. De hecho, es en gran medida por no haber llegado la libertad y el estado de derecho a muchos ámbitos que ahora desde esos ámbitos se encuentran en peligro la libertad.
Un comentario
Vamos que, si hoy Arana levantase la cabeza, indignado se volvía a la tumba.