El trabajo de Olentzero no termina el 25 de diciembre trayendo con unos días de retraso los regalos del Solsticio. De este modo, el Aitá Noel convertido en reciente tradición milenaria vasca se ha ocupado esta semana de llevar carbón al Arzobispado de Pamplona, acusado de la tremenda desfachatez de inmatricular sus propios bienes en el registro.
El asunto de las inmatriculaciones lleva muchos años dando vueltas por las cartas anuales de deseos al Olentzero que escriben los partidos de extrema izquierda. Jurídicamente, sin embargo, el asunto lleva mucho tiempo dilucidado. La Iglesia no ha hecho otra cosa que registrar sus propiedades, como por otra parte resulta lógico. Lo raro es que la Iglesia no tuviera registradas sus propiedades, lo que pasa es que durante mucho tiempo pareció algo innecesario, pensando que sólo a un loco se le ocurriría reclamar la propiedad de una iglesia, una ermita o un convento, o cuestionar una propiedad que por otro lado era obvia. Frente a una inmatriculación de la Iglesia, si alguien se consideraba el auténtico propietario no tenía más que oponerse a la misma con los documentos y argumentos que le correspondieran en derecho. El problema es que a la Iglesia no se le ocurrió inmatricular el estadio de El Sadar o la Plaza de Toros de Pamplona, sino sus propiedades, por lo que realmente nadie pudo oponer objeciones con fundamento jurídico, aunque no porque no lo intentaran algunos ayuntamientos, instituciones o grupos políticos. El problema es que sus alegaciones fueron desestimadas de forma prácticamente universal por falta de fundamento. Puestos a buscar el titular real, no es la Iglesia la que ha intentado quedarse con inmuebles que no eran suyos, sino que eran algunos colectivos políticos, por motivos de odio, quienes han intentado quitarle sus bienes a la Iglesia. Esta es la verdadera crónica del asunto.
Como Olentzero en su faceta de activista político anda ocupado en muchos asuntos además del reparto de regalos a los niños nacionalistas, o la lucha contra el clero, tampoco ha faltado en Lesaca, la misma localidad que ahora se enfrenta a un ERE de Arcelor, la presencia del carbonero apoyando un acto en que se reclamaba la excarcelación e impunidad de dos terroristas de la ETA. No irá Olentzero a las cárceles a llevar carbón a los asesinos de ETA, en cambio reclama impunidad por sus asesinatos. Y después que si el Olentzero tiene mala imagen, que es una figura de nicho, que se politiza su presencia y que genera rechazo.