Noticia en edición. Publicación en breve.
Se está librando en la orilla mediática izquierda una batalla feroz, y no ya entre Moncloa y PRISA, que también (nada que no se pueda arreglar con dinero, nuestro dinero), sino entre Podemos y eldiario.es. En este segundo caso la batalla es ideológica y personal. El caso es que las acusaciones de Podemos al diario de Escolar no son de calibre menor. El cargo es encubrimiento de las denuncias de acoso sexual sobre personas de ideología afín. La cuestión es que entre Monedero y Errejón, cada uno tiene su caso de acosador y su acusación añadida de encubrimiento. ¿Y si las acusaciones de ambos tienen razón?
La cuestión es que ver a las figuras y medios de extrema izquierda lanzarse acusaciones sobre acoso sexual y encubrimiento puede ser algo más que placentero. Para empezar, a la pregunta de quién tiene razón de entre los acusadores de los dos lados, la respuesta correcta parece que es ambos. Todo lo malo que se dicen los unos de los otros es cierto. Toda la extrema izquierda, tanto es su vertiente política como mediática, se encuentra cubierta de estiércol. Resulta llamativo sin embargo el desparpajo con el que se llaman unos a otros encubridores de acoso sexual, mentirosos, difamadores o enemigos de la libertad de prensa. Como poco, darle la razón a una parte limitaría la capa de basura a la mitad de la izquierda. Darles la razón a todos, como parece lo más razonable, extiende la mugre por la totalidad de su campo.
Frente a la tentación de quedarnos en el mero deleite contemplativo de esta clase de acusaciones, interesa sin embargo llevar la reflexión sobre el caso un poco más lejos. Podemos se refiere abiertamente a la Sexta como una “cloaca” (una en la que los líderes de Podemos se pasaban la vida), mientras acusa eldiario.es de encubrimiento de denuncias de acoso. No olvidemos que en ese entorno su discurso es el hermana yo sí te creo y que la mera denuncia basta para determinar la culpabilidad del acusado. No cabe por tanto ante una denuncia la prudencia, la presunción de inocencia o la contención en esperar de pruebas. Tampoco cabe aplicarse a uno un baremo distinto del exigido al resto del mundo. Mala suerte si todo el mundo incluyendo a ellos mismos acaba devorado por su baremo.
La cuestión de fondo, sin embargo, es comprobar la facilidad con la que se puede desplazar a voluntad del gobierno o sus socios la frontera entre medios y pseudomedios, entre periodismo serio y máquina del fango, entre informadores veraces y propagadores de bulos y del discurso del odio. Quienes como Escolar defendían y promovían este lenguaje se las prometían muy felices cuando los señalados para ser cancelados eran medios de derechas o simplemente críticos con el gobierno, pero ahora vemos que entre ellos se aplican sin reparos estos mismos calificativos para cancelarse los unos a los otros. Es irónico que personajes como Escolar defiendan las leyes mordaza del gobierno sin darse cuenta de que esas leyes les pueden servir a sujetos como Iglesias para amordazarle después a él.
Esto significa al menos dos cosas. La primera que llamar pseudomedios a los medios críticos es una mera estrategia de los que están con el poder para silenciar a los medios críticos, y la segunda que la frontera entre medios y pseudomedios se puede mover de un extremo a otro de la escala sin ningún complejo. Estamos a 5 titulares de que todo lo que no sea ETA sea extrema derecha y que la única información fiable sea la del Gara y la del canal de Pablo Iglesias. ¿Cómo por lo demás fiarse de los medios de izquierda si entre ellos se llaman encubridores y cloaca? Como en el resto de cosas, también en esto están siendo devorados por la irracionalidad de su propio discurso cuando les llega la hora de aplicarse su propio rasero.
