Cada caso es un mundo y las comparaciones son odiosas. En un caso ya tenemos sentencias y otro se encuentra todavía en fase de instrucción judicial, pero desde luego hay comparaciones curiosas, no ya en términos judiciales sino políticos y mediáticos. ¿Cuál era y es la actitud de los partidos y los medios cuando saltó el escándalo de Barcenas, antes de que hubiera sentencia, y cuál la actitud de esos mismos medios y partidos ahora con Aldama? Incluso ante la inmunidad que vamos adquiriendo frente a toda inmoralidad e hipocresía, el contraste y la doble vara de medir llaman escandalosamente la atencion.
Los documentos manuscritos que va presentando Aldama se los inventa, no reflejan ninguna realidad objetiva, no hay detrás ningún pago real a ninguna persona. Sin embargo, todos los documentos manuscritos que iba presentando Bárcenas eran una prueba de cargo incuestionable. Todo esto, insistamos, mucho antes de que hubiera sentencia.
En este sentido, conviene recordar que quien llevó los papeles de Bárcenas publicados por El País a los juzgados fue Manos Limpias, la misma plataforma a la que ahora se considera una máquina del fango de la extrema derecha sin credibilidad alguna ni legitimidad para interponer ninguna denuncia. Ahora tampoco se puede admitir ninguna denuncia basada tan sólo en informaciones publicadas por los medios. El criterio como podemos ver va cambiando descaradamente según los sospechosos sean de los nuestros o de los otros.
La actitud de los partidos también resulta cambiante, contradictoria y llamativa según el caso. Cuando el denunciante era Bárcenas, el PP se querellaba contra quienes se hacían eco de esas acusaciones por difamación, calumnias e injurias. Ahora que el denunciante es Aldama es el PSOE quien amenaza con querellarse contra todos los que se hagan eco de sus denuncias. ¿Cual es el criterio? Que el denunciado sea yo o mis rivales políticos.
Asistimos por tanto a un espectacular festival de la hipocresía. ¿Cómo llamamos al que publica las denuncias o les da credibilidad sólo según su afinidad con el denunciado? ¿Cómo llamamos al que pide perserguir judicial o electoralmente sólo la corrupción de los otros? Si sólo te importa la corrupción de un lado, lo que te importa entonces realmente no es luchar contra la corrupción. A lo que te dedicas entonces no es a luchar contra la corrupción sino a usar política y electoralmente la corrupción. Lo único que te proocupa de la corrupción es si te puede afectar en las urnas o no y si la puedes usar o no. Llagados a ese punto no ves la corrupción como un problema sino como una herrmienta. Y las herramientas no son buenas ni malas sino adecuadas o no para lo que las quieres usar.