El odiador suave

La izquierda gana porque nunca está a la defensiva. La izquierda siempre está al ataque y el ataque siempre es al máximo nivel. Para empezar a hablar con ella tú eres un asesino, y después empezamos a debatir. No ha habido ocasión reciente en que la izquierda no haya usado los muertos, ni un perro muerto de ébola pudo dejar pasar, para intentar criminalizar a la derecha. Utiliza los muertos sin escrúpulos. De los muertos sólo le interesa su posible utilización política y el programita de Evole con Fernando Simón e Illa es sólo la penúltima expresión de esta forma de hacer política basada en la criminalización del rival. ¿A cuántas familias de ancianos fallecidos en las residencias catalanas entrevistó Evole? ¿Alguien habla de los abuelos muertos en las residencias de fuera de Madrid? ¿Alguien sabe que hubo muertos (de hecho la mayoría) en las residencias fuera de Madrid? ¿Y cómo llamamos a los componentes de todo este entramado mediático dedicado a ocultar todos los fallecidos que no murieron en Madrid? ¿Medios de “información”?

Si a alguien sólo le importan los ancianos fallecidos en las residencias de Madrid, es que no le importan ni los ancianos de Madrid ni los ancianos de fuera de Madrid. Ignora a todos los ancianos que no puede utilizar políticamente. Los ancianos sobre los que pone el foco en realidad le importan igual de poco y el motivo para ponerles el foco es sólo poder utilizarlos con fines políticos. Es cruel, es inhumano, es sectario y fanático. Por eso mismo lo haces con alguien que se presente revestido con un aparente interés humanitario y con carita de bueno. Todos los programas de Evole, da igual lo que se hable, en el fondo son siempre el mismo programa con el mismo mensaje: la gente que no es de izquierdas es asesina, malvada y corrupta. La izquierda no se anda con chiquitas. Terminas de ver un programa de Evole y siempre se trata de lo criminales que son los empresarios, los curas o la gente de derechas. Los odias tras ver el programa, pero Evole no hace discurso del odio. Evole hasta se extraña de las trincheras y le repugna la crispación. Tampoco es que nadie se presente diciendo hola soy un odiador. De hecho sería más difícil propagar un discurso de odio bajo semejante presentación. Si no obstante lo que dejas a tu paso es un sentimiento de odio hacia un objetivo, eres un odiador, y si logras que poca gente te perciba así eres un maestro del discurso del odio, un estupendo odiador.

Frente al relato de la izquierda, al menos por lo que se refiere a la pandemia, tenemos los datos. También tenemos los testimonios de todas las personas que murieron en comunidades no gobernadas por la derecha. La mortalidad, de hecho, fue más alta en las comunidades entonces gobernadas por los sanchistas. Lo que sucede es que los testimonios de todas esas personas y todos esos datos no te los «xplika» La Sexta. No aparecen en los medios del sistema. La derecha, por su parte, no sólo es que tenga un poder mediático mucho menor, sino que además tampoco actúa contra la izquierda con la misma agresividad. No existe una simetría entre la derecha y el nivel de odio y criminalización que maneja la izquierda.

Los datos y los testimonios están sin embargo ahí, para quien eso sí se tome un tiempo y alguna molestia en buscarlos. No te bombardean con ellos, tienes que tomar la iniciativa para poder encontrarlos. Así y todo a la izquierda no le gusta que siquiera unos pocos puedan tener libre acceso a esos datos, menos aún en estos tiempos en que los datos incómodos pueden viralizarse a través de las redes sociales. Ya no puede controlarse lo que se publica y lo que no con media docena de llamadas a directores de medios. Por eso odian a las redes sociales. Por eso necesitan leyes para perseguir los mensajes que escapan a su control. No se puede tolerar la desinformación, nosotros decidimos lo que es desinformación. Revolver el asunto de la pandemia puede haber sido sin embargo un error. 125.000 muertos después la cosa les podía haber ido peor. Más o menos tenían controlado el relato. Revolviendo el relato y reabriendo el debate tienen poco que ganar y mucho que perder porque, como la memoria histórica, es volver a jugar un partido que ya tenían ganado. A lo mejor el resultado del partido repetido es peor.

Existe por lo demás un buen motivo para que los fallecimientos en las residencias durante la pandemia hayan tenido mucho más recorrido mediático que judicial. No hay forma de condenar judicialmente sólo a los responsables de las residencias de una comunidad. El criterio con el que se podría condenar a unos, condenaría a todos. Porque en casi todas partes pasó lo mismo. Lo que sí se puede hacer en cambio es manosear mediáticamente a los muertos, porque un medio sí que puede elegir hablar de unos muertos y no de otros, de unas comunidades y no de otras, de unos políticos y no de otros. Eso no lo puede hacer la justicia, o muy difícilmente, pero lo pueden hacer perfectamente los Evolés. De los 125.000 muertos, ¿cuántos son de Sánchez? ¿Pueden hablar mucho de lo que sucedió en las residencias los que en vez de pedir medidas de contención animaban a abrazar a los contagiados (Mejide), cantaban coronavirus oé (Broncano), hablaban del tontunavirus (Wyoming) o decían que más mata el machismo que el coronavirus? ¿Cuántas vidas se podrían haber salvado si no se hubiera esperado a pasar el 8M para empezar a actuar? Después de haberle abierto las puertas al virus de par en par, ¿de verdad esperaban salvar después a los abuelos contagiados en masa en las residencias de toda España?

Despreciaron las señales durante semanas, y después quisieron echar las culpas a otros de las consecuencias de ese desprecio. Ofrecieron desde los medios oficiales recomendaciones contradictorias y nefastas. Pisotearon los derechos de la gente. Aprovecharon la pandemia para acelerar su agenda política y para gobernar sin control mediante estados de alarma ilegales. El follonero tiene amnesia selectiva. No pasa nada, siempre que los demás no confundamos eso que hace con ser un informador.

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Un comentario

  1. El entonces vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, afirmó durante una rueda de prensa que el mando único de la gestión de las residencias era asumido por su vicepresidencia, nombramiento publicado en el BOE. Anuncia destinar 300 millones de euros para reforzar tanto las residencias de mayores como la atención en domicilios para personas mayores y dependientes. Tres meses después de esta rueda de prensa y con más de 19.400 mayores fallecidos en residencias geriátricas, Iglesias se lava las manos y responsabiliza a las autonomías, especialmente, a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, de las víctimas mortales de las residencias de mayores. Lo de siempre la izquierda nunca es responsable de lo que hace, los culpables siempre son los demás.

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