Como todo el mundo sabe, al Parlamento de Navarra, como a todos los parlamentos autonómicos, les encanta hacer delcaraciones. Se pasan el día haciendo declaraciones. Muchas de esas declaraciones, seguramente la mayoría, son puramente voluntaristas y además no tienen nada que ver con Navarra. Que deje de haber cáncer, que se acaben las guerras, que no haya más pobres, que los saharahuis sean felices, que no sea asesinada ninguna mujer… A continuación, tras firmar una declaración o manifestarse frente a la puerta del parlamento de turno, los políticos entran a aprobar leyes como consecuencia de las cuales crecen las agresiones sexuales o la pobreza. El truco debe ser que pretenden que les juzguemos por las declaraciones en vez de por los resultados.
Nos ha quedado bonito este Parlamento…. https://t.co/eSUUOsdM2L
— Leticia San Martin (@leticiasmartin) October 9, 2023
Durante la pasada legislatura, al menos en el Parlamento de Navarra, se optó ante las avalanchas declarativas que sólo prosperaran las declaraciones aprobadas por unanimidad. El problema es que desde entonces no hay forma de aprobar una declaración. Problema relativo, porque los problemas del mundo siguen igual. O sea, no hay problema en Navarra, España o el mundo que conste que haya empeorado porque el Parlamento de Navarra haya dejado de hacer una declaración. Tampoco consta que problema alguno se haya solucionado jamás por una declaración. Así pues, ¿para qué tanta declaración?
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Lo que sí ofrecen a veces algunos intentos de sacar adelante una declaración es un autoretrato bastante devastador. Más política y menos teatro. Más resultados y menos fotos. Más trabajar y menos declaración.
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